Yaracuy, Tierra de Mitos y Leyendas
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Yaracuy, Tierra de Mitos y Leyendas

Oswaldo G. | 17 jun 2018

Situado en una zona privilegiada dentro del territorio venezolano, el estado Yaracuy posee riquezas naturales inmensurables y se conocen hazañas de la lucha indígena para lograr la Independencia de España.

 

Yaracuy es por tanto una tierra de mitos y leyendas en la que reina la naturaleza, como un monumento natural caracterizado por poseer vegetación de bosque, una selva nublada desarrollada, en donde habitan venados, jaguares, tigres, pumas, tragavenados y la tigra mariposa.

 

 

En la vertiente norte de la montaña, que abarca varios municipios del estado, nace el río Yaracuy, que se abastece de las quebradas Roca Bella, Quibayo, Aracla y Sorte, en cuyas afluencias pueden encontrarse peces como el bagre o el bocachico.

 

 

Fue en estas tierras donde nació la leyenda de la diosa María Lionza, un mito de la diosa indígena Yara que data de 1530, cuando la hija de un cacique originario sobrevivió luego de ser sacrificada por el Dios de las Aguas.

 

 

Reza la leyenda que “María Lionza fue una doncella Nívar, hija encantada de un poderoso cacique de Nirgua”.

 

 

El chamán de la aldea había predicho que “cuando naciera una niña de ojos extraños, ojos color verde agua, había que sacrificarla y ofrendarla al Dueño de Agua, al Gran Anaconda porque si no vendría la ruina perpetua y la extinción de los Nívar”.

 

 

Su padre fue incapaz de hacerlo y escondió a la niña en una cueva de la montaña con 22 guerreros que la vigilaban e impedían su salida.

 

 

Ella tenía prohibido verse en los espejos de agua, pero un día una fuerza misteriosa adormeció a los guardianes y la bella joven salió de la cueva y camino hasta el lago, descubriendo su propio reflejo en el agua.

 

Encantada con su visión, despertó al Dueño del Agua, el Gran Anaconda, quien emergió de las profundidades, enamorándose de ella y atrayéndola hacia si.

 

 

En el lago Maria Lionza y la poderosa serpiente celebraron una comunión espiritual y mística. Cuando su padre descubrió la unión, intentó separarlos.

 

 

Entonces la Anaconda creció se hizo enorme y estalló provocando una gran inundación que arrasó con la aldea y su gente.

 

 

Desde ese día, Maria Lionza se volvió la Diosa protectora y dueña de las lagunas, ríos y cascadas, madre protectora de la naturaleza, animales silvestres y reina del amor.

 

 

Cuenta la historia que el mito de la princesa Yara sobrevivió a la conquista española, aunque sufrió algunas modificaciones.

 

 

Sin embargo, dado el sincretismo cultural que hubo a partir del mestizaje entre indígenas y españoles, la Iglesia católica la cubrió con el manto de la virgen cristiana y tomó el nombre de Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar.

 

 

Con el paso del tiempo, sería conocida como María de la Onza, o tan solo María Lionza.

 

Otras leyendas cuentan que era de la etnia caquetía, hija mestiza de un cacique nacida con los ojos claros. Dice la narración que su padre la escondió en una cueva de la montaña, porque nacer con los ojos claros era considerado mal presagio.

 

Según esta versión, el cacique la visitaba a diario para alimentarla, pero un día vio una danta (tapir) que le llevaba comida y la paseaba en su lomo.

 

La niña creció con el nombre de María y dado a que conocía los poderes de las plantas, la gente la visitaba buscando curación para sus enfermedades.

 

La imagen de la bella princesa, con poderes de sanación, montada sobre una danta paseando por el bosque creció en la fe popular, convirtiéndose en una deidad protectora de los bosques y sanadora de las personas.

 

Se dice que se le llamó María La Onza porque también la acompañaba una onza o puma.

 

En 1953, durante la dictadura del presidente Marcos Pérez Jiménez, se erigió en la autopista principal de Caracas una estatua de la diosa montada en la danta, obra del escultor Alejandro Colina.

 

Actualmente María Lionza es objeto de culto en las montañas que conforman el monumento: Sorte, Quibayo y El Oro, convertidas en santuario por los adeptos.

 

Si bien es cierto que el origen de la leyenda no es comprobado, la fe del pueblo venezolano ha mantenido a María Lionza ardiendo en sus corazones, por lo que dio a estas montañas el nombre de su diosa.

 

Así, hace ya 56 años que un 18 de marzo, la montaña lleva el nombre de Monumento Natural Cerro María Lionza, declarada monumento nacional por decreto Nº 234 del presidente Rómulo Betancourt.

 

Durante la Semana Santa, las peregrinaciones al monumento alcanzan su punto máximo.

 

Se estima que al año, más de 150 mil personas visitan estos espacios para rendir tributo a la mítica diosa María Lionza o para simplemente disfrutar de sus atractivos naturales y su mágico río.

 

María Lionza, por ser mestiza, simboliza la unión y la reconciliación entre el orgulloso español y el maltratado nativo, siendo así la madre del mestizaje.

 

Además de su importancia en estos aspectos, se le concedió el título de Reina porque a través de ella se logró la reconciliación entre todas las cortes espirituales venezolanas, por lo que representa la máxima autoridad después de la Santísima Trinidad y la Vírgen María, Madre de Jesús.

 

Durante la semana mayor, fecha en la que se conmemora la Crucifixión del hijo de Dios, devotos de todas partes de Venezuela e incluso de Latinoamérica, acuden a las montañas de María Lionza para pedirle diversos favores que van desde la sanación, la resolución de problemas de amor, hasta la obtención de riquezas y poder.

 

 

Durante toda la Semana Santa se dieron muestras de religiosidad popular a lo largo y ancho del Monumento Natural Cerro María Lionza, siendo quizás el momento más esperado el sonar de las campanadas en el Altar Mayor y el acostumbrado repique del tambor que ocurre el viernes a las doce de la noche y hasta amaneciendo el sábado.

 

 

En ese momento cada grupo espiritual se congrega frente a su altar para rezar y entonar canciones religiosas. Sacan a su Reina ataviada con hermosos vestidos y danzan para ella invocando las fuerzas espirituales de las diferentes cortes durante toda la noche y hasta el amanecer.

 

 

La presencia de Jesús, sus imágenes crucificado y los altares al Nazareno, predominan en todos los altares durante la Semana Mayor, reconociendo la autoridad de Jesús, como el hijo de Dios, sobre la Reina María Lionza.

 

 

El atavío de la Reina durante la Semana Mayor consta de una capa morada como la del vestido del Nazareno, e incluso un hermoso vestido color lila, que hace la referencia a la supremacía de Dios dentro de la fe de los devotos a María Lionza.

 

 

Sin embargo los lugareños son celosos guardianes de sus creencias.

 

       

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