El título, tal y como suena, puede parecer algo así como: ¿Estás vacilando o desvariando? ¿Que va a venir un ocaso de la tecnología? A ver, no es que yo pueda predecir el futuro (es más, nadie puede predecir), pero sí puedo hacerme una idea, viendo la deriva actual de nuestra sociedad.
Es una máxima, que se cumple para las cosas meramente terrenales: todo en esta vida terrenal tiene su momento de esplendor y su posterior ocaso (cuando digo terrenal, me refiero a todo aquello que no se refiera a las cosas de Dios, yo, que soy católico, lo digo a título aclaratorio, que Dios es Eterno y Sus Planes siempre llegan a buen puerto, aunque a veces los hombres lo pongamos difícil). Si nos fijamos en la Historia, a lo largo de la misma han existido grandes imperios, algunos han llegado a perdurar bastante tiempo (por ejemplo, China lleva existiendo, se estima, que desde hace tres milenios y medio). De dichos imperios de la Antigüedad, tenemos los distintos imperios que conformaron la Mesopotamia (los cuales duraron unos 2000 años hasta la caída en manos de los persas, guiados por Ciro el Grande), o el Imperio Egipcio (con sus momentos de esplendor, decadencia y resurgimiento (en su sentido más amplio, la civilización del Egipto Antiguo duró entre 4000 y 5000 años, cayendo finalmente en manos de Alejandro Magno y luego del Imperio Romano), o el último de los Imperios de dicho gran periodo de la Historia, el Imperio Romano.
El Imperio Romano como tal no duró tanto como los Imperios Mesopotámicos (aunque cada uno de ellos, Sumeria, Acadia, Babilonia y Asiria, contado de forma individual, no tuvo una duración excesivamente larga, si acaso el Imperio Babilónico, que duró unos 1200 años) o como el Imperio Egipcio. Recordemos que la civilización romana comenzó con una monarquía (al principio, con Roma como ciudad-estado), posteriormente pasó a ser una república (en la cual llegó a alcanzar una extensión colosal, abarcando prácticamente todo el Mediterráneo) y luego, un Imperio. La civilización romana duró desde el 753 a.C. hasta la caída del Imperio Romano Occidental en el 476 d.C. (aunque el Imperio Romano de Oriente, conocido en la historiografía moderna como Imperio Bizantino, perduró otros diez siglos más).
A lo largo de la Historia, han ido surgiendo otros imperios, pero, si nos fijamos, la duración de los mismos ha sido cada vez más corta: el Sacro Imperio Romano Germánico duró poco más de 1000 años, luego el Imperio Austríaco (que más adelante pasó a ser el Imperio Austrohúngaro), apenas duró poco más de un siglo; tenemos también el Imperio Británico, que apenas duraría cuatro siglos (contando, eso sí, los distintos territorios de ultramar a lo largo de dichos siglos). El Imperio Ruso, por ejemplo, no duró ni tres siglos (sin contar con la URSS y la actual Rusia, y contando con que previamente existían estados monárquicos como la Rus de Kiev o el Principado de Moscú).
Vemos nuevamente que, de las cosas terrenales, como pueden ser los grandes imperios de la Historia, lo que sube acaba bajando. Esa misma frase está incluida en una canción de The Alan Parsons Project, llamada precisamente “What goes up“, de su disco Pyramid (lanzado en 1978); esa canción he de reconocer que desde hace tiempo me ha fascinado (empecé a escucharla cuando tenía doce años), y la conclusión que saco de lo que dice esa canción es que los proyectos de los hombres, por grandiosos que sean, acaban por caer en decadencia. Y yo creo que la era tecnológica no será una excepción.
El título, tal y como suena, puede parecer algo así como: ¿Estás vacilando o desvariando? ¿Que va a venir un ocaso de la tecnología? A ver, no es que yo pueda predecir el futuro (es más, nadie puede predecir), pero sí puedo hacerme una idea, viendo la deriva actual de nuestra sociedad.
LO QUE SUBE, ACABA BAJANDO
Es una máxima, que se cumple para las cosas meramente terrenales: todo en esta vida terrenal tiene su momento de esplendor y su posterior ocaso (cuando digo terrenal, me refiero a todo aquello que no se refiera a las cosas de Dios, yo, que soy católico, lo digo a título aclaratorio, que Dios es Eterno y Sus Planes siempre llegan a buen puerto, aunque a veces los hombres lo pongamos difícil). Si nos fijamos en la Historia, a lo largo de la misma han existido grandes imperios, algunos han llegado a perdurar bastante tiempo (por ejemplo, China lleva existiendo, se estima, que desde hace tres milenios y medio). De dichos imperios de la Antigüedad, tenemos los distintos imperios que conformaron la Mesopotamia (los cuales duraron unos 2000 años hasta la caída en manos de los persas, guiados por Ciro el Grande), o el Imperio Egipcio (con sus momentos de esplendor, decadencia y resurgimiento (en su sentido más amplio, la civilización del Egipto Antiguo duró entre 4000 y 5000 años, cayendo finalmente en manos de Alejandro Magno y luego del Imperio Romano), o el último de los Imperios de dicho gran periodo de la Historia, el Imperio Romano.
El Imperio Romano como tal no duró tanto como los Imperios Mesopotámicos (aunque cada uno de ellos, Sumeria, Acadia, Babilonia y Asiria, contado de forma individual, no tuvo una duración excesivamente larga, si acaso el Imperio Babilónico, que duró unos 1200 años) o como el Imperio Egipcio. Recordemos que la civilización romana comenzó con una monarquía (al principio, con Roma como ciudad-estado), posteriormente pasó a ser una república (en la cual llegó a alcanzar una extensión colosal, abarcando prácticamente todo el Mediterráneo) y luego, un Imperio. La civilización romana duró desde el 753 a.C. hasta la caída del Imperio Romano Occidental en el 476 d.C. (aunque el Imperio Romano de Oriente, conocido en la historiografía moderna como Imperio Bizantino, perduró otros diez siglos más).
A lo largo de la Historia, han ido surgiendo otros imperios, pero, si nos fijamos, la duración de los mismos ha sido cada vez más corta: el Sacro Imperio Romano Germánico duró poco más de 1000 años, luego el Imperio Austríaco (que más adelante pasó a ser el Imperio Austrohúngaro), apenas duró poco más de un siglo; tenemos también el Imperio Británico, que apenas duraría cuatro siglos (contando, eso sí, los distintos territorios de ultramar a lo largo de dichos siglos). El Imperio Ruso, por ejemplo, no duró ni tres siglos (sin contar con la URSS y la actual Rusia, y contando con que previamente existían estados monárquicos como la Rus de Kiev o el Principado de Moscú).
Vemos nuevamente que, de las cosas terrenales, como pueden ser los grandes imperios de la Historia, lo que sube acaba bajando. Esa misma frase está incluida en una canción de The Alan Parsons Project, llamada precisamente “What goes up“, de su disco Pyramid (lanzado en 1978); esa canción he de reconocer que desde hace tiempo me ha fascinado (empecé a escucharla cuando tenía doce años), y la conclusión que saco de lo que dice esa canción es que los proyectos de los hombres, por grandiosos que sean, acaban por caer en decadencia. Y yo creo que la era tecnológica no será una excepción.
El Imperio Tecnológico.
Y en los últimos tiempos podríamos definir un imperio que no es de carácter meramente político, sino que está más bien repartido por la sociedad moderna: el Imperio Tecnológico. Es verdad que ahora vivimos en la era de la tecnología, de estar continuamente “conectados entre todos”… Pero, ¿es bueno?
A ver, puede tener sus cosas buenas (como, por ejemplo, poder usar el navegador de Google Maps en el teléfono, o buscar farmacias cercanas, o buscar Misas en el pueblo o ciudad al que vas de vacaciones, o comercios abiertos, o tiendas de electrónica, o información de la índole que sea, o usar el WhatsApp para comentar de forma puntual algo a algún amigo…), pero, hay que admitirlo, también tiene sus cosas malas.
Una de las cosas malas (que no será un problema de la tecnología en sí, sino de que no sepamos usarla) es que pasamos demasiado tiempo frente al teléfono, o frente al ordenador, o frente al televisor, o frente a la videoconsola. Y esto mismo ha traído una vida más sedentaria que, además, sobreestimula (no pocos expertos desaconsejan a los niños estar frente a las pantallas hasta ciertas edades). Yo mismo, a veces me paso el rato mirando el teléfono y soy consciente de que eso no es bueno, porque me pierdo de hacer otras actividades que me construirían.
Soy consciente, por tanto, de que el Imperio Tecnológico está trayendo (yo así lo veo) una serie de problemas muy serios a nuestra sociedad:
-Adicción a los dispositivos multimedia (televisor, ordenador, teléfono móvil, tableta, videoconsola). Sobre esto, poco hay que decir, simplemente, que roba tiempo tanto a las obligaciones (estudio, trabajo, familia) como a otras actividades de tiempo libre que de verdad sean sanas (deporte, excursiones a la montaña, visitas turísticas, quedar con los amigos, etc).
-Consumismo descontrolado: incentivos publicitarios (con cierta manipulación) para que estés “a la última” en tecnología. En serio, ¿esto es sano?¿De verdad vamos a ser menos que nuestros amigos, compañeros de clase o de trabajo, sólo porque mi móvil es del año pasado y el que tienen ellos, apenas salió al mercado, ya se lo han comprado todo? Esto lleva a una evolución de las tecnologías cada vez más acelerada, más descontrolada…
-Obsolescencia programada: los que me hayáis leído, sabréis que es uno de los cánceres de nuestros tiempos que yo critico muy vehementemente. La obsolescencia programada es en sí un vicio de esta sociedad, porque fomenta el consumismo de una forma cada vez más descontrolada (cuando yo pienso que las cosas se deberían hacer para que duraran, y me da igual que eso sea menos rentable), y porque eso es muy dañino con el medio ambiente.
Y, cómo no, estrés en los trabajadores de las empresas desarrolladoras. No digo que trabajar de esto sea malo (yo soy programador, me encanta la Electrónica, en cuanto a desarrollar aparatos electrónicos, pero con una cierta medida), pero, ¿realmente es bueno que las empresas estén continuamente compitiendo por “ser las primeras en sacar X tecnología al mercado” y, a costa de ello, apretar a sus empleados a hacer jornadas intempestivas?
Ah, y hace más de veinte años, recuerdo que se empezaron a poner de moda unos cacharritos llamados Tamagotchi, una especie de mascota virtual (no nos engañemos, el Tamagotchi NO es un animal de compañía, sino un aparato electrónico con un software). Claro, al ser una mascota, se podía “morir”. Y llegué a oír que llegaba a crear verdaderos vínculos emocionales con su dueño (en determinados casos), hasta el punto de que, si la mascota virtual “moría” (nunca supe cómo era eso, pero me imagino que sería haciendo que el firmware del cacharro dejara de funcionar, sin más), según he leído, se dieron casos de suicidios. Vamos a ver, ¿esto es sano? ¿Es que vale manipular hasta ese nivel las emociones de los consumidores con un estúpido huevo que no tiene nada de animal, sino un microcontrolador, un LCD y cuatro botones?
Éstas son, por tanto, las secuelas que está dejando nuestro Imperio Tecnológico:
-Estrés (por las prisas por sacar una tecnología al mercado).
-Depresión (por una vida más sedentaria y dependiente de las tecnologías).
-Impacto medioambiental muy negativo (y eso influirá aún más en el cambio climático).
-Consumismo.
-Adicción a las pantallas.
-Aislamiento interpersonal (no, el Facebook o el WhatsApp no te conectan con tus amigos, sólo te permite hablar con ellos de forma esporádica, y nunca deben ser un sustituto del contacto cara a cara).
Por esto, yo creo que el Imperio Tecnológico acabará cayendo, no sé si de golpe o poco a poco. La gente, tarde o temprano, se dará cuenta de los excesos de dicho imperio, reaccionará, se rebelará (esperemos que sin violencia). Asimismo, si de verdad se crea una conciencia medioambiental, el tema del consumismo y de la obsolescencia programada se combatirán muy duramente.
¿Significa que debemos volver a la era preindustrial?
No necesariamente (aunque últimamente pienso, no obstante, que a nuestra era le sucederá lo que podríamos llamar la Nueva Edad Media, en la que predominará la vida rural sobre la urbana); es cierto que los teléfonos móviles son útiles, pero, para conectarnos a Internet, tal vez con el ordenador sea suficiente. Puede que los teléfonos móviles vuelvan a ser como a principios del siglo XXI (esto es, para llamadas, mensajes cortos y punto). Sí he de decir que en Arduino, ya hay quien está desarrollando teléfonos móviles básicos (con su teclado matricial, su LCD y un módulo GSM), ¿será eso una vuelta a la era pre-smartphone? Podría serlo, nunca se sabe. Podéis buscar en ecosia.org (el navegador ecológico, que con las ganancias obtenidas de las búsquedas, planta árboles) “teléfono móvil con Arduino”. Tal vez un día nos demos cuenta de que no hace falta tener tanta filigrana en el teléfono…
31 de Marzo de 2019.
Año I. Día 43. Artículo 114.
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