Una vida sin barreras

Xalapa, Ver. 23 de mayo 2019

Gabriel tiene casi 48 años, vive en un mundo de tinieblas ya que lo
que pareció una simple operación de cataratas se convirtió en
ceguera, tiene la virtud de sobre vivir cuando las situaciones son
adversas

Tiene el mal hábito de reírse de sí mismo y casi todo le causa gracia,
su humor es desgraciadamente negro. Perdió su vista a causa de una
neuroflatnologa (que enfermedad es) que cometió un error que quizá
insignificante para ella, pero para el no porque le cambió totalmente la
vida
Trabajo hace algunos años en la CAEV (Comisión del Agua del Estado
de Veracruz) hoy puede vivir perfectamente con sus particularidades
características y preferencias, pensó en cómo diversificar sus
actividades económicas ya que como él dice “ser ciego no es barato”.
Se rehabilitó en la escuela para ciegos, después de un largo
peregrinar entre hospitales e instituciones para personas ciegas la
convivencia con un grupo de personas similares a aprendido a
manipular su discapacidad.
Eran como las 5 de la tarde cuando sonó su alarma y se molestó
mucho porque están concentrado contándome los detalles de su vida.
Permanecía “hambriento” ya que se encontraba entretenido y
desahogándose contándome sobre él y los problemas o dificultades
que tiene el ser ciego, en su caso una persona con discapacidad suele

aprovecharse de la desgracia para obtener ayuda o beneficios como
cada que sale tiende a recibir ayuda para cruzar calles o incluso en el
súper.
Ante esta situación me tomé el tiempo de experimentar un poco
acerca de cómo es ir por la calle con un problema de ceguera,
aventurándome el sábado 11 de mayo por las calles del centro de
Xalapa, por lo que decidí taparme los ojos para poder sentir lo que era
para ellos vivir con esa discapacidad.
Al principio estaba nerviosa temblorosa por cómo se iba a sentir el no
poder ver, una vez que me pusieron la venda me puse más nerviosa y
tenía un poco de miedo ya que había mucho ruido en el centro y eso
me estreso un poco ya que sentía que me iban atropellar, pisaba y
sentía que no avanzaba porque no sabía por dónde iba, no reconocía
el piso solo escucha ruido de coches rodando una que otra canción a
lo lejos y yo aun con intriga de lo que se encontraba a mi alrededor,
sentía miradas de las demás personas como señalándome por lo que
hacía se me hacía cada vez más y más eterno el camino hacia el
parque Juárez.
Empecé a exasperarme no podía correr, no tenía ni idea de cómo
avanzar sin ayuda, me sentía un poco inútil por no poder desplazarme
por mi cuenta, fue una experiencia un poco delicada por todas las
emociones que me hizo experimentar y me doy cuenta de todo lo que
sufre una persona en ese estado y pensar que ellos padecen ese
problema para toda la vida y se sienten inseguras como impotentes,
yo solo lo hice para experimentar y ver su lado de la historia pero para
ellos es algo permanente y no me imagino lo triste que ha de ser saber

que no podrás volver a disfrutar de los bellos atardeceres, que solo
puedes imaginar las cosas agraves de tus demás sentidos como olfato
tacto y oído
Regrese con Gabriel a contarle sobre mi experiencia y lo que me
contesto fue lo siguiente.
“Uno cree que con la vista desaparece el mundo me lo dice
melancólicamente pero ahora qué yo estoy experimentando esto hay
veces que tengo la sensación de que estoy encerrado vivo en una
tumba profunda y cerrada bajo muchos metros de sombras”. Me
conmovieron tanto sus palabras ya que eran ciertas eso era lo que
sentía, solo que sabía que la única diferencia era que yo volvería a
ver.