Dos niños indígenas jugaban en un claro de la selva cuando un jaguar se les acercó. El gran felino empezó a jugar con ellos. Estos, todavía de edad temprana, no mostraron miedo ante el animal. Accidentalmente, el gato arañó a uno de los infantes en la mejilla y el pequeño, enrabietado, golpeó al jaguar con un bastón. El animal simplemente se dio media vuelta y se internó en la selva.
La anécdota, descrita por Alexander von Humboldt, refleja el hecho de que, a pesar de la capacidad de los jaguares para atacar a los humanos, raramente han sucedido incidentes al respecto. (No obstante, en los últimos años se ha informado de algunos casos de jaguares que han matado a humanos en Brasil y Colombia.)
Por el contrario, este gran felino manchado ha sido y es afectado de forma negativa por diferentes actividades humanas, como la caza y la fragmentación del territorio causada, sobre todo, por la deforestación de su hábitat. Debido a ello, en las últimas décadas se ha producido una reducción importante de la distribución geográfica del jaguar, y varios organismos de conservación internacionales lo han incluido en sus listas para promover su gestión y protección.
Pero para favorecer la conservación del jaguar debemos conocer la salud genética de la especie. Interesa averiguar su variabilidad genética, esto es, el número de variantes genéticas existentes y cuán extendidas se hallan en los distintos individuos. También conviene conocer el grado de aislamiento genético, o de intercambio reproductivo, que hay entre las diversas poblaciones de jaguares descritas.
RUIZ GARCIA MANUEL
SUSANA NAVARRO PEREZ