Podríamos definir una ecommerce como una tienda virtual. Un método de compraventa que utiliza Internet como medio para realizar transacciones y contactar con sus consumidores. No solo mediante una página web, sino también a través de las redes sociales. Estas suponen una fuente informativa con mucho impacto, y permiten acercarte y conocer más a tu público objetivo.
Este modelo de negocio ha sido clave para que pequeñas empresas puedan crecer y acceder a otros mercados, algo muy difícil de conseguir por la vía tradicional. No necesitar grandes infraestructuras y poder prescindir de limitaciones como el tiempo, el espacio o la logística ha propiciado su expansión.
El negocio online abre a la empresa un amplio abanico de posibilidades. Ofrece la oportunidad de llegar a un mayor número de consumidores sin importar el lugar en el que estos se encuentren. Además, la reducción de costes en cuanto al alquiler de un local físico (con todo lo que eso conlleva), permite bajar el precio del producto y ser más competitivo.
Poner en marcha una ecommerce no es inalcanzable. Necesitas una web que ofrezca una buena experiencia al consumidor, vender producto personalizado y un servicio de mensajería de confianza. También, por supuesto, muchas ganas de llevar tu propio negocio y creatividad para promocionarlo.
Además, una de las mayores ventajas de cara al comercio online es la posibilidad de segmentar los diferentes públicos. Esto supone mejorar la efectividad de las acciones de comunicación y marketing mediante el lanzamiento de campañas especializadas.
No existe un cliente explícito para todas las ecommerce. Este dependerá del producto o servicio que se ofrezca y del negocio en sí, ya que existen diversos tipos de comercio electrónico. Los más comunes son cuatro: el B2B (Business to Business), el B2C (Business to Consumer), el C2B (Consumer to Business) y el C2C (Consumer to Consumer).
La principal diferencia entre estos modelos está en el cliente. Mientras las empresas B2B tienen como objetivo la venta electrónica a otras organizaciones, las B2C se dirigen al consumidor final. En las C2B, por otro lado, el comprador es el punto de referencia. Es el que propone y fija las condiciones de la transacción. Una vez realizada la oferta, las empresas pueden aceptarla o no. Las últimas, las C2C, conectan comercialmente a dos particulares. Normalmente existe un intermediario que hace de mediador. Este sería el caso de empresas como Ebay, que facilitan una plataforma en la que los consumidores venden y compran a otros particulares.
Cuando un cliente hace un pedido es necesario que este sea preparado, agrupado y embalado antes de que lo recoja la empresa de mensajería. En una ecommerce, al conjunto de acciones previas al envío final de los productos solicitados por un cliente se le denomina expedición.
La expedición de un pedido supone el paso final de la mercancía en el almacén antes de poner rumbo a su dirección de entrega.
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