La automatización de procesos y servicios en el sector sanitario, así como también en el farmacéutico, es fundamental para emprender una verdadera transformación digital. Mediante la introducción de nuevos sistemas de gestión, además de comportar la agilización de muchos trámites, se ha conseguido dotar de mayor calidad al servicio ofrecido.
Por ejemplo, ahora damos por hecho que todos los datos médicos sobre un determinado paciente se almacenan en una base de datos, constituyendo su “historial médico”. Esta es una información a la que cualquier profesional habilitado del país podría acceder fácilmente. Sin embargo, hace no muchos años atrás, esto era básicamente imposible.
La telemedicina es una rama de la Salud Digital cuya finalidad consiste en facilitar a todas las personas el acceso rápido a los servicios asistenciales sin necesidad de desplazamiento.
Lo que pretende es ofrecer un servicio a través del cual se pueda compartir información, realizar un diagnóstico o incluso evaluar un posible tratamiento a aplicar sin necesidad de que el paciente se encuentre de forma presencial en la consulta.
Las denominadas “ePatient” son aplicaciones que pueden instalarse en cualquier dispositivo inteligente -como ordenadores, tablets, móviles o relojes- diseñados para ofrecer servicios relacionados con la salud.
Aunque la mayoría de ellas están dirigidas a las áreas del bienestar, como la dieta o el ejercicio, lo cierto es que sus funciones pueden ser muy diversas: desde contabilizar los pasos diarios o monitorizar nuestro sueño, hasta detectar cuando se está produciendo una arritmia.
La inteligencia artificial (IA) es aquella inteligencia presente en determinadas “máquinas”. Se encuentra configurada a partir de la combinación entre un volumen sustancial de datos y la capacidad de aprendizaje insertada en dichas máquinas. Resultado de ello es que tales aparatos inteligentes puedan examinar el entorno en el que se encuentra, pudiendo adaptarse al mismo y adoptar acciones que permitan maximizar las posibilidades de éxito.
En el ámbito de la salud, la IA ofrece infinidad de opciones y aplicaciones, ya que es la que posibilita que determinados dispositivos puedan realizar funciones hasta ahora impensables.
Los “wearables” son dispositivos portátiles que cuentan con determinados algoritmos dirigidos a controlar diversas funciones vitales. La mayoría de ellos, requieren de una vinculación previa con un dispositivo móvil, a través de una aplicación que les permite compartir los datos obtenidos.
Algunos de estos dispositivos tienen una finalidad muy concreta, como Rithmi, que permite detectar cuando está teniendo lugar una fibrilación auricular. Otros, sin embargo, disponen de una mayor cobertura de monitorización, por lo que son capaces de controlar diferentes variables.
En el ámbito de la Salud, la gamificación consiste en aplicar dinámicas de juego para conseguir mejorar los resultados de determinados tratamientos. A diferencia de lo que podría parecer inicialmente, no es una técnica dirigida exclusivamente a niñxs.
Es una forma de familiarizar a los pacientes con las nuevas tecnologías, motivándolos en su recuperación a través de la realización de distintos ejercicios y actividades que pueden propiciar una mejora más rápida.
Mientras que la realidad virtual es una ficción generada donde podemos transportarnos e interactuar con esa “realidad inexistente”, la realidad aumentada completa el entorno real con proyecciones digitales.
Si bien es cierto que es la industria del entretenimiento quien encabeza la revolución de la realidad virtual, en el ámbito de la salud también despunta por su potencial formativo. Además, en nuestro país también ha sido implantada en el Hospital de la Paz, en Madrid, para el trasplante de hígado en pacientes infantiles. Pretenden conseguir reducir la ansiedad ante la operación, pre-visualizando dónde se va a realizar, las pruebas que deberán efectuarse, etc.
Por otro lado, la realidad aumentada nos permite observar, a través de una proyección sobre una parte de nuestro cuerpo, por ejemplo, una información que resultaría imposible o muy difícil de ver de ningún otro modo. La aplicación de esta tecnología en el ámbito de la salud puede ser muy diversa. A modo de ejemplo, existen dispositivos de realidad aumentada que permiten proyectar de una manera más clara las venas del paciente, haciéndolas mucho más claras y fáciles de identificar –Accuvein–, haciendo el proceso de extracción de sangre mucho más rápido e indoloro.
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