El nuevo presidente de Perú, el derechista Manuel Merino, elegido el martes pasado tras la destitución de Martín Vizcarra, dimitió este domingo después de que dos jóvenes murieran la noche del sábado en Lima, por disparos supuestamente de la policía. El Congreso tiene previsto reunirse de manera extraordinaria la tarde del domingo (hora peruana, noche en España) para decidir quién será el mandatario interino del país.
Los partidos políticos barajan dos opciones: la elección de un nuevo titular del Congreso –entre alguno de los únicos 19 diputados que no votaron a favor de destituir a Vizcarra–, que asumiría la presidencia hasta las elecciones; o anular el pleno del lunes pasado en que se debatió y votó el impeachment. Esta segunda opción devolvería la presidencia a Vizcarra pero es cuestionada por constitucionalistas.
La rehabilitación del exmandatario también podría llegar si el Tribunal Constitucional (TC) falla a favor del recurso presentado por Vizcarra, que alegó abuso del concepto de “incapacidad moral permanente” con que se le echó. Las protestas de la calle también exigían que el TC se expidiera urgentemente.
Merino solo ha durado seis días en el cargo, al que accedió por ser presidente del parlamento unicameral, después de que contra todo pronóstico el legislativo aprobara el el impeachment contra Vizcarra por sospechas de corrupción. Esa misma noche comenzaron las protestas en las calles para pedir la dimisión de Merino, al considerar un sector de la población que se trataba de un golpe de estado.
En un breve discurso televisado, Merino justificó porqué había asumido el cargo y, cuando parecía que no iba a renunciar, anunció su dimisión. “Presento mi renuncia irrevocable al cargo de presidente de la República”, indicó Merino al final de su alocución. “Quiero lo mejor para nuestro país”, dijo el presidente, explicando que todos sus ministros le habían presentado la dimisión, aunque no las había aceptado.
“Sé que algunos piden mi renuncia, soy un hombre de estado y soy consciente de que no puede haber un vacío de poder”, afirmó Merino antes de anunciar la dimisión. “De ninguna manera habrá un vacío de poder”, remarcó, garantizando que las elecciones presidenciales se celebrarán el 11 de abril del próximo año, como estaba previsto. El mandatario se refirió a los dos jóvenes fallecidos la noche anterior, prometiendo que los hechos serán “profundamente investigados” y denunciando sin pruebas que hay “grupos interesados en producir caos y violencia”.
Minutos antes, la mesa del Congreso había pedido al mandatario que dimitiera, bajo amenaza de destitución. Y eso a pesar de que menos de una semana antes la mayoría de diputados y grupos parlamentarios había echado a Vizcarra, apoyando implícitamente su nombramiento.
Merino se había quedado solo tras conocerse el fallecimiento de los dos jóvenes, de 24 y 25 años, en la manifestación de Lima. La misma madrugada del sábado doce ministros y otros doce viceministros presentaron su dimisión, dejando al presidente aislado. Dirigentes de su propio partido, el histórico Acción Popular, también le habían pedido que abandonara.
Las protestas callejeras contra Merino se iniciaron la misma noche que fue destituido Vizcarra, un presidente sin grupo parlamentario propio pero con altos índices de popularidad debido a su cruzada contra la corrupción. Vizcarra, que como vicepresidente primero sustituyó al ganador de las elecciones del 2016, el liberal Pedro Pablo Kuczynski, que dimitió antes de ser destituido también por corrupción por el parlamento, trató de impulsar una profunda reforma de los poderes legislativo y judicial que fue sistemáticamente frenada por el Congreso. De hecho, en una medida polémica, Vizcarra disolvió el parlamento a finales del año pasado y convocó elecciones legislativas en enero, aunque la nueva composición también le resultó hostil. No obstante, cayó en el impeachment –el segundo de su mandato– al ser acusado de tráfico de influencias en su etapa de presidente regional de Moquegua (2011-2014).
La indignación ciudadana estalló tras filtrarse que Merino había pactado con la mayoría de partidos la destitución de Vizcarra a cambio de prebendas, concesiones de obras públicas y, sobre todo, de frenar las investigaciones judiciales por corrupción que salpican a 68 de los 130 diputados. De hecho, en sus escasos días de gobierno, Merino trató de acelerar la renovación de seis de los siete magistrados del TC que tienen su mandato vencido. Otro de los temores de los detractores de Merino era que las elecciones presidenciales fueran postergadas.
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