El dicho tradicional "del cerdo, hasta los andares" es cierto. En Ubrique nos hemos encontrado en su museo un claro ejemplo de cómo se han usado partes del cerdo para utilidades curiosas, en concreto: el pelo. Maribel Lobato, directora del museo, nos cuenta en su entrevista cómo los pelos se usaban como agujas conductoras de los hilos con los que se hacían las petacas, carteras y bolsos en Ubrique. El procedimiento necesitaba de una destreza especial que las ubriqueñas/os desarrollaron a lo largo de siglos de historia y tradición con la manufacturación del cuero. Los elementos imprescindibles para unir las diferentes partes de la piel para hacer las petacas, carteras ganaderas, bolsos, etc. son: la lezna, el cerote, los hilos y los pelos de cerdo. Con todos ellos podíamos dar forma a los productos que queríamos obtener. ¿Y por qué los pelos de los cerdos?. Pues la explicación, nos cuenta Maribel Lobato es muy sencilla: el pelo del cerdo tiene dos partes bien diferenciadas, por una parte, la raíz, que se encuentra en el lomo clavada, y al extraerse es rígida y dura por lo que sirve como punta para poder atravesar ese cuero perforado por la lezna previamente; por el otro lado, la punta del pelo que, al encontrarse expuesta con el medio ambiente, tiende a abrirse con cierta facilidad formando una especie de Y.
¿Y cómo se empleaba la técnica del hilado? Pues el procedimiento era muy sencillo. Primero había que elegir el tamaño del hilo que se iba a emplear para hacer la costura. Por lo general, y para no desaprovechar hilo, la medida a usar era el triple del perímetro que se iba a coser. En segundo lugar, y con ayuda del cerote, que es una bola de cera, se cubría la punta del hilo. Esa punta era la que se empalmaba con el lado del pelo que estaba abierto y así se quedaba listo para la costura. Cada punta del hilo llevaba su correspondiente pelo y así se podía dar una doble costura en cada perforación que se hacía con la lezna, utensilio que perforaba el cuero dejando esos orificios perfectos para el paso de los pelos del cerdo que guiaban los hilos de costura. Esta técnica permitía que en un centímetro se podía dar hasta 11 puntadas sin sobreponer éstas, y eso hacía que de forma milimétrica se unieran las pieles para formar, como se muestra en una de las fotos, un cierre y unión perfecta entre las partes. Todo esto te lo explican los guías del museo de la piel de Ubrique en sus visitas guiadas.
En todo este trabajo había que evitar dos cosas: derrochar material como el hilo y no hacer añadiduras en las costuras. No era de agrado tener que recurrir al añadido del hilo, ni para el costurero ni para el patrón, para terminar el trabajo de elaboración de la petaca o cartera.
El empleo del pelo del cerdo contribuyó a poder desarrollar una costura de alta precisión, nos comenta Maribel Lobato, uno de los tantos motivos que llevó a Ubrique a ser referente en la manufacturación de carteras, bolsos, petacas etc.
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