Todo comienza en 1988 cuando dan comienzo unas obras llevadas a cabo por el arqueólogo Pelayo Quintero, en la zona de la antigua Punta de la Vaca de Cádiz (actual barrio de San Severiano). Allí se encuentran varios restos fenicio-púnicos a unos 5 metros de profundidad, y entre ellos, un gran sarcófago masculino antropoide de mármol del siglo V a.C. Éste está compuesto por dos piezas: la caja, y la tapa; en la cual está labrado el dibujo de un hombre con barba y cabello rizado. Su brazo izquierdo se encuentra flexionado sobre el pecho y en su mano podemos ver como agarra lo que parece una granada, un corazón u lo que otros dicen se asemeja a una moneda de oro.
Tras su hallazgo, el arqueólogo supuso que si había un sarcófago masculino, debía acompañarle su correspondiente pareja, y por lo tanto, pensó que pronto aparecería uno femenino. Por lo cual, comenzó a buscarlo sin descanso, a pesar de no saber con seguridad si su teoría era cierta. Pero después de muchos años de intensa búsqueda, Pelayo Quintero enfermó gravemente y falleció sin haber podido encontrar el sarcófago femenino que tanto ansiaba.
Tras su muerte, amigos y familiares de éste, querían cumplir su último deseo de encontrar el misterioso sarcófago de la mujer, con lo cual continuaron la exhaustiva búsqueda. Estuvieron buscando tanto en el casco antiguo como en la parte de nueva de la ciudad, pidiendo permisos para poder levantar el suelo, incluso llegaron a intentar buscar bajo algunas iglesias y catedrales. Pero todo esto fue en vano, ya que no consiguieron dar con ella.
Una vez hubieron pasado página, la casa del arqueólogo Pelayo Quintero es vendida y remodelada para crear varios apartamentos. Pero, durante las obras, sucede algo totalmente sorprendente e inesperado; y es que, al excavar en el patio de la casa, ¡encuentran el esperadísimo sarcófago femenino! Éste, al igual que el masculino, también es de origen fenicio y antropoide, pero sin embargo pertenece al año 480 a. C. A ésta se le impuso el nombre de “La Dama de Cádiz”, ya que fue encontrada casi a la vez que el busto de la Dama de Elche.
Con el paso de los años y a medida que se fueron realizando varias investigaciones, se supo que no hay absolutamente ninguna relación entre ellos (a diferencia de lo que Pelayo Quintero pensaba), de hecho, se llevan unos 100 años de diferencia. Y lo más recientemente descubierto sobre estos, es que en realidad, el que se creía era el sarcófago masculino, resultó ser de sexo femenino; y viceversa.
Ambos podemos encontrarlos a día de hoy en el Museo de Plaza de Mina en la capital gaditana. En conclusión, podríamos decir que el destino es caprichoso, y por supuesto, que… ¡no todo es lo que parece!
Esta es una de las historias que más se cuentan por los guías turísticos en sus visitas guiadas por la ciudad.
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