¿Cómo enseñar a los niños que la discriminación por motivos de orientación sexual debe terminar?

POR: NATALY LONDOÑO

Luego del suicidio de Sergio Urrego y después de largos meses de espera para su familia, dos personas han sido condenadas. La primera es Rosalía Ramírez, profesora y exveedora del colegio Gimnasio Castillo Campestre, que fue acusada por los delitos de discriminación y ocultamiento de materiales probatorios. La segunda es Ivonne Cheque, psicóloga de la misma institución, que en octubre aceptó haber discriminado al joven por ser homosexual.

De estas condenas históricas queda una reflexión clave: el matoneo a las personas LGBT es un problema real, serio y frecuente en los colegios colombianos. Por lo tanto, hay que propiciar un diálogo y una discusión sobre el tema, ya que la discriminación es un monstruo de muchas cabezas y es un monstruo que mata. El caso prendió las alarmas y obligó al sistema educativo a revisar los manuales de convivencia y a implementar la Ley 1620 (que se creó para combatir el matoneo escolar); a preguntarse si lo que estaban haciendo estaba bien o no; a pensar en que el personal administrativo y académico debe estar capacitado para afrontar los casos de exclusión que se presenten, y a poner en práctica la Constitución del 91, donde se establece que todas las personas nacen libres y son iguales ante la ley, que todas tienen el derecho fundamental a la educación, al libre desarrollo de la personalidad y a la libertad de expresión. Pero, ¿cómo se les enseña a los niños que la discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género debe terminar? ¿Cómo formarlos desde el principio básico del respeto a la diferencia? Algunos especialistas nos dan luces al respecto.

María Adelaida Serna

Psicóloga del Colegio La Salle, de Bello

Martes. María Adelaida no para. Llega al colegio a las 7:00 de la mañana y en seguida tiene que brindar varias asesorías. Trata de ser muy exacta y muy rápida y habla muy segura y con una voz que siempre está al servicio de los demás. María Adelaida cuenta que llegó allí, al Colegio La Salle, de Bello, en el 2015 y que su principal función ha sido acompañar a los jóvenes de bachillerato en diferentes proyectos. Uno de ellos se llama ‘Inclúyeme’ y busca incentivar el respeto a la diferencia, teniendo como base el principio de confidencialidad. Por medio de esta iniciativa, se sensibiliza y se orienta a los chicos para que no solo sean tolerantes, “sino personas que están atentas a todo lo que pasa desapercibido en su entorno social (como sucede con la discriminación por homofobia), para así reforzar una cultura de comprensión y aceptación del otro –dice ella desde su oficina–. Si bien es cierto que hemos avanzado, que somos seres más libres y que cada quien vive su sexualidad como quiere, también es cierto que la discriminación no ha desaparecido totalmente y que, para que desaparezca, necesitamos una verdadera transformación cultural que implique un compromiso de nosotros los adultos (y no solo los docentes o psicólogos, sino también los padres, pues la educación sexual empieza en casa) con los jóvenes: el compromiso de guiarlos y escucharlos y apoyarlos en sus decisiones”.

Lina Cuéllar

Cofundadora y directora de Sentiido

Miércoles. “Ahora estoy por empezar una clase, pero voy a tratar de responderte”, me comenta Lina, y se queda algunos minutos hablando sobre un tema que para ella está más allá del bien y del mal, mientras yo la escucho del otro lado del teléfono–: “Los chicos tienen pocos recursos a los cuales acceder. Tienen Internet, ¿pero qué es Internet? Cualquier cosa. Internet es todo y nada a la vez. Por eso es importante que los adultos entendamos que somos los principales proveedores de información confiable, y que si somos capaces de orientarlos, de darles herramientas, de aconsejarlos, de decirles ‘Mire, busque esta página, lea este texto, vea esta película’, ellos van a tener una educación mucho más acertada, y van a aprender que la diversidad sexual simplemente es una dimensión más de la vida. Ese fue uno de los factores que puso en la mira el caso de Sergio Urrego: que somos los adultos los responsables de que los chicos puedan, en efecto, ejercer su derecho al libre desarrollo de la personalidad y que tenemos que servir como garantes y no como los limitantes de ese derecho. La historia de Sergio, además, abrió un espectro de discusión que antes no se estaba teniendo de una manera tan amplia: hay que ser más abiertos con la inclusión de las personas LGBT, y no solo desde la dimensión de los manuales de convivencia, también desde la dimensión social, pues el respeto a la diferencia se debe promover desde un cambio cultural”.  

Bryan Adrián Valencia Sánchez

Estudiante

Jueves. “Mi nombre es Bryan Adrián Valencia Sánchez, estudio en la Institución Educativa Francisco Miranda, estoy en décimo y tengo 14 años. A los 12 terminé el proceso de exploración de mi identidad sexual y fue entonces cuando decidí apropiarme de ella; en ese momento le conté solo a mi madre que soy gay, ¿por qué? Porque es la persona en la que más confío. Me dijo: “Te apoyo. Y esto no te hace diferente de los demás, ¿está bien?”. En el colegio lo hice público a los 13 años, y no fui víctima de ningún tipo de discriminación. Al contrario, tuve todo el apoyo de mis compañeros. Pero sí conocí el caso de un estudiante que se sintió atacado por su identidad sexual y me dio  tristeza, porque cada quien es libre de decidir qué hacer con su vida, cómo vivirla, qué le gusta y qué no. Lo que pasa es que en Colombia siempre ha existido un tabú frente a la diversidad sexual, porque somos muy apegados a la religión católica, así que es un tema del que no se habla. En el colegio, por ejemplo, no tuve ningún tipo de orientación, tampoco se hacen campañas de inclusión y concientización sobre las personas LGBT. Este año yo pensé hacer una, la propuse y todo, pero los compromisos académicos no me permitieron llevarla a cabo, la tengo pendiente para el año que viene. Sin embargo, para mí, la educación sexual se debe manejar desde la casa, con la familia, porque son las personas con quienes más comparte uno y con quienes ha creado el principal lazo de confianza. Si aprendemos a manejar estos temas desde la casa, será más fácil afrontarlos después en el colegio.

T eresa Fornaguera

Rectora Colegio Unidad Pedagógica

Viernes. “Antes de poder hablar con usted llamé a dos colegios en los que me cerraron la puerta de entrada. En el primero me dijeron que sí podían atenderme, me preguntaron el tema y cuando les comenté que se trataba de un artículo sobre discriminación a las personas LGBT me dijeron: ¡No! No tenemos tiempo para ello. En el segundo, colegio, masculino, me respondieron: “Nos gustaría ayudarte pero no tenemos estudiantes homosexuales”, le comento a Teresa antes que nada. Ella, después de una risa irónica, toma impulso y me responde: “La filosofía de nuestro colegio está en el respeto a la diferencia. Así se pensó desde su fundación hace 35 años y así se sigue manteniendo. Eso nos garantiza romper el tabú de muchos temas, porque lo que a nosotros nos interesa es formar ciudadanos capaces de entender que tenemos que aceptar a las personas con características diferentes y convivir con ellos en aras de las trasformación y de la construcción de nuevas cosas, creando una relación armoniosa y respetuosa, y de confianza entre la comunidad estudiantil. Aquí hemos aprendido a respetar la individualidad del otro. A veces se escuchan comentarios como: ‘Ah, fulanita es lesbiana’. Lo que hace el maestro es decirle: ‘¿Sí? Y si fuera lesbiana, ¿qué? Es la vida de ella’. ¿Ves? El maestro en la Unidad Pedagógica es un guía y un acompañante y eso nos ha permito ese respeto por la diferencia del que te hablo”.

Eduardo Ordóñez

Docente Colegio Unidad Pedagógica

Viernes.

Eduardo: Desde que están muy chiquitos, nosotros trabajamos con los estudiantes la normalización del cuerpo para romper el tabú, pero es un proceso que se maneja, dependiendo de las edades y de los grupos.

Niño 1: Ese niño le dio un beso a otro niño.

Eduardo: Ah, bueno, eso debe ser que le gusta.

Niño 1: Pero eso no está bien.

Eduardo: ¿Cómo así que no está bien? ¿Por qué?

Eduardo: Lo discutimos. En el colegio, el adulto es un guía, un acompañante y hay momentos en los que el punto de vista del adulto se comparte, a veces se impone, pero muchas veces son los mismos estudiantes los que se regulan. Lo que hago yo es facilitar la conversación.

Niño 1: Eso está mal.

Niño 2: No, eso no está mal. Mi tío es gay, eso es ser gay, y tiene un novio y son muy felices.

Eduardo: Ah, miren que también pasa. ¿Y está mal? ¿Tu tío está en la cárcel?

Niño 2: No.

Eduardo: Entonces de eso se trata, de que se naturalice y se charle, de saber que el mundo es así y que eso no significa que está bien o está mal. Para reducir la discriminación, las instituciones educativas deberían enfocarse en desarrollar la inteligencia interpersonal y la inteligencia intrapersonal de cada niño. Tenemos que educarnos desde nuestra propia humanidad.

Fotos: Daniel Álvarez y cortesía.