Luis Agote, preocupado por el problema de las hemorragias en pacientes hemofílicos, ha encarado el problema de la conservación prolongada de la sangre.
Sus primeros intentos, como el uso de recipientes especiales y el mantenimiento de la sangre a temperatura constante, no dieron resultado. Buscó entonces alguna sustancia que, agregada a la sangre, evitara la coagulación. Luego de muchas pruebas de laboratorio in vitro y con animales, Agote, aunque sin conocer el origen bioquímico del comportamiento, encontró que el citrato de sodio evitaba la formación de coágulos. Esta sustancia, además, era tolerada y eliminada por el organismo sin causar problemas ulteriores.
Ayer se hizo la primera prueba en humanos en un aula del Instituto Modelo de Clínica Médica, teniendo como testigos al Rector de la Universidad de Buenos Aires, el decano de la Facultad de Medicina, el Director General de la Asistencia Pública, además de numerosos académicos, profesores y médicos. Durante la prueba un enfermo que había sufrido grandes pérdidas de sangre recibió la transfusión de 300 cm3 de sangre previamente donados por un empleado de la institución y conservados por la adición de citrato de sodio. Tres días después el enfermo, totalmente restablecido, fue dado de alta.
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