Tuve el agrado de estar presente en una grata despedida realizadas por sus colegas para poder entrevistarlo, donde comenta un poco sobre su niñez y algunas de su anécdotas vivida a lo largo de su vocación.
Él, con cierto brillo en su pupilas narraba que desde su adolescencia soñaba con formar parte de la Policía, anhelaba vivir nuevas aventuras, como en las historias que su padre le contaba y cuando tuvo la oportunidad lo hizo. Había convertido su pasión en su vocación y estaba orgulloso de ello. A partir de aquella decisión su vida tomó otro rumbo, dedicó la mayor parte de su vida al servicio de la comunidad. Su preparación lo habían capacitado para cumplir lo mejor posible sus funciones. Y aunque ya tenía una familia a cargo, nada se interpuso para lograr lo que deseaba.
Ramírez era conocido localmente, había participado en caso importantes y colaborado con el sistema de investigación, había mucho hilo en el carretel como solían decir pero había un acontecimiento en particular que lo había marcado y aún permanecía en su memoria.
Él comentaba, “he vivido muchas experiencias durante mi carrera, pero hay un caso de un doble homicidio y en paralelo una desaparición que no se pudo resolver, y la verdad es lamentable que no pudiéramos hacer más por ello” comenta Jorge.
Lo recuerdo perfectamente fue un 28 de octubre del 85, de madrugada cuando en la estación de repente un llamado telefónico y posteriormente una visita inesperada nos puso a todos a trabajar arduamente, habían reportado la desaparición de una adolescente de nombre Paula y el sujeto que intervino contenía los rasgos descriptos que apuntaban hacia Selzer, Nicolás Selzer, su nombre estuvo en juego y al día siguiente fueron encontrados sus progenitores sin vida. Todo lo inculpaba, hasta su desaparición repentina, aunque jamás dimos con él, no se supo más nada.
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