EL RIESGO COMO FORMA DE VIDA
Descender ríos de alta montaña, a bordo de una embarcación, o superar los 100 km/h a lomos de un trineo, ilustran el creciente afán por el consumo de adrenalina y el desafío de las leyes de la gravedad.
Los deportes extremos continúan ganando adeptos de un tiempo a esta parte. Parece como si algunos se hubieran cansado de asumir lo convencional y lo que mueve a la masa. Otros están descontentos con la idea de competir en grupo, para alcanzar un bien común.
Esa rebeldía va acorde con una mentalidad cambiante. La gente quiere marcarse retos y superarlos, quiere eliminar las tensiones de todo un día y quemar la adrenalina de toda una semana en tan solo unos segundos. Quiere romper con la monotonía e interactuar con el ambiente que le rodea. Quiere sentir la velocidad, el riesgo y el equilibrio, en definitiva.
Por eso, cada vez son más las empresas de ocio que ofrecen la posibilidad de realizar deportes de aventura en plena naturaleza. Los registros crecen a la par que las disciplinas que adquieren el grado de extremo, que ya se sitúan en torno al medio centenar.
Expertos en el tema sostienen que el éxito de estas actividades radica en la satisfacción personal, y el consumo de adrenalina que conllevan. Todas ellas permiten al deportista superarse día a día, porque cada uno depende de sí mismo, y no del trabajo de compañeros o adversarios, como ocurre en otras muchas disciplinas deportivas.
ARBORISMO
El arborismo es una forma diferente de aunar actividad física y naturaleza, que se convierte en un reclamo inmejorable para poner a prueba desafíos de velocidad, agilidad y destreza. La vegetación se asocia con los deportistas para ofrecerles un amplio abanico de juegos, con los que será más fácil divulgar la importancia de los ecosistemas en un mundo repleto de polución.
La receta con la que se ha cocinado este nuevo deporte está compuesta, básicamente, por un ingrediente: El árbol. Para trazar el sendero que separa uno de otro, los aventureros, siempre sujetos a fuertes medidas de seguridad, deberán enfrentarse a todo tipo de plataformas naturales suspendidas en el aire, como puentes colgantes, troncos, tirolinas, cuerdas y redes.
PARKOUR
A comienzos de la década de los 90, se sentaron las bases de lo que hoy se conoce como “parkour”.
Fue en Lysses (Francia), donde David Belle y un grupo de jóvenes (entre ellos Sebastien Foucan y los actuales miembros del grupo Yamakasi), comenzaron a fomentar una actividad que, con el paso de los años, se ha ido extendiendo por todo el mundo.
Los “traceurs”, como se denomina a los que practican este deporte, se desplazan de un punto a otro, lo más fluidamente posible, utilizando las habilidades del cuerpo humano. Por el camino deberán ir sorteando las barreras que se encuentran en el ambiente, y que pueden ser de origen natural (árboles, ríos, formaciones rocosas…) o arquitectónico (vallas, muros, escaleras…)
STREET LUGE
El street luge forma parte de la familia de deportes de inercia, una saga en la que se engloban las modalidades consistentes en descender puertos de montaña u otras pendientes asfaltadas con vehículos impulsados únicamente por la fuerza de la gravedad.
Este trineo monoplaza, con el que se han llegado a rebasar los 150 kilómetros por hora, está formado por un chasis de aluminio de entre 1,5 y 2 metros, ejes y ruedas. Su conductor, que permanece acostado sobre él durante el trayecto, aprovecha la fuerza y la inclinación de su cuerpo para guiarlo y las plantas de sus pies (que se suelen cubrir con una plancha de goma antiabrasión) para frenar esta particular medio de transporte.
SALTO BASE
Modalidad de paracaidismo en la que, a diferencia de éste, el salto no se realiza desde una aeronave, sino desde un objeto fijo.
Precisamente, base, la palabra que da nombre a este deporte, está formada por las iníciales inglesas de las cuatro estructuras desde las que se pueden desafiar las leyes de la gravedad: “bulding” (edificio), “antenna” (antena), “span” (arco de puente) y “eart” (tierra).
Para llevar a cabo esta práctica, se necesita un paracaídas especial, ya que los tiempos y fuerzas que intervienen en su apertura son muy diferentes a los factores que rodean al salto desde un avión. Por la tanto, y teniendo en cuenta su brevedad, sería inútil el uso de un dispositivo de emergencia, porque no se dispondría de tiempo material para activarlo.
Fernando Diz-Lois y Juan de Dios Toro Vela
Esta web se reserva el derecho de suprimir, por cualquier razón y sin previo aviso, cualquier contenido generado en los espacios de participación en caso de que los mensajes incluyan insultos, mensajes racistas, sexistas... Tampoco se permitirán los ataques personales ni los comentarios que insistan en boicotear la labor informativa de la web, ni todos aquellos mensajes no relacionados con la noticia que se esté comentando. De no respetarse estas mínimas normas de participación este medio se verá obligado a prescindir de este foro, lamentándolo sinceramente por todos cuantos intervienen y hacen en todo momento un uso absolutamente cívico y respetuoso de la libertad de expresión.
No hay opiniones. Sé el primero en escribir.