SUSTO EN EL RECREO DE UN COLEGIO AL VER ATERRIZAR UN HELICÓPTERO DE LA UME EN MEDIO DE LA PISTA.

En un colegio de Madrid, esta mañana ha sucedido algo muy especial para un niño de 10 años. Adrián es un chico autista de 10 años, y lleva con sus compañeros desde los 3. Todos saben el trastorno que tiene, pero todo el mundo lo trata como uno más, ya que lo es. Hace poco más de tres meses, estuvo en una de las academias más importantes de la UME, donde se encontraba en coronel Olalla, aunque desafortunadamente, no pudo concerlo ya que necesitaba una acreditación especial.

Cuando él era pequeño, tuvo un accidente de coche y estuvo cinco horas encerrado en el coche a 36º, la UME consiguió rescatarlo a tiempo con vida, ya que, si no hubieran sido tan rápidos, se hubiera muerto. Desde ese momento Adrián comenzó a tener una gran pasión por ellos, ya que lo habían salvado.

Cuando había alguna exposición de tanques o de cualquier cosa que tuviera que ver con militares, él iba, porque era lo que más le gustaba. Hace poco, su padre nos comentó que Adrián la había preguntado que cuándo iba a poder hablar con alguno de ellos, es decir, a alguno de los miembros de la UME, así que, ya que quedaban menos de dos meses para su cumple, decidimos contactar con ellos para darle una gran sorpresa a Adrian.

Llegó el día y todo estaba listo, nos había costado mucho conseguir que viniesen, de echo el padre tuvo que estar tardes y tardes fuera de casa llendo a oficinas y hablando con el coronel para que viniesen, sin embargo, Adrián no se olía nada.

Todos los compañeros sabían la sorpresa que iba a recibir Adrián. Todos estaban esperando que llegara el helicóptero para ver la reacción de Adrián, la cual iba a ser alucinante. 

Habían transcurrido ya 10 minutos de recreo cuando se empezó a oir un ruido que venía de arriba, no le hicieron mucho caso ya que por allí pasaban varios aviones al día, pero cuando Adrián se dió cuenta de que algo se estaba acercando a la pista del instituto, su expresión de la cara cambió. Cuando el helicóptero bajó y abrió las puertas, ¡Adrián no se lo podía creer, era el coronel!

Todo quedó en un bonito recuerdo, pero sobretodo la satisfacción de ver la cara de felicidad de un niño pequeño el cuál había cumplido su sueño.