Para elaborar dilemas morales que podamos debatir en el aula, hemos de tener en cuenta algunas recomendaciones, en cuanto a sus elementos, y en cuanto a las fuentes de donde podemos extraerlos.
Muchos textos con valores ( cuentos, fábulas, parábolas, poemas, etc.) pueden ser utilizados como verdaderos dilemas, si nos interrogamos por el mensaje ético que plantean. Por ejemplo, el siguiente texto de Berthold Brecht plantea un dilema centrado en el conflicto entre dos valores igualmente factibles y defendibles: el valor de la seguridad, y el valor de la solidaridad. La pregunta clave del texto puede ser algo así como: ¿Estás dispuesto a arriesgar tu seguridad para ayudar a los demás?:
Primero se llevaron a los negros,
pero a mí no me importó, porque yo no lo era…
Enseguida se llevaron a los judíos,
pero a mí no me importó, porque yo tampoco lo era.
Después detuvieron a los curas, pero como yo no soy religioso, tampoco me importó.
Luego apresaron a los comunistas, pero como yo no soy comunista, tampoco me importó…
Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde.
El siguiente texto de Khalil Gibran puede llevar a una reflexión sobre el valor de la generosidad, planteándonos el siguiente interrogante: ¿Tenemos que dar a todo el mundo, aunque no tengamos la seguridad de que eso que damos vaya a ser bien empleado? En otras palabras, ¿Hemos de dar a todos, o sólo al que lo merezca?
Dais muy poco cuando dais lo que es vuestro como patrimonio. Cuando dais algo de vuestro interior es cuando realmente dais.
Hay quienes dan poco de lo mucho que tienen, y lo dan buscando el reconocimiento, y su deseo oculto daña sus regalos. Y hay quienes tienen poco y lo dan todo.
Es bueno dar algo cuando ha sido pedido, pero es mejor dar sin demanda, comprendiendo. Y, para la mano abierta, la búsqueda de aquel que recibirá es mayor alegría que el dar mismo.
¿Y hay algo, acaso, que puede guardarse? Todo lo que tenéis será entregado algún día: dad, pues, ahora que la estación de dar es vuestra y no de vuestros herederos.
Decís a menudo: «Daría, pero sólo a quien lo mereciera». Los árboles en vuestro huerto no hablan de ese modo, ni los rebaños en vuestra pradera. Ellos dan para vivir, ya que guardar es perecer.
Todo aquel que merece recibir sus días y sus noches merece de vosotros todo lo demás. Y aquel que mereció beber el océano de la vida merece llenar su copa en vuestra pequeña fuente.
Mirad primero si vosotros mismos merecéis dar y ser el instrumento de dar. Porque, en verdad, es la vida la que da a la vida, mientras que vosotros, que os creéis dadores, no sois más que testigos.
Si queremos hacer más “real” a nuestros alumnos el dilema propuesto en los dos textos anteriores, de manera que se sientan más implicados y protagonistas, podemos traducirlo así:
“Vas por la calle, y encuentras a un mendigo pidiendo limosna. Tras un momento de duda, decides no darle nada, porque piensas que es muy probable que se vaya a gastar el dinero que le des en drogas o alcohol”
Indudablemente, los dilemas inspirados en hechos de la vida cotidiana, o extraídos directamente de ella, son los mejores para plantear a nuestros alumnos, porque su cercanía emocional y sentimental, además del conocimiento previo que tienen de estos dilemas por su propia experiencia, les favorece la necesaria “empatía” para involucrarse más en su resolución.
Un caso especial de dilemas reales son aquellos que ilustran situaciones conflictivas de la vida escolar, como el dilema que planteábamos más arriba sobre el problema de “chivarse” o no para evitar un castigo colectivo. Otro ejemplo podría ser el siguiente:
En el reglamento de un centro de enseñanza tenían este artículo sobre los deberes de los estudiantes: “El alumno que sea sorprendido copiando durante un examen, será expulsado de la escuela”.
Juzgando que esta norma era demasiado estricta, la dirección quiso hacerlo más suave, y pasó una encuesta a los alumnos para conocer su opinión… Pero éstos se negaron a cambiarla: decían que copiar era una traición y un engaño a los alumnos que habían estudiado.
¿Qué opinas tú?
Los medios de comunicación nos pueden proporcionar también casos basados en la realidad, aunque ésta sea más lejana a la que vivan nuestros alumnos, que en muchos casos será improbable que experimenten esos conflictos. Sin embargo, el hecho de que hayan ocurrido realmente les añade una motivación extra sobre aquellos dilemas más abstractos e hipotéticos.
En este sentido, la prensa puede ser una fuente de gran riqueza a la hora de proporcionarnos casos para nuestros debates en el aula. Como ejemplo, transcribimos el siguiente caso:
Los vecinos de un barrio se han quejado repetidas veces a las autoridades de que con mucha frecuencia hay altercados y disturbios en las calles, debido al tráfico de drogas y a la existencia de proxenetas. Cansados de que no atiendan sus demandas, deciden hacer una patrulla ciudadana que garantice su seguridad, especialmente por las noches.
Una cadena de televisión, enterada de que una noche esa patrulla iba a hacer una “redada” en el barrio, manda a cuatro periodistas para que cubran la información. Durante el transcurso de la “redada”, los vecinos agreden a algunos “camellos” y proxenetas, sin que ningún periodista haga nada por impedirlo, ya que se limitan a cubrir la información.
Un juez, enterado de los hechos, denunció a los periodistas por no haber cumplido con el inexcusable deber, recogido en la Constitución, de socorrer a las víctimas. Los reporteros alegaban que se limitaban a cumplir con su trabajo.
¿Estás de acuerdo con la denuncia del juez?
Como los dilemas morales muestran una serie de actos humanos cuyo juicio depende de una escala de valores, y como esta jerarquía es algo estrictamente personal, distinta para cada participante en la resolución de un dilema, es fácil concluir no existen reglas precisas, ni fórmulas ni recetas que puedan aplicarse a la generalidad de los dilemas.
Sin embargo, la ética, como ciencia de la conducta humana, nos puede proporcionar algunos principios válidos que nos pueden orientar a la hora de elaborar un juicio crítico sobre un dilema, ayudándonos en la toma de una decisión lo más ajustada posible a los criterios de lo que podemos denominar “verdad ética”.
a) Factores de los actos humanos:
Se considera que un acto es bueno cuando son buenos el objeto, las circunstancias y el fin.Por ejemplo, robar para repartir el dinero entre los pobres es un acto condenable porque, a pesar de que la intención es buena, el objeto (robar) es siempre condenable. Como dice la famosa frase, “el fin no justifica los medios”.
Ayudar a los demás para después presumir de ser buena persona también es condenable, porque, a pesar de que el objeto (ayudar) es correcto, la intención no es buena.
En este sentido, la lógica dice que es mejor una acción buena con intención poco recta, que una mala con intención buena, ya que lo que realmente importa es lo que se plasma en la realidad y afecta a otras personas o al que realiza la acción. Como dice el refrán: “obra son amores, y no buenas razones”.
b) Características de los actos humanos:
Para que un acto pueda calificarse de “humano” es decir, para que una conducta pueda calificarse de “moral: son precisas dos condiciones:
– Invencible: es la que precede a la acción.
– La que acompaña a la acción
– Vencible: por ejemplo, alguien se encuentra una cartera y no quiere enterarse quién es con el fin de apropiársela.
Ejemplo de dilema relacionado con el conocimiento: accidente causado por desconocer las normas de circulación.
¿Es lícito realizar un acto del que se siguen dos efectos, uno bueno y otro malo? Condiciones necesarias:
c) Las realidades éticas:
Actuar éticamente quiere decir actuar en conciencia. Hay varias clases de conciencia:
Ejemplo de dilema: pienso que beber alcohol, aunque sea moderadamente, es malo. Me ofrecen una bebida alcohólica. Si bebo hago algo malo, porque actúo en contra de lo que dicta mi conciencia.
Sólo es norma de moralidad la conciencia cierta si además es verdadera. De ahí la importancia de la formación de la conciencia.
La conciencia recta o verdadera es la que juzga de acuerdo con una norma, aplicando a la práctica la ley general.
Cada cultura tiene su jerarquía de valores, su visión de la vida y del mundo. Viene a ser un modo de comportarse de la sociedad en su conjunto, una manera de entender la realidad.
Esta jerarquía cultural de valores se transmite a través de las instancias educativas, y crea condicionamientos para actuar de una manera determinada, por lo cual nos quita libertad.
La conducta de una persona depende de tres factores fundamentales:
La verdadera moral consiste en un sentido de la vida, en una determinada visión del mundo, más que en un código de obligaciones. Así como el acto humano se ejecuta en función de una finalidad o “bien”, la vida humana se vive en función de un bien supremo, que es la felicidad que.
Todo cuanto hacemos, lo hacemos desde un proyecto, con vistas a un fin. Este fin está ya desde el principio, en la intención
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