Aurelia Brouwers no tenía una enfermedad terminal, pero sí problemas mentales que le impedían ser feliz.
Aurelia Brouwers era una joven holandesa de 29 años que murió por eutanasia. El método por el que puso fin a su vida ha provocado que impacte a todo el mundo. Un médico le dio veneno, y ella se acostó. Horas más tarde, llegó la muerte. No era una enferma terminal, pero desde los 12 años tenía una enfermedad mental que le impedía llevar su vida con normalidad.
Sus últimos días, además, fueron grabados por una cadena de televisión holandesa, que la siguió durante dos semanas para retransmitir el final de su vida.
En Holanda la eutanasia es legal en los casos en los que un médico esté de acuerdo en que el sufrimiento de la persona es insostenible. Aunque suele darse sobre todo en enfermos terminales, el caso de esta joven no es único, pues hay otras 82 personas en Holanda que fueron sometidas a eutanasia por razones de sufrimiento psiquiátrico.
Sin embargo, sus médicos habituales no compartían su decisión, por lo que la joven tuvo que recurrir a Levenseindekliniek, la clínica del «fin de la vida», en La Haya, donde encontró el respaldo del sanitario que le suministró el veneno.
Desde mi punto de vista primero a esta joven se le debió apoyar de otra manera con psicólogos y psiquiatras que le ayudaran a superar ese daño emocional y no físico que sufría para no tener que recurrir a este método tan drástico, además por tener enfermedad mental también valía la opinión de sus familiares.
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