¿Cuándo comenzó el declive de la argentina? Talvez la respuesta más certera sea desde su nacimiento el 25 de mayo de 1810, desde esa fecha hasta el presente nuestra historia está plagada de divisiones de toda índole, muchas veces promovidos desde extranjero.
Las divisiones de la argentina quedaron en evidencia en marzo de 1829 cuando San Martin intentó regresar a Buenos Aires, al saber que había vuelto a estallar la guerra civil. Permaneció a bordo de incógnito, aunque fue descubierto. Su antiguo subordinado, el general Juan Lavalle, había derrocado y fusilado al gobernador Manuel Dorrego, pero ante la imposibilidad de vencer en el conflicto, ofreció a San Martín la gobernación de la provincia de Buenos Aires, pero este juzgó que la situación que había llevado el enfrentamiento solo se resolvería por la destrucción de uno de los dos partidos. Respondió a Lavalle que: «el general San Martín jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos». Posteriormente se trasladó a Montevideo, donde permaneció tres meses, para finalmente volver a Europa.
Las discordancias vienen desde siempre, Juan Bautista Alberdi consideró a la Revolución de Mayo una de las primeras manifestaciones de las disputas de poder entre la ciudad de Buenos Aires y las del interior (uno de los ejes alrededor del cual giraron las guerras civiles argentinas). monárquicos y los federales en el congreso de Tucumán, La revolución federal en el litoral, El federalismo en el Interior, La Liga de los Pueblos Libres, La Anarquía del Año XX, Muerte de Güemes y anarquía en Tucumán, Guerra entre unitarios y federales, La Confederación y el Estado de Buenos Aires, La Revolución del '90, y así podríamos seguir nombrando conflictos internos llegando hasta la actualidad.
Desde la caída del régimen militar en 1983, y con la consolidación de la democracia, argentina ha entrado en un estado de libertinaje social y político, que paulatinamente han marcado junto con los gobiernos que se han sucedido, la destrucción de los sueños argentinos de llegar a un futuro próspero, el presente nos encuentra en un estado deplorable, tanto en nuestro conjunto como nación y estado. La actualidad nos muestra una sociedad dividida por dogmas políticos, ideológicos y sociales, todo ello explotado por el mundo de las grandes finanzas y corporaciones y auspiciado por el actual gobierno, el cual sencillamente se lava las manos ante los conflictos y necesidades sociales, utilizando como eslogan favorito el de “la pesada herencia”, usando también el discurso del anterior gobierno por el que se refieren a las otras clases sociales como un conjunto que solo busca trabar la gobernabilidad y poner palos en la rueda, pero si en algo coinciden el actual y anterior gobierno, como todos los que han pasado desde el regreso de la democracia es la costumbre de tirarse el “muerto” político, talvez no se han dado cuenta que su responsabilidad es la de gobernar para todo el conjunto nacional, no solo para el grupo que los haya elegido. Encontramos también que se ha cargado a la sociedad con el peso de los fracasos y los desguácese que cometieron quienes tienen y han tenido a su cargo el gobierno del estado, ¿acaso los argentinos no han elegido por el simple hecho de ceder en manos de sus dirigentes los deseos de un futuro próspero? Si hay algo que se les puede reconocer a los gobiernos pasados y al actual es la capacidad de destruir esos deseos hasta convertirlos en una especie de utopía inalcanzable, es fácil para un político pedir esfuerzo y sacrificio al ciudadano desde la comodidad de un despacho sin ningún tipo de necesidad, ¿no estamos cansados los argentinos de tener que pagar con trabajo y sudor los fracasos y robos de las clases dirigentes y sus amigos empresarios? Esa es una pregunta que cada argentino debe hacerse así mismo.
Solo el futuro sabe que nos espera en los años por venir, pero es necesario que los argentinos comiencen a replantearse ciertas cosas, dejar los dogmas y divisiones de lado, no podemos levantar las columnas de la patria mientras seguimos discutiendo como armar los cimientos, la única forma que la lógica y la razón nos dicta es la unión de la fuerza de todas sus clases sociales, y comenzar a entender que estas se complementan entre sí, el empresario necesita del trabajador y el trabajador del empresario, dejar de lado divisiones banales, y comenzar a exigir a quienes nos gobiernan en lugar de ponernos en papel de defensores, el futuro no está escrito pero con comenzar a replantearnos objetivos y el cómo alcanzarlos ya es un logro.
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