¿Qué es amar?
Puede decirse que, en el fondo, el pecado sólo dañó una cosa: el amor; y también puede decirse que la gracia de Dios, que Cristo ganó para nosotros en la Cruz, sólo restauró una cosa —y a través de ella, todas—: el amor.
Falta de amor: este es el nombre de la desgracia; plenitud de amor: este es el nombre de la Vida. Porque Dios es Amor.
En efecto, creados por amor y redimidos por amor, los seres humanos tenemos como primera referencia, como primer lenguaje, como única felicidad y como fundamental esperanza el amor. Nunca, pues, puede sobreestimarse su importancia en nuestra vida. Equivocarse en esto es equivocarse en todo.
Primera referencia, porque nuestro ser mismo no fue negociado sino simplemente otorgado, y dar, darse es como la naturaleza misma del amor. Lo primero, entonces, que nos pasó se llama «amor»; y a partir de ese primer y fundamental hecho miramos y valoramos los demás hechos.
Primer lenguaje, porque desde el momento en que el amor ha hecho posible la vida —mi vida y tu vida— desde ese mismo momento nos ha abierto a «lo demás» y a «los demás». Desde que somos instalados en el «ser» la única llave que nos abre se llama «amor». Los lenguajes que luego aprendemos: el de los gestos, las caricias, el llanto, las palabras, son siempre idiomas segundos cuya fuerza expresiva depende del idioma primero del amor. Cuando este falta o ha dejado serias deficiencias, ningún gesto, ninguna caricia, ningún llanto, ninguna palabra logra reemplazarlo.
Única felicidad, porque sólo en el amor se detiene nuestro connatural anhelo de ser felices. Mal se llama felicidad lo que tiene fin, lo que desilusiona, lo que se compra, o lo que no sacia. Pasa la vida, se agota la vida, se derrumba la vida, y sólo sigue llamándose «vida» lo que ha construido el amor.
Esperanza fundamental, porque el apetito de amar y ser amado es lo que esperamos en lo que esperamos. ¿Será aquí? ¿Será él? ¿Será ella? Todo depende de qué se responda a una pregunta: ¿me amará? Feliz quien puede responder «Sí, porque su Nombre es Amor.»
Preguntas para el diálogo
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¿Qué es lo que amas de una persona?
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Y en cuanto a las personas que dices amar, ¿qué amas en ellas?
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¿Consideras que amar tiene implicaciones? (menciona).
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¿Cuáles te parecen que sean las causas que hacen que no amemos o que amemos menos a las personas?
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Amar ¿te nace? ¿o lo optas, decides, procuras?
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¿Qué razón descubres para que el amor crezca en ti?
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Nombra a tres personas que amas y además lo saben; y tres que no lo sepan ¿Cuáles son las razones de ello?
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Nombra a tres personas que has dejado de amar o ames poco. Da tus razones.
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Menciona a tres personas que creas que te aman y por qué lo crees.
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Menciona a tres personas que piensas que no te aman y por qué.
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¿Cuál crees que es el lenguaje del amor? ¿Cómo descubres el amor?
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Describe a tu parecer el Amor Verdadero.
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¿Piensas que el amor hace libre o subyuga, domina?
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¿Consideras que el amor es inmutable, o que cambia en la medida que el ser crece en edad, madurez y conocimiento?
Oración
SALMO 34
GUSTEN Y VERÁN QUÉ BUENO ES EL SEÑOR.
Referencias
DE LA SAGRADA ESCRITURA:
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Podemos decir que la primera manifestación del amor de Dios es la del amor de quien se hace amigo. Abrahán, un pagano entre tantos, es llamado por Dios (Jos 24,2s) para ser su amigo (Is 41,8), a quien hace partícipe de sus secretos (Gén 18,17). De Moisés dice bellamente la Escritura que Dios hablaba con él como un hombre con su amigo (Éx 33,11). Y desde lo íntimo de esa amistad, Moisés descubre la inmensa ternura de Dios (Éx 34,6s). Los Profetas, confidentes de Dios (Am 3,7) se sienten a veces desgarrados (Jer 20,7ss) y a veces gozosos (Jer 20,11ss) de ese amor de predilección. Por eso el lenguaje profético hablará de Dios como de un esposo amantísimo que tiene que sufrir (Os 11,8) pero que también puede y quiere dar a su esposa un corazón nuevo capaz de amar (Os 2,21s; Jer31,3.20.22; Ez 16,60-63; 32,26s). Otras imágenes como la del pastor (Ez 34) y la de la viña (Is 5; Ez 17,6-10) expresan el mismo celo y el mismo drama.
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El Deuteronomio recuerda incesantemente que el amor de Dios a Israel es gratuito (Dt 7,7s) y que Israel tiene como primer mandamiento amar, amar a Dios con todo su corazón (Dt 6,5). Amor que ha de expresarse con actos de adoración y obediencia (Dt 11,13; 19,9) que suponen elegir radicalmente a Dios como mi Dios (Dt 4,15-31; 30,15-20).
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Israel, especialmente después del exilio, descubre cada vez más la vida con Dios como un diálogo de amor. Así, sin duda, relee la historia de los dos enamorados del Cantar de los Cantares, que se buscan y encuentran, movidos por un amor “fuerte como la muerte” (Ct 8,6). El judío piadoso sabe que Dios ama no sólo a todo el pueblo (Dt 4,7) o a sus jefes (2Sam 12,48s) sino a cada judío, sobre todo al justo (Sal 37,25-29; 146,8), al pobre y al pequeño (Sal 113,5-9). Poco a poco se abre camino la certeza de que Dios también ama a los paganos (Jon 4,10s) e incluso a toda creatura (Sab 11,23-26).
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El Nuevo Testamento es nuevo ante todo por una definitiva manifestación del amor de Dios en el hecho irrepetible e inconmensurable de la cruz de Cristo: “tanto amó Dios al mundo que le dio su hijo único” (Jn 3,16). Dios se ha acordado de su misericordia (Lc 1,54s; Heb 1,1); se ha dado a conocer (Jn 1,18); ha mostrado cuánto nos ama (Rom 8,39; 1Jn 3,1; 4,9) a través de la vida y muerte del Hijo a quien tanto ama (Jn 3,35; 10,17; 15,9; Col 1,13). Porque Jesús: pasó haciendo el bien (Hch 10,38; Mt 11,28), en un desinterés total (Lc 9,58); escogió gratuitamente a los que quiso (Mc 3,13) para hacerlos sus amigos (Jn 15,15s).
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La cruz es la epifanía del más grande amor. Totalmente libre (cf. Mt 26,53; Jn 10,18), a través de la tentación y del aparente silencio de Dios (Mc 14,32-41; 15,34; cf. Heb 4,15), en la radical soledad humana (Mc 14,50; 15,29-32), perdonando sin embargo y acogiendo todavía (Lc 23,28.34.43; Jn 19,26) llega Jesús al más grande amor (Jn 15,13). Entonces da todo, sin reserva, a Dios (Lc 23,46) y a todos los hombres (Mc 10,45; 14,24; 2Cor 5,14s; 1Tim 2,5s), de modo que, así como él nos ha amado, nos amemos unos a otros (Jn 13,34-35; cf. Lev 19,18).
DE DIVERSOS PENSADORES:
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Dios es amor. Pero el amor es vulnerable. Dios, de alguna manera, será siempre más débil que nosotros. —L. EVELY.
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Sepamos amar a nuestros enemigos más de lo que ellos nos detestan. —SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS.
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No es el odio quien vence al amor, sino un amor a otro. —SANTO TOMÁS DE AQUINO, O.P.
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La ciencia de Dios sondea la vida y no la colma; el amor de Dios la ilumina, la eleva y la llena. —FRAY ENRIQUE LACORDAIRE, O.P.
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Pensar es hermoso; orar es mejor; amar es todo. —ELISABETH LESEUR.
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El día en que no estemos ardiendo de amor, muchos otros morirán de frío. —F. MAURIAC.
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El amor no consiste en mirarse los dos el uno al otro, sino en mirar juntos en la misma dirección. —A. S. EXUPÉRY.
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Para el que ama, mil objeciones no llegan a formar una duda; para el que no ama, mil pruebas no llegan a constituir una certeza. —ANÓNIMO.
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Es casi imposible ocultar mucho tiempo el amor cuando existe, ni fingirlo cuando no existe. —LA ROCHEFOUCAULD.
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Señor, de ti no espero menos que amor. —FRAY NELSON MEDINA, O.P.
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Bien deseo que si a cualquier hora del día me preguntan: “¿Qué estás haciendo?”, pueda yo responder: “Estoy amando a Dios”. —SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS.