Convertido en Rey de Copas desde hace muchos años por méritos propios, el Barça dio un golpe casi definitivo ante el Atlético de Madrid en el Vicente Calderón para sellar su pasaporte a una nueva final. Lo hizo gracias a una majestuosa primera parte, dirigida por el Barenboim de Rosario, que propició un triunfo (1-2) también construido desde el sufrimiento final.El Barça atropelló al Atlético en la primera mitad. Como si fuera el tren de mercancías de “Imparable”, sin posibilidad de freno, irrumpió en el Calderón en un suspiro, arrasando con todo lo que tenía por delante. La alegría con la que los azulgranas hicieron circular el balón contrasta, y de qué manera, con la tristeza desprendida ante el Betis. Dos partidos que un marciano sería incapaz de creerse que los hubiera perpetrado el mismo equipo.El equipo de Simeone, con Juanfran incrustado en el centro del campo para ayudar a Vrsaljko en la defensa de Neymar, lleva casi todo el curso sin ofrecer esa serenidad, esa fortaleza, esa inexpugnabilidad propia de los rojiblancos en las últimas temporadas. Siguen siendo una escuadra temible, pero no hay rastro del equipo imbatible que ganó una Liga y alcanzó dos finales de Champions.Nadie personificó mejor la alegría del Barça que Messi, gigante de nuevo a orillas del Manzanares. La Pulga regateó a más rivales en la primera mitad que muchos equipos en su conjunto en toda la temporada. Un espectáculo futbolístico al que el Atlético asistía absolutamente indefenso. Cada vez que tocaba el balón, Messi dejaba en evidencia a todo votante de galardones individuales que no apostó por él. No hay nadie mejor que él. Ni en este mundo ni en cualquier otro.Bien asentado desde el inicio, el Barça encarriló la eliminatoria muy pronto. Mascherano, actuando de Busquets con nota más que alta, recuperó un balón y Luis Suárez lo transformó en gol con dos regates y una carrera ‘mesiánicos’. Una obra de arte que ya situaba a su equipo a pocos pasos de la final después de tan solo seis minutos.El equipo de Luis Enrique no se equivocaba nunca. Sabía cuando lanzar los contragolpes y cuando parar el ritmo del juego a base de circular el balón. Rakitic se reivindicó en el Calderón, enorme en defensa y muy activo en ataque, recuperando su mejor cara después de unas semanas en las que un desconocido había vestido su camiseta.La única nota negativa para el Barça fue la persecución de algunos jugadores rojiblancos hacia Neymar, a base de provocaciones y entradas con muy mala baba, todo con la connivencia de De Burgos Bengoetxea, incapaz de detener la caza y captura del brasileño, algo por desgracia habitual en los campos de la Liga de Tebas. El brasileño, por supuesto, acabó con amarilla. Ni siquiera hay disimulo.Simeone se desesperaba en la banda ante la superioridad del rival. Suárez, Neymar y Messi sembraban el pánico cada vez que mezclaban. Por la derecha, por el centro y por la izquierda. No podía el Atlético, que intentaba apretar el freno de emergencia sin éxito. El tren azulgrana no tenía ninguna intención de detenerse.
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