crónica del día

Hace más de 5 meses a quien llamaremos por seguridad “Juan “cruzo las siete rejas que hay que pasar para poder llegar a la entrada principal de aquel cementerio para vivos como lo suelen llamar quienes están en prisión. Bellavista, si aquel nombre que hasta suena bonito y quizá uno se imaginaria una bella y bonita vista, pero no, por el contrario, aquel lugar es oscuro, frió, sucio, donde se respira maldad, cargada de odios y mucho dolor, allí donde hay serios problemas de convivencia, donde la vida se acaba y los sueños se entierran. juan solo anhelaba, volver a sentir el olor a la libertad.

Llegue aquí el 20 de junio del año 2000, es decir han pasado 19 años y un par de meses por creer en un ciego amor, eso me paso, me enamore tonta y perdidamente de una mujer que era ajena, fui víctima por entregar mis sentimientos y ponerme a sus pies, caí en su juego y en su manipulación, me entregue tanto que ella me metió en el oscuro mundo de las drogas y el narcotráfico. fui condenado a 20 años por el delito de concierto para delinquir agravado, tráfico de estupefacientes y porte ilegal de armas.

Fue muy difícil adaptarme a este lugar, le preguntaba a Dios una y otra vez porque me había traído aquí , esta cárcel es una bodega para hombres , siempre pensé que las rejas jamás rehabilitarían y menos cuando se guardan a miles de hombres en lugar tan pequeño y destinado para un numero especifico , pero después entendí que desde muy pequeño era prisionero de la amargura y los resentimientos , llevaba una vida sin norte , estaba encarcelado por mis actos y era mi responsabilidad pagar por aquello que yo mismo había decidido.

Fueron años muy duros y difíciles, lejos de mi familia, pero a veces es necesario que la vida te golpee para que puedas aprender a las malas, lo que no quisiste aprender por las buenas, le permití a Dios que entrara a mi vida, que me restaurara, que dirigiera mi caminar y sobretodo que me permitiera sanar mi corazón, PERDONE, me perdone a mí y desde ese día comencé a ser libre aun estando en prisión.  

Hoy después de tantos años soy un hombre feliz, tengo una mujer que me ama, unos hijos a los cuales les enseño el verdadero valor de las pequeñas cosas, les hablo de mi experiencia y les digo con mucho amor que delinquir no paga. Tengo una fundación donde ayudo a las personas con realidad carcelaria, soy abogado, especialista en derecho penal y lo más importante y gratificante es que tengo a Dios en mi corazón y soy libre de todo aquello que una vez me llevo a estar en prisión.