"VENID Y VED"
Las Brisas News 
icono de búsqueda de contenidos

"VENID Y VED"

El Salvador nos invita a hacercarse a sus enseñanzas para disfrutar del camino de las bendiciones. solo se debe tomar la determinaciòn de buscarle con un corazon firme.

Besa | 9 jul 2019


"Las cosas destrozadas pueden repararse"

Jeffrey R. Holland

Of the Quorum of the Twelve Apostles

Cuando Él dice a los pobres en espíritu: “Venid a mí”, lo que quiere decir es que Él conoce el camino hacia la salida y hacia el cielo.

Las primeras palabras de Jesús en Su majestuoso Sermón del Monte iban dirigidas a los atribulados, los desalentados y los deprimidos: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Sean ustedes miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días o personas de entre las decenas de millares que nos escuchan y que no son de nuestra fe, me dirijo a los que se enfrentan con pruebas personales y dificultades familiares, a aquellos que se enfrentan con conflictos que se entablan en las solitarias trincheras del corazón, a aquellos que tratan de detener las marejadas de la desesperación que a veces nos abruman como si fueran un maremoto del alma.

A todos ustedes les ofrezco el remedio más seguro y más agradable que conozco, que se encuentra en el llamado fuerte y sonoro que nos hizo el Salvador del mundo al comenzar Su ministerio y también al finalizarlo. Se lo dijo a los creyentes y se lo dijo a los que no estaban muy seguros de creerle. Se lo dijo a todos, cualesquiera que fuesen sus problemas personales:

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”.

En esa promesa, la frase introductoria, “venid a mí”, es crucial; es la clave de la paz y del reposo que buscamos. De hecho, cuando el Salvador resucitado dio Su sermón a los nefitas en el templo del Nuevo Mundo, comenzó diciendo: “Bienaventurados son los pobres en espíritu que vienen a mí, porque de ellos es el reino de los cielos”.

Cuando Andrés y Juan oyeron por primera vez a Cristo, se conmovieron tanto que, cuando Él se apartó de la multitud, lo siguieron. Percibiendo que lo seguían, Jesús les preguntó: “¿Qué buscáis?”. Ellos le respondieron: “¿Dónde moras?”. Y Cristo dijo: “Venid y ved”. Al día siguiente, Cristo encontró a otro discípulo, Felipe, y le dijo: “Sígueme”. Poco tiempo después, llamó oficialmente a Pedro y a otros nuevos apóstoles con el mismo espíritu de invitación. “Venid en pos de mí”, les dijo.

Evidentemente, la esencia misma de nuestro deber y del requisito fundamental de nuestra vida terrenal ha quedado captada en esas breves frases de diversas escenas del ministerio terrenal del Salvador. Él nos dice: “Confiad en mí; aprended de mí; haced lo que yo hago; y cuando recorráis mi camino, entonces hablaremos de la dirección que vosotros seguís y de las tribulaciones y de las pruebas que encaráis. Si me seguís, yo os sacaré de la oscuridad”. Él nos promete: “Os daré respuesta a vuestras oraciones y descanso para vuestras almas”.

Mis amados amigos, no conozco otra manera de tener éxito y seguridad entre todos los riesgos y problemas de la vida, ni conozco otra forma de llevar nuestras cargas ni de hallar lo que Jacob, en el Libro de Mormón, llamó: “esa felicidad que está preparada para los santos”.

¿Y cómo puede uno “venir a Cristo” en respuesta a esa invitación constante? Las Escrituras nos dan muchos ejemplos y métodos, y ustedes ya conocen muy bien los más básicos. El primero y el más fácil es sencillamente el deseo del corazón, la forma más básica de fe que conocemos. “…aunque no sea más que un deseo de creer”, dice Alma, ejercitando tan sólo: “…un poco de fe…” dando aunque sea una pequeña cabida a las promesas de Dios, será suficiente para comenzar. El tan sólo creer, el tener aunque sea una “molécula” de fe —el simple hecho de tener una esperanza en cosas que aún no hemos visto en la vida y que, sin embargo, realmente existen— ese paso sencillo, cuando se centra en el Señor Jesucristo, siempre ha sido y siempre será el primer principio de Su Evangelio eterno, el primer paso para salir de la desesperación.

Temas relacionados:

Opiniones de este contenido

Esta web se reserva el derecho de suprimir, por cualquier razón y sin previo aviso, cualquier contenido generado en los espacios de participación en caso de que los mensajes incluyan insultos, mensajes racistas, sexistas... Tampoco se permitirán los ataques personales ni los comentarios que insistan en boicotear la labor informativa de la web, ni todos aquellos mensajes no relacionados con la noticia que se esté comentando. De no respetarse estas mínimas normas de participación este medio se verá obligado a prescindir de este foro, lamentándolo sinceramente por todos cuantos intervienen y hacen en todo momento un uso absolutamente cívico y respetuoso de la libertad de expresión.




 No hay opiniones. Sé el primero en escribir.


Escribe tu comentario
* Datos requeridos
Título *
Contenido *
Tu nombre *
Tu email *
Tu sitio web
 
Te recomendamos...
MEXICO EN EL PUEBLO
https://press.parentesys.com/46514/
ANTONIO ESCOHOTADO
https://press.parentesys.com/256/
Las revoluciones de la edad moderna
https://press.parentesys.com/45286/
ElGanchoSocial
https://press.parentesys.com/49170/
Xtreme News
https://press.parentesys.com/30094/