"Olvidame"
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"Olvidame"

En un futuro la tecnología ha avanzado a gran escala y con ello, las nuevas técnicas han mejorado, la clonación es ahora una realidad que pone en disputa la moral. Rent es un chico que esta en contra de la organización "Segunda vida" Y detesta a todos aquellos que decidieron abandonar sus vidas. Con un pasado tortuoso, llega a la conclusión de que la única forma de evitar el dolor es evitar entablar una relación con las personas, hasta que aparece a su vida Raizel Brown, una chica a favor de la organización encargada de la clonacion y muerte digna. Sus pensamientos chocan al instante y las convicciones de ambos tambalean al conocer a fondo las razones de cada uno. ¿Que esconden estos dos chicos? ¿Porque Rent se empeña en repudiar a esta organización? ¿Porque Raizel los defiende con determinación? A veces el olvido, es la mejor opción.

6 nov 2019

Capítulo 1

Capítulo I: Decisiones

Luces, destellos que se mezclaban entre la luz natural y artificial, creaban justamente el escenario perfecto para un debate entre la evolución de la ciencia y el límite moral de la vida. Todo el mundo había estado avanzando en la tecnología y lo que por muchos años se creyó un sueño, por fin estaba llegando a ser una realidad. Una realidad que ponía en duda la moral de las personas y las ponía en una nueva disputa.

Las gotas de lluvia descendían y tomaban fuerza con el pasar de los segundos, las personas corrían para refugiarse dejando las calles vacías, la fiereza de las gotas hacía imposible el ver tras ellas, cualquiera hubiera corrido para evitar empaparse. Aunque, justo a delante de un gran vidrio, en una tienda de electrónicos, los ecos de los televisores encendidos retumbaban con la misma intensidad que el caer del agua.

“Si ya no tienes salvación, y morir es tu única opción. Nosotros somos la solución, no te quedes con dolor.” Existe una segunda oportunidad a la vida.

La voz de aquel doctor que había causado polémico en los últimos meses seguían estando presente, como una propaganda de comercial, el hombre ofrecía sus servicios para los desahuciados. Esas simples palabras habían llegado al corazón de muchas personas y en otras, el rechazo era inminente.

Sin embargo, la voz de aquel hombre había logrado llegar a los oídos de una joven chica, la cual no había deparado en detenerse a contemplar por completo el anuncio. Su cabello castaño se aferraba a su joven rostro, sus ojos marrones y decaídos parecían recobrar una chispa de esperanza, y aquella sonrisa que alguna vez la caracterizó, de nuevo parecía querer presentarse.

Cuando mueres, simplemente desapareces, tu sufrimiento se pierde, pero, aquellos que aún permanecen cargan con ese dolor por siempre. Deja una huella en el mundo y evita la herida que no cicatriza.

La mente de aquella chica se encontraba en un completo dilema, sabía muy bien que su tiempo de vida estaba contado, que al igual que la ciencia buscaba nuevas tecnologías y curas, de esa misma forma las enfermedades evolucionaban y la suya, era de aquellas que no tenían salvación. El recuerdo del primer desmayo en la clase de deportes se hizo presente y con ello, la fatal noticia de que su tiempo estaba reducido a 1 año con tratamientos.

En ese tiempo, ella había decidido luchar hasta el final, no deseaba dejar a su madre sola, el solo pensar en esa escena la llenaba de dolor e ira, sin embargo, cuando comprendió lo que implicaba la medicación, notó que aquello era una vida artificial, que simplemente estaría alargando algo que era inevitable. Comprendía la magnitud de su decisión, aun así, estaba dispuesta a vivir los 8 meses que su cuerpo le brindará de forma suficiente y luego, moriría de forma digna. Moriría sin que su madre la viera sufrir, moriría con una sonrisa ya que sus arrepentimientos se desvanecerían, sería hasta el último instante Raizel Brown, la chica alegre y optimista que siempre había sido.

“Dormiré por toda la eternidad mami” Su voz aun sonaba en sus oídos, sus propias palabras eran tan difíciles de sostener con el pasar de los días.

Una muerte digna, la Eutanasia.

Una simple palabra que había causado un debate entre grandes médicos. Raizel no podía comprender la razón del porqué, al final, el único que tenía el derecho de decidir sobre el destino de su vida, era justamente el dueño de ella. Luego aparecieron otras polémicas, justa la que envolvía al tan conocido médico Laurence Morgan, el genio que daba el comienzo de una nueva oportunidad: La clonación.

Éticamente se alegaba que atentaba contra la identidad de los individuos y que, era algo mal visto por Dios. A pesar de las tantas críticas, Laurence continuaba revolucionado al mundo científico. Múltiples personas de diversas partes del mundo llegaban a Japón en su búsqueda. En donde algunos encontraban engaño, otros divisaban esperanza.

Y Raizel no era la excepción, sus pasos la habían llevado a la entrada del gran edificio donde se encontraba Laurence, la compañía “Segunda Vida”, el lugar que brindaba una nueva oportunidad, esta oportunidad no era para el paciente, más bien lo era para los familiares, como una forma de poder sobrellevar el dolor que se vendría con la partida del enfermo.

La decisión ya estaba tomada, Raizel tenía en claro lo que haría. Si era capaz de aliviar el dolor de su madre, por ella estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario. Ya lo había hablado con ella, sabía muy bien que Ross Brown era una mujer fuerte ante los problemas, sin embargo, la idea de perderla, de no volver a ver a lo único que le quedaba en el mundo, logró desestabilizar toda firmeza de la mujer hasta romperla por completo.

Ninguna madre desea ver morir a su hijo 

La entrada giratoria se movió de imprevisto captando la atención de la chica, la lluvia había descendido pero las gotas aún caían con brusquedad, de forma brusca un chico salió del edificio, su postura estaba tensa, su mirada destilaba rabia, una furia que iba en aumento. Raizel apenas pudo notar por el rabillo del ojo su cabello negro, el cual perdió volumen al entrar en contacto con las gotas de lluvia.

La indignación, el dolor, la ira, el resentimiento y la tristeza, todo manchaba la mente de aquel chico que había salido con brusquedad y velocidad del edificio, recordar aquel consultorio solo le generaba náuseas. La compañía “Segunda Vida” tan solo había arraigado dolor a su mundo, de la misma forma que lo hacía con todo aquel que hiciera contacto con ellos.

—Señorita Raizel—Llamó con amabilidad una joven mujer, era una de las tantas secretarias del edificio “Segunda Vida”—El doctor Laurence espera por usted.

Raizel se puso de pie, sostuvo entre sus manos una fotografía en donde estaba ella y su madre, las dos sonriendo, las dos alegres y ajenas a la situación actual. Eso bastó para seguir adelante, para dejar su destino en manos de la compañía del revolucionario médico Laurence Morgan

 

Capítulo II: Problemas

Seis meses después

Todo rastro de la lluvia parecía esfumarse hasta convertirse en una brisa nostálgica, el aroma tan peculiar del otoño se desprendía durante las mañanas dando señal de que la estación estaba por cambiar a la de un torbellino gélido.

Durante este tiempo, la mayoría de los jóvenes invertían su tiempo en fiestas o con los amigos, las risas y diversiones no paraban en cada instante. Era por ello que ver la biblioteca con limitados números de estudiantes en ella no era una sorpresa para nadie. Y era justamente por ello que Rent elegía aquel lugar para evitar entablar conversación o socializar, hablar para él nunca había sido un problema, era muy bueno al momento de expresarse y parecía un don tan peculiar suyo, pero, durante los últimos meses las relaciones e interacciones humanas tan solo habían marcado dolor a su existencia.

Todas aquellas personas en las que creyó y necesito, no vio a ninguna en ese día tan peculiar que genero una mancha en su memoria. Pensar en ellos le generaba un dolor que sustituía con rabia hasta desvanecerla a simplemente nada, y eso era mucho peor, el simplemente no sentir.

Rent se puso de pie, tomo la mochila y colgó el tirante oscuro detrás de su hombro, camino con total desanimo hasta dirigirse a uno de los grandes estantes, deslizo uno de los libros que había tomado sin siquiera fijarse de que trataba, en realidad solo necesitaba una excusa para permanecer ahí. Lo había hecho durante los últimos meses y le había funcionado de maravilla, nadie hasta ahora había tenido la curiosidad por entablar conversación con él, y era lo mejor, ya que de ocurrir lo contrario, tendría que hacerse el desentendido o ignorar al alma que osara perturbar su paz.

—¿Qué es eso? —murmuro para sí mismo mientras clavaba la mirada oscura en una pequeña libreta que se encontraba en el suelo.

El chico se inclinó y tomo el objeto entre sus manos, miro la pasta e intento buscar algún indicio que revelara al dueño, al no notar nada que le diera pistas, abrió las páginas y miro el contenido. La tinta rosa y lila mareaban su mente y le producía una mueca de disgusto, ojeaba las hojas sin detenerse hasta que una frase llamo su atención.

“Estoy enferma y moriré”

Rent frunció el ceño por desconcierto. ¿A quién pertenecía la libreta? El color de aquella frase era diferente, su tono era oscuro, tan inusual en todo el arcoíris que adornaba el papel.

—¡La encontraste! — una voz risueña resonó en el silencio

Rent giro la vista hasta dar con la dueña de la voz, su mirada recayó en una chica de complexión media, era más baja que él y tenía una mirada dulce, tan dulce que solo le indicaba algo: PROBLEMAS.

—Deberías ser más cuidadosa— dijo Rent dándole la libreta.

No la miro a los ojos y paso de lado dispuesto a marcharse.

—Lo sabes ¿verdad? — afirmo sin reproche la chica— Leíste lo que decía

—No sé de qué hablas— se limitó a decir el chico cortando la conversación.

Era mejor fingir que no sabía nada, al final, tampoco era como si pudiera hacer algo y tampoco era como si quisiese hacerlo, era una completa extraña y más problemas con los cuales lidiar era lo que menos necesitaba en su vida.

“No involucrarse más de lo necesario” Es lo último que repitió en su mente al salir de la biblioteca.

El timbre de la última clase era el sonido de gloria para todos los estudiantes que se aferraban a la idea de sobrevivir, el sonido de la libertad era la señal de que la jornada estudiantil había acabado. Mientras muchos quedaban para ir al Karaoke o a comer, Rent tan solo ignoro a la fila de compañeros que hacían planes entre ellos.

Reviso la hora en su celular y la presión de perder el tren se desvaneció, el tiempo estaba perfectamente equilibrado y llegaría puntual a su trabajo de medio tiempo, el cual llevaba realizando desde hace un mes. Su vista no tardo en distinguir la figura femenina que se mecía con lentitud, de seguro al ritmo de la música que escuchaba a través de sus auriculares, la melena castaña caía como una cascada y las hebras se filtraban con el soplo del viento.

El chico evito hacer contacto visual, paso de lado dispuesto a ignorar la presencia de aquella chica rara, pero fue interceptado por ella.

—¡Hola! — exclamo retirando los auriculares de un tirón— Me llamo Raizel Brown, hace un rato no pude presentarme.

Rent respiro profundo y rodeo a la chica para continuar su camino

— ¿Cómo te llamas? — pregunto con interés en los ojos mientras caminaba detrás de Rent

—Podrías dejar de seguirme— soltó Rent con firmeza, estaba llegando a su límite.

Cualquier persona hubiera desistido ante aquellas palabras, Rent estaba seguro que su tono bastaría para dejar en claro su molestia. Lo que no contaba el chico, era que Raizel era mucho más insistente de lo que parecía.

Y la imagen de la chica sentada en una de las mesas del lugar de trabajo de Rent, dejaba en claro que no desistiría y que se volvería en un problema de carácter mayor.

 

Capítulo III: Humanidad  

Pancartas y voces firmes se levantaban con fiereza ante la compañía “Segunda Vida”, el descontento de las personas con aires conservadores iba en aumento y enfrentaban los avances de la ciencia.

“Solo existen una vida” “Solo existe un ser humano” “No a las copias” “Asesinos”

Eran tan solo algunas de las frases que podían visualizarse en la gran pancarta que colgaba de la multitud. Entre ellos, la voz de una chica resonaba con más fuerza, a pesar de su pequeña y aparentemente frágil estatura, lograba ponerse al frente y alzar la voz con determinación, su cabello oscuro y lacio se mecía al compás de sus expresiones de disgusto.

—No podemos permitir que “Segunda Vida” siga creando imitaciones— grito con coraje captando la atención de pocos— No podemos dejar que siga robándole la vida a los enfermos y que nos dejen en su lugar falsas imitaciones. ¡No queremos copias! Exigimos que dejen descansar en paz la memoria de nuestros seres queridos.

Con esa última frase, todos gritaron al unísono junto a la chica, todos estaban prolongando su dolor, todos estaban en contacto con algún clon de alguien que había impactado en su vida. Y la idea de ver a alguien que ya no está, solo era una tortura que extendía la falta de resignación.

Los ojos de Rent se fugaron por un leve instante a la turba, el edificio estaba bloqueado por militares que la misma empresa había organizado, sabía que era imposible para un grupo entrar, aun así, eso no les impediría exponer su disgusto.

Rent tampoco estaba de acuerdo con la empresa “Segunda Vida”, los repudiaba por lo ocurrido hace meses atrás, la imagen de él gritándole a la cara al jefe mayor aún se presenciaba en su memoria.

“Esto no es humanidad, esto es generación de odio” con esa frase, pudo notar la mirada decaída de Laurence, estaba afectado, aunque se encargó de no demostrarlo.

En los últimos 5 años, los clones habían hecho acto de presencia en la sociedad debido a una rara enfermedad, aquella prometía arrebatar los años de vida a su portador y descomponer su cuerpo de forma inimaginable, los gritos desesperanzadores hicieron acto de presencia en múltiples familias, todo parecía indicar que la causa había sido provocada por un accidente de una base militar estadounidense, la cual se había fugado a través del aire hasta invadir el mundo. Era extraño, aquellos con sangre y genes débiles, eran más propensos a enfermar, el mundo estaba por sumirse en un caos y una guerra parecía asomarse hasta que, “Segunda Vida” hizo acto de presencia y se mostró como un salvador.

Ofreció una “Muerte digna” a los desahuciados y a los familiares, les brindo a través de la clonación una forma de alivianar el vacío. El dolor por perder a un familiar es desgarrador, pero la enfermedad no sabía de edades, incluso niños, bebes y padres, todos caían por igual. Y las personas con emociones frágiles se apoyaron de esta organización.

—¡Suéltame! ¡suéltame! — rechazaba con disgusto la chica con cabello oscuro mientras pataleaba para evitar el agarre de un chico mucho más grande que ella— Tengo que seguir aquí, tu no lo entiendes.

—Ya basta Lyrina— respondió el chico alejando a la que al parecer se llamaba Lyrina

—Esto no es real, abre los ojos hermano— chillo Lyrina con lágrimas en los ojos.

El chico se detuvo, ya la había alejado lo suficiente de la conmoción, soltó el cuerpo de la chica y la miro de forma afligida

—También me odiaras— la voz del chico se quebró— Por haber elegido esa compañía— Me odiaras de la misma forma en la que lo odias.

—¡No! — la voz firme de Lyrina dejo en claro sus sentimientos—Jamás podría odiarte, eres mi hermano y por eso, debe haber otra alternativa. No quiero un sustituto tuyo, te quiero a ti.

—Eres fuerte Lyrina, y sé que puedes sobrellevar mi perdida, pero, ella no podrá

Lyrina comprendió a quien se refería, estaba pensando en su abuela, la mujer que más los amaba en el mundo, perderlo implicaría perderla a ella igualmente, y con una muerte era suficiente.

El llanto de Lyrina se mezcló con los gritos de disgusto de la multitud.         

 

Capítulo Iv: Vacío   

Durante los últimos meses Rent había permanecido solo, sin compañía, como si todos se alejaran de él. Todo eso estaba cambiando debido a Raizel, desde que la conoció, la chica no dejaba de visitarlo en el trabajo y en la escuela. Para su fortuna estaban en aulas distintas y era el único momento en el que no tendría que soportar lo irritante que le resultaba.

—Japón es realmente bello— Raizel caminaba de espaldas, para mantener la mirada en Rent

—Entonces no eres de aquí— afirmo Rent, el tono de Raizel le había dado ese indicio.

La chica había logrado un gran avance, había conseguido entablar conversaciones con Rent, quien sabía que, de no contestar, hablaría hasta dañarles los oídos.

—No, me mude hace un año— menciono con una sonrisa— Vine buscando a alguien.

—Suficiente— la interrumpió Rent, no deseaba adentrarse a más detalles, eso solo haría más profundo el insistente vinculo que la chica había creado.

Raizel noto la intensión de Rent, aun así, hizo caso omiso a sus palabras.

—Vine a buscar a la compañía “Segunda vida”

Rent se tensó, dejo de caminar y apretó los dientes al oír el nombre de aquella empresa. Una sonrisa torcido similar a una mueca emano de sus labios

— Entonces— dijo el chico en un hilo de voz—¿Eres una desahuciada o una copia barata?

El chico no se molestó en esconder su disgusto, detestaba a los clones y a todo relacionado con aquella empresa. Estaba preparado para recibir una cachetada o al menos, un reproche. Se quedó pasmado cuando no llego ninguno.

—Ninguno de los dos— soltó con naturalidad la chica, como si fuera un tema de lo más común— “Segunda Vida” realmente está buscando la forma de salvar a la humanidad

Eso basto para hacer explotar a Rent

—¿De que forma? ¿Creando copias similares de personas fallecidas? — ataco con enojo— Porque por si no lo sabes, un clon puede ser igual físicamente, sin embargo, la ciencia aún no ha perfeccionado el hecho de preservar la esencia individual. Para las personas es duro el ver de nuevo a una ser que sabes que no es el mismo, es una tortura.

—Pero fue una solución— defendió Raizel— Fue la única forma de calmar a la sociedad y evitar una catástrofe

—Más bien solo la han estado prolongando —refuto el chico— Es cuestión de tiempo para que todo estalle.

Sin decir nada más evito a Raizel y siguió su camino, la chica no lo siguió, había notado una gran tristeza emanar de las pupilas de Rent, incluso ella sabía cuándo era necesario dejar a una persona en soledad.

Apenas arribo a su casa, Rent se dejó caer furioso al suelo de la entrada, se sentó mientras su mirada se filtraba en cada rincón del lugar, de un lugar que era tan familiar en sus recuerdos pero que, no causaba emociones en él.

“No me toques” “Tú no eres mi hijo” la voz de la mujer a la que llamo madre lo golpeo con fuerza. Y aunque no quisiera, esa era la razón por la que odiaba a “Segunda Vida”, él también había sido detectado con esa enfermedad y no deseaba dejar a su madre en soledad, por eso decidió dejar un remplazo. Tenía las memorias del verdadero Rent Maddox pero no su esencia, y su madre lo noto.

Cuando lo hizo, todo su odio recayó en él, ese dolor había llevado a su madre al suicidio, dejándolo como único culpable de toda la situación, sus amigos veían al chico original y no a él, cumplir las expectativas era agotador y desgastante. Incluso su mejor amiga Lyrina, lo había odiado por no ser el verdadero Rent. Todo había azotado su vida hace unos meses y al final, decidió desahogarse ante Laurence, descargo toda su ira.

Para Rent, los clones no debían existir, ya que estaban usando una identidad y una vida prestada, no tenían un lugar en la sociedad, solo intentaban remplazar el de alguien más.

Los ojos de Rent se empañaron, dejo que las lágrimas recorrieran sus mejillas, tenía sentimientos, eso estaba en claro, pero sabía que los clones no eran idénticos de forma emocional a sus originales.

Con la vista aun nublada, Rent se puso de pie, tomo el control y encendió el televisor, necesitaba despejar sus pensamientos y el ruido era la mejor forma de lograrlo. Aunque para su desconcierto, eso al parecer no sería posible, ya que Raizel estaba en todos los canales por los que se mirara, y parecía tener una noticia al mundo.     

 

 

   Capítulo v: Vive

Raizel estaba nerviosa, su cuerpo temblaba y la inseguridad se marcaba en su joven rostro, estaba siendo impulsiva, sabía que no era el momento adecuado pero las palabras de Rent le hicieron darse cuenta del dolor de los “segundos”, justo como “Segunda Vida” había decidido llamar a los clones.

No fue fácil convencer a Laurence y tampoco parecía poder lograrlo hasta que el nombre de Rent pareció convencerlo.

Raizel miro la cámara, respiro hondo y se preparó para mirar al mundo.

—Sé muy bien el desconcierto que en estos momentos surca su mente, pero estoy aquí para dar un mensaje en honor a la empresa “Segunda Vida” y sobretodo, para abrir un paso a los segundos, a aquellos que han sido catalogados como “copias” o “imitaciones”. A todos ellos quiero decirles que, el objetivo de esta organización no fue el hecho de que ustedes tomaran el lugar de alguien más, el verdadero objetivo del señor Laurence fue que ustedes, lograran abrir un paso a la resignación de forma lenta, que con el pasar de los días, las personas se dieran cuenta de la verdadera ausencia de sus seres queridos. Fue una gran carga la que tuvieron sobre sus hombros y las fallas fueron inevitables, aun así, también existieron aquellas personas que lograron comprender el objetivo real de esta organización

Todas las personas de Japón y el mundo se habían detenido para escuchar a Raizel, sin importar las distinciones, todos la escuchaban. Lyrina y su hermano, por primera vez estaban atentos a las noticias.

—Es realmente imposible crear a un ser humano completamente igual a otro, no existe una esencia repetitiva. Es por ello que le pido a la sociedad que deje de alejarlos, también son parte de nosotros y merecen un trato igual — la firmeza de la voz de Raizel lograba suavizar los corazones de las personas— No es fácil despertar de la nada y tener recuerdos de alguien más y sobretodo, tener que fingir ser esa persona, ya que esa presión, no fue impuesta por Laurence ni por ningún miembro de esta organización, fueron ustedes, las personas cercanas quienes deseaban vivir en una mentira. Es por ello que hoy, les pido que dejen ir la memoria de ese ser que amaron y que acepten a esa parte que dejo, como un miembro más. Ya que fueron ellos quienes decidieron esto por ustedes, esos clones fueron dejados para ustedes.

Lyrina rompió en llanto al oír aquellas palabras, imagino todo lo que le había dicho a Rent y no deseaba que una parte de su hermano sufriera lo mismo. Recordó las razones que Rent había tenido, nunca fueron malas, solamente intentaba alivianar el sufrimiento que dejaría su partida.

—También, deseo comunicarle al mundo que una cura para la enfermedad está siendo evaluada por el doctor Laurence— un silencio total se presentó en todo el mundo.

Lyrina abrió los ojos como platos y miro con esperanza a su hermano, quien seguía pasmado ante lo que había escuchado.

—La cura ya es una realidad, el doctor Laurence llevaba trabajando con ella por mucho tiempo, los resultados no eran favorables pero ahora, puedo garantizar su efectividad, como una prueba de ello— Raizel recordó como había llegado sin esperanzas de vida hacia Laurence, el cómo estaba dispuesta a hacer lo mismo que todos habían hecho, pero las palabras del hombre y la esperanza de intentar salvar la vida de muchos, la llenaron del valor para arriesgarse aun con tantos factores de riesgo— También estuve enferma, y llegue dispuesta a acabar con mi sufrimiento y también estaba pensando en clonarme para no dejar sola a mamá, pero Laurence menciono una oportunidad que podría abrirle una esperanza al mundo, los riesgos eran grandes y al final, mi vida podría terminar con las pruebas, aun así, no había otro camino. Y por esa decisión, hoy puedo estar aquí presente y dándoles esta noticia.

Lyrina se dejó caer al suelo, lloro a mares y agradeció a los cielos, todos los enfermos vislumbraron esperanza y las familias volvieron a creer.

—Dejemos descansar a los que ya no están, olvidemos todo el rencor y odio que acuna nuestro corazón, olvidemos, porque el olvido es también una forma de libertar— menciono Raizel con optimismo—Dejemos de dividir a los que han nacido a través de esta catástrofe. Tanto a los que están enfermos como a los segundos, quiero decirles que Vivan, sin importar lo que ocurra, no se dejen vencer y creen su propia vida. ¡Vivan!

Es así como la transmisión termino, y la sociedad vio un nuevo por venir. Las familias estallaron en felicidad y la noticia no dejo de transmitirse por todos los canales.

Raizel había deseado llegar a los corazones y al parecer lo había logrado, pero, en el fondo, deseaba alcanzar a Rent, ella ya sabía que el chico era un clon, lo supo desde el instante en el que lo vio debido a que había visto una fotografía suya en un archivo de la empresa. Fue una total sorpresa para ella que justamente él hubiera recogido su libreta, la libreta que siempre llevaba consigo como un símbolo de sus recuerdos, era un diario en donde había dejado los acontecimientos más importantes y que la habían marcado. Cuando se curó, decidió no escribirlo, porque de hacerlo, corría el riesgo de que la noticia se disipara y aun no era el momento. Tampoco podía decir que había estado enferma, porque el tiempo no cuadraría, la enfermedad solo daba como máximo 1 año de vida. Es por ello que apenas la detecto, no deparo en buscar a Laurence para dejar todo en orden, sin contar que aquel médico le daría un milagro. 

Apenas salió Raizel de la empresa, visualizo una silueta masculina apoyada en una de las paredes, se trataba de Rent quien había estado esperándola.

—Lo escuchaste— dedujo Raizel

—Todo el mundo lo hizo— soltó Rent quien aún miraba el cielo teñido de estrellas.

—¿Y qué harás ahora? — pregunto con curiosidad la chica

—Justo lo que dijo una chica muy molestosa por la televisión— soltó Rent con sarcasmo.

Raizel sonrió ante sus palabras y una calma invadió su corazón 

—Vivir— dijo Rent con tranquilidad por primera vez en mucho tiempo.

Esta era una segunda oportunidad a la vida

FIN

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