En un pueblo de Yucatán donde el transporte y la comunicación apenas llegaba y donde los árboles eran tan altos vivían don José y su familia. El señor José era un viejo campesino que podía darle de comer a su familia gracias a la cosecha de maíz, calabazas y otros frutos que más tarde tenía que llevar a vender ala capital del estado en su vieja y destartalada camioneta.
La familia del campesino estaba conformada por cuatro integrantes, su esposa doña María y sus dos hijos Juan y Lily eran una familia muy humilde y hasta cierto punto muy feliz pues, aunque no tenían mucho dinero se tenían a ellos como familia que es lo que mas les importaba. Un día cuando don José y sus hijos terminaron de cosechar las calabazas y el maíz don José tomó su camioneta y la llenó de toda su mercancía para poder llevarla a vender a la capital.
Su viaje hasta la capital fue muy largo. Duró casi cinco horas. Al llegar a la capital, fue a donde siempre le compraban su mercancía a un my buen precio, pero antes de poder entrar a aquel lugar un hombre capitalino con buen porte y mal intencionado se interpuso en su camino.
-Buena cosecha- dijo el hombre- Mi nombre es Mario Manzanilla.
-Pos, es lo único que ha dejado este año- contestó don José- las condiciones climatológicas no favorecen el sembradío, por fortuna tenemos un pozo cerca de nuestros sembradíos y así podemos halar muchas tinajas de agua para regar.
-Con mas razón, es una excelente cosecha- respondió Mario- Me gustaría visitar tu granja.
-Pues solo déjeme vender estas calabazas y elotes y con gusto le llevo pa´ ahí- finalizó el campesino.
El campesino vendió toda su cosecha y se subió a su camioneta junto con el señor Mario. Cuando llegaron a la granja se bajaron de la camioneta y entraron a sentarse a la casa en donde estuvieron platicando durante casi una hora y luego salieron a donde don José tenía sus sembradíos. El señor Mario miró y tocó las tierras y muy sorprendido dijo:
-Te propongo un trato campesino, ¿Te gustaría ganar mucho dinero sembrando y cosechando? -
-Pos, si- dijo don José
-Bien, te daré unas semillas las cuales sembrarás y cuidarás yo vendré cada tres meses a buscar la cosecha y te daré tu pago- dijo el señor Mario.
-Pos, esta bien- dijo el humilde campesino José muy emocionado porque tendría una mejor calidad de vida.
El señor Mario pidió la camioneta de don José y se fue de vuelta a la capital.
Don Jose muy feliz y emocionado comenzó a arar sus tierras y a sembrar las semillas que le habían dejado. Pasaron tres meses y la cosecha ya había crecido muy bien.
El señor Mario regresó a buscar la cosecha.
-Bien, bien campesino, te han quedado muy bien las plantas- dijo el señor Mario- aquí tienes de vuelta tu camioneta y tu pago.
-Gracias- dijo don José muy feliz.
-Te dejare otras semillas, siémbralas y yo vendré en tres meses a buscar la cosecha- respondió el señor Mario.
- ¿pero porque tanto dinero si son solo unas simples plantas? - preguntó don José.
-Son especias para comidas muy costosas- dijo el señor Mario muy nervioso.
Así paso casi un año sembrando y cosechando las semillas que le dejaban hasta que en un día un helicóptero pasó por encima de la granja de don José y dejó descender a más de diez soldados armados. Los soldados aseguraron la zona, tomaron fotografías y a don jose y a su familia los llevaron a la capital.
Don José y su esposa fueron condenados a cuarenta años en prisión por siembra y venta de marihuana y sus hijos fueron puestos a disposición del estado separándolos así de sus padres. La familia de don José fue juzgada sin averiguaciones. El señor Mario que le proporcionaba las semillas, el siguió disfrutando de su libertad, engañando y aprovechándose de otros humildes campesinos.
Por: Omar Canul Canche
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