Los ambientes constructivistas de aprendizaje proveen múltiples representaciones de la
realidad.
Estas múltiples representaciones evitan la sobresimplificación y representan la
complejidad del mundo real.
Los ambientes constructivistas de aprendizaje enfatizan la construcción del aprendizaje en
lugar que la reproducción del mismo.
Enfatizan las tareas auténticas en un contexto significativo, en lugar de la instrucción
abstracta y fuera de contexto.
Proveen ambientes de aprendizaje como situaciones de la vida real o estudios de casos en
lugar de secuencias predeterminadas de instrucción.
Promueven la reflexión de las experiencias.
Permiten la construcción de conocimientos dependiendo del contexto y del contenido.
Apoyan la construcción colaborativa del conocimiento a través de la negociación social,
no de la competencia.
Los enfoques constructivistas orientan diferentes estrategias de
evaluación. Privilegian el papel activo del alumno como creador de
significado, la naturaleza autoorganizada y de evolución progresiva de
las estructuras del conocimiento, es decir abordan la evaluación
formativa.
La evaluación, por tanto, debe estar orientada a evaluar los procesos
personales de construcción personal del conocimiento.
La evaluación formativa se entiende como un refuerzo que ayuda al
alumno a reconstruir el tema de evaluación y como parte del proceso
generador de cambio que puede ser utilizado y dirigido a promover la
construcción del conocimiento.
las técnicas constructivistas enfatizan la evaluación del desarrollo.
En el enfoque constructivista, se centra la atención en el nivel de análisis,
por lo tanto las capacidades del alumno para clasificar comparar y
sistematizar son claves para la evaluación formativa.
Esta forma de evaluación obtiene de los alumnos un conjunto de
construcciones personales y únicas con las que estructuran su propio
conocimiento, mientras que la evaluación tradicional sitúa a los alumnos en
un conjunto de construcciones validadas externamente.
La evaluación en este marco tiene la intención de dar a los estudiantes una oportunidad para seguir
aprendiendo; esto exige que el profesor reconozca las diferencias individuales y de desarrollo de
intereses, capacidades, destrezas, habilidades y actitudes. Así, la evaluación debe partir verificando
lo que los alumnos ya saben (evaluación diagnóstica).
• Los conocimientos adquiridos y la capacidad de los alumnos para aplicarlos en situaciones
variadas.
• El desarrollo de destreza, habilidades y cambio de actitudes.
• Si los alumnos son capaces de establecer una relación con el conocimiento que difiere de la que
demanda el profesor.
• Si los alumnos contribuyen a aportar un nuevo significado al
conocimiento, alterando incluso la dinámica de la interacción
establecida por el docente en el aula.
• La validez de construcción debe verificar si se está evaluando lo que
realmente se espera que los alumnos construyan, lo que implica una
clara definición de capacidades; una declaración explícita de las
normas, que deben ser justas para los alumnos; una clara definición
de criterios de evaluación, cuando será considerada una construcción
buena, mala o regular; e instrucciones comprensibles para la
comunicación de los aprendizajes.
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