EL MUNDO NO ES TAN GRANDE COMO CREÍA
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EL MUNDO NO ES TAN GRANDE COMO CREÍA

Palacios Adolfo | 12 jun 2020


EL MUNDO NO ES TAN GRANDE COMO CREÍA


Estaba de camino a mi escuela un día Martes 22 de junio. Me levanté a las 7:50am como
todos los días, tomé mi ropa que en la noche del día pasado preparé, me dirigí al baño a
cepillarme el cabello. Posterior a eso bajé a desayunar mi platillo favorito: plátanos con
crema. Limpie mis dientes y fui a tomar el bus.
Parado en la estación espere a que mi transporte llegara. Más pronto que tarde llegó y
busqué rápido un asiento vacío. Claro que encontré uno, pues en las mañanas y en esa
estación nunca hay mucha gente. Sin embargo junto a mi sentaba un anciano con un
aspecto peculiar.
Mi celular se había quedado sin pila, ya que en la noche no pude cargarlo y, aburrido y
con ganas de hacer menos pesado el viaje, opté por saludar y platicar con el anciano.
-Hola, que gran estilo tiene usted. dije.
No podía resistirme, claro. Por qué en serio que me encantaba su boina y sus anteojos
Ray-Ban con acabados de madera.
-Muchas gracias, que amable. Respondió.
Quise platicar más con él pero ya había llegado a mi destino. Cuando me levanté de mi
asiento y fui hacia la puerta del bus me espanté porque el anciano también se paró y se
puso atrás de mi. Yo actué normal y rápido me bajé. Detrás de mí bajó el anciano..
Yo giré a la izquierda y él a la derecha.
Llegué temprano a clases, comí una torta en el receso y cuando el reloj de la dirección
marcó 1:30 me fui de regreso a casa en el bus de regreso y, sentado 5 asientos detrás del
anciano de mi primer viaje.
Llegué a la estación y me fuí directo a mi casa. No ocurrió nada con relevancia después
de eso hasta el  día viernes 25 a las 6:13 para ser exactos.
A esa hora fui a comprar el pan y después fui a comprar unos cigarrillos a la tienda que
ésta enfrente a la panadería. Dejé mi bolsa de pan en el mostrador para recoger los
cigarros, pagé y regresé a casa. 
Me reí de mí mismo al darme cuenta que había olvidado mi bolsa de pan en la tienda. Salí
de mi casa y vi al  anciano del otro dia con  mi bolsa de pan una camiseta de una de mis
bandas favoritas, Led zeppelin. Intrigado, se acercó a mi dándome mi pan  y le pregunté
su nombre para agradecerle.
No lo pude creer…
-Adolfo. Dijo.
Platicamos varias horas y descubrimos que, además del nombre y vivir en la misma
colonia, tenemos más en común.
Ahora que lo pienso… ¿qué habrá pasado ese día martes del lado de su piel?
¿Se habrá sorprendido al igual que yo?
El mundo no es tan grande como creía.

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