Ventajas de la globalización
En el rostro globalizado y amable se encuentran los símbolos que representan la sociedad más moderna: la integración y la comunicación conveniente, la libre circulación de mercancías o la expansión de los derechos humanos. Son signos de modernidad, definen a los países desarrollados y mejoran la vida de sus ciudadanos.
Si hay un aspecto que puede ver la globalización, es la tecnología de la comunicación. El surgimiento y consolidación de las redes sociales y la posibilidad de contactar con cualquier parte de la tierra en tiempo real son dos de las claves. Esto también afecta la percepción que tienen los ciudadanos del mundo en su conjunto. Para la gente del siglo XXI, la tierra es una patria común, mucho más pequeña que los seres humanos en los últimos siglos.
La globalización caracteriza a las sociedades más modernas: integración y facilidad de las comunicaciones, libre movimiento de mercancías o extensión de los derechos humanos
Los beneficios son también para las empresas, que pueden agilizar todos sus procesos y aumentar sus ventas. O para los investigadores y estudiantes, que pueden conectarse entre sí y acceder con inmediatez a nuevos conocimientos.
Por otra parte, la comunicación y el uso global de dispositivos electrónicos ha creado todo un nuevo entramado social y económico. Gracias a él, han aparecido nuevas profesiones que se pueden desarrollar en cualquier parte del globo.
El intercambio promueve el intercambio cultural. Este conocimiento compartido enriquece a todas las personas en las esferas ideológica y económica. En la historia de la humanidad, nunca ha habido una mayor transferencia de valor cultural que en la actualidad. Este hecho ha provocado desafíos y controversias, pero en los países desarrollados, el multiculturalismo se ha convertido en una realidad. Las principales capitales del mundo tienen identidades más pequeñas en sus vecindarios, lo que refleja nuevas formas de convivencia entre diferentes culturas.
La libre circulación de bienes y capitales ha aportado algunos aspectos positivos a la economía global, aunque no siempre se refleja en la población. Poder consumir un mismo producto en diferentes países con las mismas características es uno de los signos de la globalización empresarial. Como en todo proceso, hay avances y retrocesos, y quizás el aspecto económico sea uno de los aspectos más contradictorios. Actualmente, hay dos tendencias opuestas: una es la tendencia a una mayor globalización de la economía y la otra es la tendencia a volver al proteccionismo. Dos ejemplos destacados de esto último son las políticas de la administración Trump en Estados Unidos o las políticas del Reino Unido para salir de la Unión Europea.
En la actualidad, hay dos tendencias opuestas: la de globalizar aún más la economía -Trump- y la vuelta al proteccionismo -Brexit-
Hay que aclarar que los defensores de estas restricciones no son contrarios a la globalización, en general, sino solo a los factores que ellos consideran que les perjudican. Por lo que, con el aumento de aranceles a la importación de productos de algunos países y la reducción de las exportaciones, hay quien opina que la desglobalización ha comenzado.
La penetración cultural sustentada por las redes sociales es uno de los factores que promueven el intercambio de idiomas en la tierra. El otro es el surgimiento de plataformas online que ofrecen series de televisión y se han convertido en un fenómeno cultural global. Estas plataformas permiten ver la versión original con subtítulos, y para países como España que solo tienen esta opción en algunos casos, la comprensión de otros idiomas es una gran mejora. Los videojuegos, la música y las películas se han vuelto más globalizados y se han convertido en los servicios más importantes, por lo que el inglés se ha convertido en el idioma universal más utilizado en las últimas décadas. En este contexto global, el español también está evolucionando.
Tampoco ha dejado de crecer la difusión de los valores y derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Firmada en 1948, esta declaración se ha ido completando con pactos y protocolos hasta conformar la Carta Internacional de Derechos Humanos. La globalización funciona aquí de dos maneras principales: como difusora de estos derechos y como instrumento de control frente a sus violaciones. Las organizaciones no gubernamentales (ONG) son una pieza clave para la extensión de estos derechos, como también lo son los profesionales del periodismo, la medicina y otros que alertan al resto del mundo cuando hay una vulneración en algún punto del globo. En este sentido, la implicación de las opiniones públicas de los países desarrollados es un fenómeno novedoso y muy importante.
En la cara negativa del proceso de globalización están, principalmente, la uniformidad cultural y la desigualdad económica. Resulta paradójico que se fomente un mismo estilo de vida global cuando las diferencias en la calidad de vida son tan grandes, no solo entre países, sino dentro de cada uno de ellos.
Entre los problemas que algunos ven al proceso globalizador está una cierta disminución de la soberanía nacional. Como los países están tan interrelacionados en lo económico, social, político y cultural, cualquier desvío de las pautas generales es visto con recelo.
Sin embargo, este intervencionismo no es malo ni bueno por sí mismo, simplemente es un rasgo característico de los nuevos tiempos. La bondad o maldad dependerá de las consecuencias. Por ejemplo, que la comunidad internacional obligue a un país a respetar los derechos humanos es algo positivo para sus ciudadanos. Sin embargo, si un grupo de países obliga a otro a adoptar determinadas políticas económicas que van contra la mayoría de su población, será negativo para su sociedad.
También hay quien ve un peligro de pérdida de la identidad nacional, ya que las sociedades cada vez se parecen más entre sí, con los mismos gustos culturales, modas, etc.
Tal vez haya que situar el debate en si esas identidades nacionales son estáticas o si siempre han estado evolucionando. En este segundo caso, el problema estaría más en la uniformidad que en la transformación. Más que el cambio, lo que preocupa es que este cambio lleve a todos los países al mismo sitio, al mismo estilo de vida.
Pero este proceso no es nuevo. Por ejemplo, un habitante de Nueva York puede tener más en común con uno de Londres que con alguien del rural de su propio país. Y eso ya sucedía hace siglos. Así las cosas, el miedo a la pérdida de la identidad nacional no es solo creer que se abandonan las propias raíces, sino que no se diferencie la forma de vida de un país a otro.
Un habitante de Nueva York puede tener más en común con uno de Londres que con alguien del rural de su propio país
Sin embargo, en la arena política no faltan quienes han enarbolado sus banderas como elemento de diferenciación, apelando a las emociones primarias del sentido de pertenencia. Es el caso de los nacionalismos de extrema derecha en los países del este de Europa y de otros más cercanos, como el caso italiano.
Para las lenguas minoritarias sí que se ha detectado un riesgo real de desaparición o, al menos, de pérdida de influencia en sus territorios. En la vida de una persona esto puede ser casi imperceptible, pero en el transcurso de varias generaciones puede darse una paulatina desaparición de muchas lenguas en todo el planeta.
El problema de que una lengua desaparezca no es algo menor. La lengua es el máximo exponente de una cultura y su pérdida conlleva la desaparición de una identidad única e irreemplazable. Por eso, un correcto proceso de globalización debe preocuparse de que esas esencias que definen a los pueblos perduren, en la medida de lo posible.
Uno de los aspectos más criticados por los detractores de la globalización económica es la fuga de empresas nacionales a países donde los costes de producción son más bajos. Esta deslocalización ha tenido dos consecuencias perniciosas. Por un lado, al desaparecer los puestos de trabajo se ha incrementado el paro en los países desarrollados y se abarata la mano de obra. Por otro, se han precarizado los empleos y se han perdido derechos que formaban parte del llamado estado del bienestar.
Una de las consecuencias del punto anterior es que han crecido las desigualdades. Aumentando sus beneficios y sus posibilidades de competir, las grandes multinacionales son las grandes vencedoras de este modelo de globalización económica. Por el contrario, las pequeñas empresas nacionales y los profesionales autónomos han visto mermar sus ingresos y como consecuencia verse afectados por un desequilibrio económico. Por su parte, los trabajadores han perdido capacidad adquisitiva.
Mientras el proceso avanza, en muchos países se han vuelto a levantar banderas nacionales que hacen sospechar que, tal vez, la humanidad aún no está preparada para lograrlo
En una perspectiva global se puede ver cómo esa concentración del capital en unas pocas manos empobrece también a los países. Muchas naciones tienen un producto interior bruto más bajo que la cifra de negocio de las grandes compañías, lo que sitúa a sus Estados en una posición de inferioridad. Sobre todo a aquellos que se encuentran en vías de desarrollo. Es por eso que son muchos quienes ven menos ventajas y más desventajas de la globalización.
En resumen, se podría decir que la globalización es un proceso irreversible, pero está por ver de qué manera se desarrolla. Mientras el proceso avanza, en muchos países se han vuelto a levantar banderas nacionales que hacen sospechar que, tal vez, la humanidad aún no está preparada para lograrlo.
fuentes: https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/camilo-herrera-mora/la-globalizacion-colombiana-es-un-hecho-205540
https://www.apd.es/globalizacion-ventajas-y-desventajas/
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