La Universidad Complutense de Madrid, en España, hizo un relevamiento con foco en la salud mental de la población durante el confinamiento. Sus conclusiones se asemejan a los resultados del relevamiento de un grupo de científicos de la facultad de Psicología de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), en Argentina. Los indicadores de ambas entidades comulgan: los jóvenes entre 18 y 39 años experimentan mayor nivel de ansiedad, depresión y estrés en el encierro que el resto de los rangos etarios.
Ante las diversas consultas individuales por parte de los jóvenes y familiares de los mismos que notaron que sus propias capacidades y conductas se modificaron en gran manera en el último periodo del aislamiento social, se realizó dicha investigación para evaluar la problemática a un nivel mucho más amplio. Los datos que arrojó, denotan cómo influye el contexto en el que nos encontramos en la actualidad en la vida individual de los jóvenes.
Entre las dificultades más notorias se pueden observar la disminución de la tolerancia a la frustración, ansiedad, preocupación desmedida y bajo rendimiento en el área educativa y laboral.
Actualmente, los jóvenes deben continuar con su educación de manera on line, la cuál muchas veces produce nuevos miedos y requiere de nuevas aptitudes que antes quizás no se tenían en cuanta, como el manejo de los medios de la tecnología con fines educativos. Además, muchas veces ellos son soporte en tareas de sus padres, que también se las tienen que ver con esta nueva manera de comunicarse y desarrollarse laboralmente.
En conclusión, ante la investigación se pudo observar cómo la situación particular de cada joven se encuentra dentro de un contexto mundial, enmarcado en una pandemia que seguirá produciendo efectos en nuestra realidad.
“El aprendizaje de las capacidades para experimentar emociones positivas, a partir del encuentro y el intercambio con otros jóvenes, funciona como un recurso necesario para el desarrollo del proceso resiliente en este particular período de crisis global”, aportó la investigadora. “El aislamiento social puede ser un factor de riesgo para la morbimortalidad. Las consecuencias negativas del aislamiento para la salud son particularmente fuertes en los sectores más vulnerables, fundamentalmente, en niños y jóvenes”, agregó.
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