El continuo enfrentamiento entre Rusia y Ucrania
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El continuo enfrentamiento entre Rusia y Ucrania

11 jun 2017


Ucrania tiene un pasado plagado de guerras y continua división tanto étnica, como territorial, política e ideológica. El pasado de Ucrania puede ser comprendido con base en la historia de varios imperios europeos, incluido el otomano. Dentro de las conquistas del Imperio Otomano se encontraba el Kanato de Crimea, cuyo territorio era ocupado por una mayoría tártara. Este territorio perteneció a los otomanos hasta el año 1774, posteriormente se efectuó la anexión de Crimea al Imperio Ruso en 1783, durante el gobierno de la emperatriz Catalina la Grande. Por ejemplo, en el caso de Crimea y las acusaciones de anexión por parte de Rusia, habría que señalar que esta península fue la base naval de la fuerza marítima del imperio ruso desde el siglo xviii, cuando Catalina la Grande dispuso la anexión de la península al imperio ruso, luego de la victoria sobre el Imperio Otomano. Con Catalina la Grande se emprendieron varias campañas de "rusificación" mediante las cuales se influyó de manera cultural y política a la población de Ucrania para que adoptaran las costumbres rusas, incorporando a los practicantes de la Iglesia Uniata dentro de la Iglesia Ortodoxa. En el lado oeste de Ucrania ha existido siempre una mayor identificación cultural, histórica e ideológica con una raíz europea occidental debido a la pertenencia de estos territorios a Polonia y al Imperio Austro-Húngaro a partir del siglo xviii. Por el contrario, la parte oriental de Ucrania tiene un contexto mucho más cercano a Rusia a partir de su conquista por parte del Imperio Ruso tras las particiones de Polonia. Durante gran parte del siglo XIX, fueron prohibidas las publicaciones en ucraniano, así como la alfabetización en esta lengua en el territorio ucraniano.

Durante los primeros años de la existencia de la Unión Soviética (durante el mandato de Lenin fundamentalmente), se llevó a cabo una política de inclusión de las etnias no rusas dentro del incipiente Estado soviético. Como consecuencia de esta estrategia multicultural del Estado bolchevique, se permitió el uso, estudio y publicación de obras en lengua ucraniana. Por el contrario, a partir de 1924 y durante el régimen de Iosif Stalin se adoptó una política de rusificación forzosa, en la que se persiguió al nacionalismo ucraniano de manera extremista y sanguinaria.

En 1954, Nikita Jruschov tomó la decisión de ceder el territorio estratégico de Crimea a la República Socialista Soviética de Ucrania. La dirigencia soviética jamás imaginó que exactamente sesenta años después de haber adoptado esta decisión se desataría un conflicto de tal magnitud entre Rusia y Ucrania por ese enclave estratégico, que también guarda un valioso legado histórico producto de la victoria soviética sobre el fascismo en el año 1945. Finalmente, el hecho de ceder la región de Crimea a Ucrania fue un hecho ilegítimo debido a que el Presidium del Soviet Supremo de la Unión Soviética no tenía las facultades necesarias para ceder territorios de una república soviética a otra y ese acontecimiento contradijo los postulados de la Constitución de la URSS de 1937. Se demostraba una vez más el poder de decisión que tenía la figura del Presidente del Buró Político del PCUS, del Presidium del Soviet Supremo y del Comité Central, que como dijimos en ese momento recaía en Nikita Jruschov.

Durante el mandato de Mijaíl Gorbachov se abrieron las oportunidades para que los pueblos y nacionalidades que formaban parte de la Unión Soviética adquirieran un espacio para defender sus intereses y preocupaciones nacionales. Así comenzó el fin del Estado soviético al tomar fuerza las tendencias separatistas, que finalmente vencieron al régimen soviético con la desintegración de la Unión Soviética.

El 20 de enero de 1991 se realizó un referéndum en Crimea en el cual la mayoría aplastante de los votantes (93.26%) se pronunció a favor de la reconstrucción de la República Socialista Soviética Autónoma de Crimea como sujeto de la URSS y miembro del Tratado de la Unión. Esta consulta popular demostró la inconformidad de los ciudadanos con el traspaso de su territorio a Ucrania en 1954 y con la abolición en 1945 de la República Autónoma Socialista Soviética de Crimea y la creación en su lugar de la región de Crimea. Sin embargo, a finales de ese mismo año desaparecía la URSS como Estado y Ucrania y Rusia se convertían en dos países independientes, por lo que Crimea permanecería bajo el control de Ucrania.

En 1992, la Federación Rusa reclama la devolución de Crimea a lo que el gobierno de Leonid Kravchuk se opone y le conceden el estatuto de república autónoma. En 1997 se firma un acuerdo para que Rusia conservase la base naval de Sebastopol y otras instalaciones militares de Crimea por un plazo de veinte años.4 En 2010, con la llegada de Víctor Yanukovich, se firma un acuerdo con Rusia para extender hasta el año 2042 la permanencia en Crimea de la Flota Rusa del Mar Negro, a cambio de la rebaja en un 30% del precio del gas para Ucrania.

 
De las grandes potencias involucradas en el conflicto, quizá los E.U.A. sea el país 
que más se beneficia con la crisis en Ucrania. 
Si, por un lado, la incorporación de Crimea a la Federación Rusa fue interpretada
como una señal de debilidad de los E.U.A. y, más particularmente, del Presidente Obama; 
por otro la inestabilidad de la región y las sanciones implementadas contra Rusia no
parecen afectar significativamente intereses norteamericanos (WALT, 2014; SAKWA, 
2014).
Analizado internamente, el conflicto en Ucrania podría fortalecer el sector de los 
“halcones” reforzando las críticas que el Presidente Obama viene sufriendo como 
consecuencia de su política exterior.
Por otro lado, la reciente decisión de la OTAN de reforzar la frontera oriental, 
permite a los E.U.A. contar con una fuerte presencia en la región compartiendo los costos 
de dicha presencia con sus aliados atlánticos.
En cuanto a la Unión Europea (UE) la situación es mucho más compleja. La 
inestabilidad en la región significa riesgos importantes en términos de las consecuencias 
del conflicto y la necesidad de gastos de seguridad. La cantidad de refugiados y ayuda 
humanitaria que se precisaría, sumados a los costos militarización de la frontera en caso 
de un enfrentamiento armado a gran escala en Ucrania (sin contar con una intervención 
directa en el conflicto) son lo suficientemente elevados como para justificar una posición 
moderada a respecto de la crisis.La interdependencia con Rusia es mucho mayor, y particularmente significativa 
en lo que se refiere a la provisión de gas. Es por eso que hasta el momento, si bien se han 
ido incrementando y profundizando las sanciones, estas han sido especialmente 
diseñadas para actuar sobre áreas e intereses específicos que no afecten los propios 
intereses europeos (SAKWA, 2014).
Por eso, la preocupación de la UE parecería ser doble: por un lado evitar el 
conflicto a gran escala en la región y, por otro, dar una señal de fuerza a Putin para evitar 
la repetición de lo sucedido en Georgia y en Ucrania en otros países de la ex URSS.
Rusia es, después de Ucrania, la potencia más afectada por el conflicto. Las 
sanciones económicas sufridas afectan su economía en un momento de clara debilidad 
(estancamiento económico e inflación) y el avance de las fronteras de la OTAN y 
creciente militarización afectan sensiblemente su seguridad.
Entre las opciones disponibles parece poco probable que Rusia se retire de 
Crimea o acepte cualquier salida al conflicto en lo restante del territorio Ucraniano que 
no contemple, al menos mínimamente, sus intereses de seguridad y la de los ucranianos 
de origen étnico ruso (MEARSHEIMER, 2014). Como opción política y económica la 
conformación de un eje con China parece ser la señal de fuerza más clara hasta el 
momento al tiempo que se pretende dar énfasis a los BRICs como polo alternativo al de 
las potencias occidentales (ROSSI, 2014). De cualquier modo, la capacidad que estas 
medidas tienen para moderar los impactos negativos sobre la economía rusa y el “cerco” 
político instalado por occidente parece muy limitada, al menos en el corto y mediano 
plazos.
Ucrania, por su parte, es el claro perdedor de la crisis. Con una parte del 
territorio perdido, su economía duramente afectada, y una grande cantidad de muertos 
en el conflicto armado entre las fuerzas oficiales y las fuerzas separatistas 4, el saldo se 
revela como claramente negativo, en una nación que presentaba ya problemas sociales.
Una vez considerada como proyecto de nación multiétnica y multicultural, hoy 
Ucrania se divide en una lucha intestina que separa y enfrenta dos sectores sociales que, 
al menos en un comienzo, se presentaban como favorables a un proyecto compartido denación, con la excepción de Crimea

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