La gravísima crisis sanitaria a la que el mundo se enfrenta a causa del coronavirus acapara como es lógico todos los esfuerzos de Gobiernos y ciudadanos. Pero la emergencia sanitaria no debe hacernos olvidar la otra gran amenaza que se cierne sobre todo el planeta: la crisis climática. El calentamiento global sigue avanzando y, como advierte el panel de expertos que asesora a Naciones Unidas sobre el cambio climático, la velocidad de los impactos sobre el clima es mayor que la capacidad de los humanos y los ecosistemas para adaptarse. Por eso, resulta crucial avanzar en una lucha que depende de la voluntad de todos los agentes públicos y privados. Sin dejar de priorizar la actuación contra la pandemia, es urgente intensificar al mismo tiempo las políticas de transición ecológica, pues no podemos permitirnos nuevos retrasos.
La temperatura del planeta ha subido ya más de un grado de promedio con respecto a los niveles preindustriales, lo que significa que hay lugares en los que el incremento es mayor. España es uno de ellos, con un aumento medio de 1,7 grados. Todo esto se traduce en temporales devastadores cada vez más frecuentes, subida del nivel del mar, regresión de las playas, inundación de deltas y marismas, desaparición de glaciares y avance de la desertificación, entre otros efectos. Los modelos climáticos prevén un aumento del nivel del mar de hasta 25 centímetros de aquí a 2045, y, si no se frena el calentamiento que ha hecho que el invierno ártico sea más cálido, el mar puede ascender hasta un metro antes de fin de siglo, la peor amenaza para los 8.000 kilómetros de litoral español.
La lucha contra el cambio climático tiene una cita crucial hoy en la elección del próximo presidente de Estados Unidos. El Acuerdo de París ha sobrevivido a los cuatro años de negacionismo de Donald Trump y el consiguiente retroceso en las medidas ambientales en ese país, pero un segundo mandato podría tener efectos irreparables. EE UU es el principal causante histórico del calentamiento y, con China, el mayor emisor de gases de efecto invernadero. Ahora que la Unión Europea, China y Japón se han comprometido a alcanzar la neutralidad del carbono (no emitir más CO2 del que la naturaleza puede absorber) entre 2050 y 2060, es de vital importancia que el otro gran emisor de gases se sume a las medidas de reducción. Trump anunció en junio de 2017 que EE UU se retiraba del Acuerdo de París, pero el compromiso firmado le impidió materializarlo de inmediato. El plazo de salida se cumple justo mañana, un día después de las elecciones presidenciales. En manos de los ciudadanos norteamericanos está ahora mantener o revertir esa senda, reincorporándose al tratado. En cualquier caso, es evidente que hay que actuar con rapidez y contundencia.
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