El conflicto estalló después de una década de conflictos sociales y culturales entre el gobierno mexicano y una creciente población de colonos angloparlantes. La guerra concluyó con la secesión de Texas y la formación de la República de Texas que existió hasta 1845, cuando fue anexada a los Estados Unidos. La guerra en Texas estalló en 2 de octubre de 1835 con la Batalla de González. Las fuerzas insurgentes tomaron rápidamente La Bahía y San Antonio Béjar (actual San Antonio, también conocida como Ciudad del Álamo). Sin embargo, las fuerzas mexicanas —superiores en número— asestaron varias derrotas a los texanos. Entre el 23 de febrero y el 6 de marzo de 1836 se llevó a cabo la Batalla de El Álamo, donde unos 1.500 soldados mexicanos arrasaron por completo unos 250 soldados texanos atrincherados en la Misión de El Álamo, en San Antonio.
Fin de la guerra
Las fuerzas mexicanas estaban comandadas por Antonio López de Santa Anna, quien para la fecha era también el presidente de la República Centralista de México. La crueldad mostrada por los mexicanos y por Santa Anna durante la Batalla de El Álamo llevó a numerosos colonos texanos y estadounidenses a unirse al ejército de Texas, inspirados por el deseo de venganza. La guerra concluyó abruptamente con la Batalla de San Jacinto el 21 de abril de 1836, cuando los texanos masacraron al ejército mexicano mientras dormía y capturaron al presidente Santa Anna.
Los texanos obligaron al presidente Santa Anna a firmar el cese de hostilidades y a reconocer la independencia de la República de Texas mediante el Tratado de Velasco el 21 de mayo de 1836. El Congreso mexicano destituyó a Santa Anna y se negó a ratificar el Tratado de Velasco alegando que carecía de validez por haber sido firmado por el presidente de México siendo un prisionero de guerra. La independencia de Texas nunca fue legitimada por México, pero en 1848 se reconoció la secesión de Texas y su anexión a los Estados Unidos con el Tratado de Guadalupe Hidalgo, al final de la Guerra de Estados Unidos y México.
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