Semmelweis. Sin embargo, Semmelweis no dejó de estar atento al tema. Así, se enteró de que un profesor de anatomía, tras producirse una herida durante la disección de un cadáver, murió tras desarrollar síntomas similares a los de la fiebre puerperal. Este hecho lo convenció. ¡Tenía razón!
Con el tiempo recuperó su trabajo en la maternidad, pero en la sala del Dr. Bartch. Aunque aún no se conocían las causas de las infecciones, comenzaron a usarse hábitos de higiene de manos. Cuando había estudiantes de medicina en la sala, se lavaban antes de examinar a las embarazadas, y así la mortalidad de las parturientas descendía.
Las Ideas de Semmelweis no fueron bien recibidas por los demás cirujanos y obstetras europeos. Lo acusaron de usar datos falsos y nuevamente fue expulsado. Sin embargo, continuó trabajando y divulgando su conocimiento, tratando de evitar muertes innecesarias a través de la higiene.
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