BASES ORGÁNICAS DE 1841
También llamadas Bases de Tacubaya. En agosto de 1841, Mariano Paredes y Arrillaga se pronunció en Guadalajara, Antonio López de Santa Anna hizo lo propio en Perote y convergieron en La Ciudadela con el general Gabriel Valencia. El 28 de septiembre de 1841 firmaron las Bases de Tacubaya cuyo objetivo era deponer al presidente y a los cuatro poderes de su gobierno. Posteriormente se debería:
Nombrar un presidente interino.
Designar una Junta la cual convocaría a elecciones de diputados.
Los diputados formarían un Congreso Constituyente para redactar una Carta Magna de régimen federalista.
Gobierno de Juan Nepomuceno Alvarez y la Revolución de Ayutla (1855)
Don Juan N. Álvarez, exmilitar insurgente y cacique reconocido en las regiones del sur, se dio a la nada fácil empresa de lanzar el Plan de Ayutla con el fin de derrocar a su Alteza Serenísima que, con sus afanes de grandeza dictatorial, estaba llevando una vez más al despeñadero a este país. La mecha del descontento prendió rápidamente y la revolución se generalizó a los pocos meses. Santa Anna por fin dejó el poder y don Juan N. Álvarez ocupó la presidencia. El federalismo se entronizó de nuevo en la sociedad política mexicana.
Así, llegamos al Congreso de 1856-1857. La Constitución liberal de 1857 que, de suyo, pintaba un panorama difícil de enfrentar, lo fue más cuando el presidente Ignacio Comonfort, promotor del constituyente, se adhirió al Plan de Tacubaya proclamado por el general conservador Félix Zuloaga y que desconocía dicha carta magna. Esto dejó en suspenso la vigencia de ésta y provocó un verdadero descontrol en el grupo parlamentario liberal que el mandatario representaba; sin embargo, los diputados decidieron desconocerlo y nombrar al presidente de la Suprema Corte de Justicia, Benito Juárez, como presidente sustituto. Los conservadores, por su parte, ante la renuncia del indeciso Comonfort, nombraron a Zuloaga presidente de la República, desconociendo al gobierno que Juárez representaba.
A partir de ese momento se vive en el país una de las aventuras políticas más desconcertantes de su historia, pues mientras en la capital se establecía un gobierno que representaba al grupo conservador, Juárez salía rumbo al Bajío en busca de apoyo para defender la legalidad de su gobierno.
Gobierno de José Ignacio Gregorio Comonfort de los Rios (1855-1857)
el presidente Comonfort intentó por todos los medios conciliar la tradición y la reforma, porque entendía que la civilización se construye protegiendo la libertad de las voces opuestas. En el desgarramiento político que atrapó al país en 1857 su gobierno sufrió insultos de liberales y conservadores; en el momento más crítico, cuando mayor firmeza se requería, perdió el horizonte y erró el cálculo: la guerra civil, la más cruenta, se abrió paso inevitablemente
“A los tibios, Dios los vomita”, seguramente escuchó decir durante sus años mozos Ignacio Comonfort. Sin saberlo, la tibieza marcaría su carácter para determinar su destino. Nadie habría podido juzgarlo por sus prendas morales en el terreno de la política, ni por su valentía en el terreno de las armas, pero su mayor defecto era su indecisión; y un presidente de la República dubitativo, inmerso entre las aguas de los dos proyectos nacionales que pretendían definir el futuro del país a mediados del siglo XIX, era una bomba de tiempo. Su propia frase definía su ambivalencia: “Llegado el caso, estaré allí donde mi presencia se necesite, y aunque sea el lugar de mayor peligro, aprieto los dientes y me dejo arrastrar”.
Félix María Zuloaga Trillio y los conservdores
Félix María Zuloaga peleó contra los conservadores en dos campañas en Puebla, pero tiempo después simpatizo con el Partido Conservador.
Finalmente, el 17 de diciembre de 1857, el General Zuloaga encabezo el pronunciamiento del Plan de Tacubaya el cual demandaba la derogación de la Constitución de 1857, la permanencia de Ignacio Comonfort en la presidencia y la convocatoria de un Congreso extraordinario, el cual se encargaría de elaborar una nueva constitución.
Dos días después de su publicación, Comonfort se adhirió al Plan de Tacubaya dando así un golpe de estado contra su propio gobierno.
Benito Juárez (Presidente de la Suprema Corte de Justicia en ese momento) se negó a colaborar con los conservadores.
Por esta razón, Comonfort ordenó que lo detuvieran y lo mantuvieran en prisión.
El 11 de enero de 1858, el general Zuloaga exigió la renuncia del presidente Comonfort.
Comonfort permaneció en el cargo diez días, y durante ese tiempo liberó a Juárez y a otros liberales que habían sido encarcelados.
Tras el derrocamiento de Comonfort, Juárez asumió la presidencia de acuerdo con la Constitución de 1857, pero Zuloaga tenía mando militar de la capital, por lo que Juárez estableció su gobierno en Guanajuato.
Este fue el comienzo de la Guerra de Reforma.
Comonfort abandonó el país, repudiado tanto por liberales como por conservadores
Zuloaga fue seleccionado por los partidarios del movimiento anti-constitucional, generales conservadores y el clero católico, para servir como presidente interino de México el 21 de enero de 1858.
Asumió el cargo el 23 de enero del mismo año.
El 24 de diciembre del 1858 fue depuesto mediante el Plan de Navidad proclamado por el general Manuel Robles Pezuela (substituto del general Miguel Miramón, quien se encontraba en campaña).
Robles Pezuela mantuvo la presidencia conservadora hasta el 21 de enero de 1859, y el 24 de enero, Zuloaga reasumió el cargo.
El segundo término de Zuloaga finalizó el 2 de febrero de 1859 cuando fue reemplazado por Miguel Miramón.
El 9 de mayo de 1860 se publicó un decreto para que Zuloaga reasumiera la presidencia conservadora.
Al día siguiente Miguel Miramón lo tomó prisionero.
El 3 de agosto de este año se escapó de León, Guanajuato, y marchó a la ciudad de México.
El Consejo de Gobierno no lo reconoció ya como presidente.
Auxiliado por varios militares conservadores, asumió la presidencia el 13 de agosto aunque sólo de facto, ya que anduvo en campaña.
Después de tres años de guerra civil, las fuerzas liberales encabezadas por el general Jesús González Ortega, enfrentaron la que sería la última batalla contra las fuerzas conservadoras dirigidas por Miramón.
Los liberales vencieron a los conservadores definitivamente en la Batalla de Calpulalpan en el Estado de México el 22 de diciembre de 1860, y finalmente el 1 de enero de 1861, Benito Juárez hizo su entrada triunfal a la capital, con lo que momentáneamente se restableció el orden constitucional de México.
A pesar de haber sido derrotado por los liberales, los conservadores continuaron reconociendo a Zuloaga como Presidente.
El gobierno constitucional lo declaro fuera de la ley por el asesinato de Melchor Ocampo.
El 28 de diciembre de 1862, finalizó su mandato con el que concluyeron los gobiernos conservadores, para preparar el camino a lo que sería llamado el Segundo Imperio Mexicano que fue proclamado en 1863.
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