Un alto flujo de peatones y comerciantes informales se concentró en las calles Imbabura, Chile y Mejía, en el sector de El Tejar, en el Centro Histórico de Quito. Esa imagen contrastó con la baja afluencia de personas en la zona comercial del norte de la capital, en el día de Navidad.
A las 10:30 del pasado viernes 25 de diciembre de 2020, unos 15 vendedores informales se instalaron en la acera de la calle Imbabura. Ofrecían frutas, ropa, zapatos, bebidas granizadas y alimentos preparados. Otros vendedores se instalaron en la Chile, pese a la presencia de los agentes metropolitanos. “Luchamos para salir adelante. No es como los años anteriores y se vende poco”, manifestó Mariela Carpio, una comerciante de camisetas y pijamas, quien se ubicó en la intersección de la Chile e Imbabura. Otros vendedores de relojes y juguetes se quejaron por las bajas ventas en esta temporada navideña.
La queja se repetía pese a la presencia de un alto número de compradores. David Rosero, dueño de un puesto en el centro comercial Ipiales, en el que distribuye calzado deportivo, dijo que en los últimos días se han producido bastantes aglomeraciones. “No me he enfermado, pero otros compañeros sí contrajeron coronavirus. Siempre proporciono gel o alcohol a mis clientes”, contó. Cerca del mediodía, en las inmediaciones del Centro Comercial Hermano Miguel, también en El Tejar, se vio un gran número de personas que llevaban bolsas con ropa, calzado o juguetes. Algunos estibadores bajaban presurosos por la calle Mejía, mientras cargaban uno que otro electrodoméstico.
Algunas familias trataban de alejarse de los tumultos. Se desinfectaban las manos con alcohol de forma insistente. “La situación del covid-19 es dura, pero me aferro a la voluntad de Dios, siempre camino con fe”, declaró John Guanoluisa compró prendas de vestir para sus padres y hermanos.
Algunas personas salieron más temprano de sus casas para adquirir regalos navideños y evitar la acumulación de gente. “La ropa está más cara que el año pasado. Pagué USD 50 por una camisa y un pantalón. El año pasado, las mismas dos prendas costaban USD 35 como máximo”, contó Marjori Indio. De igual forma, Guadalupe Pilahua llegó a las 08:00 a El Tejar. Hizo las compras lo más pronto posible, para no estar en medio del tumulto.
Más desorden se produjo en las inmediaciones del mercado de San Roque. Decenas de vendedores caminaban en la calle Loja, frente a los agentes metropolitanos que patrullaban en el sector. Lo mismo ocurrió en la calle Rocafuerte, desde la plaza de Santo Domingo hasta la calle Imbabura.
Sitios como la Plaza Grande o la plaza de San Francisco, en cambio, lucieron más holgados. Esta situación de excepción en el Centro fue, en cambio, el factor común en el norte de la capital, en lugares normalmente muy concurridos.
Pocas personas acudieron a los centros comerciales de la zona financiera del norte para hacer compras. El bulevar de la avenida Naciones Unidas se encontraba casi desolado, cuando ya era el mediodía. La Carolina sí tuvo visitantes, en pocas cantidades. Se vio a personas paseando a pie o en bicicleta por los senderos del parque. Se mantiene la prohibición del uso de las canchas deportivas y de la zona de juegos infantiles de este y todos los parques metropolitanos.
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