Los peligrosos inventos de estos europeos

Los peligrosos inventos de estos europeos.

Por: Jenny Apatía.

En los últimos lustros los vecinos de la tranquila ciudad de Montevideo se han visto sorprendidos ante la presencia del automóvil. Este nuevo artefacto tecnológico recorre nuestras calles, desde Colón a la playa de los Pocitos, o desde el Cerrito de la Victoria al Faro de Punta Carretas, con su cornetín sonando y alarmando a los transeúntes ante su velocidad, impensada hasta ahora, así como también ocasionando que se haya dicho que puede competir en velocidad hasta con el mismo ferrocaril, el anterior legado de los inmigrates ingleses. Pasado el terror que sentía el vecino de la campaña ante la llegada del “Railway”, nuestro pueblo debe ahora saludar alborozado la comodidad y la practicidad de los últimos inventos llegados desde Europa, unión de ciencia, tecnologia e industria, que ha de traer, sin dudarlo, adelantos a nuestra población en el Rio de la Plata.

Sin embargo tengamos en cuenta que éste no respeta ninguna norma para su circulación, puesto que no las hay. Hace un mes leíamos en “La Gaceta Porteña” que en la vecina ciudad de Buenos Aires las autoridades ya han tomado medidas al respecto.

Pongamos por ejemplo el cuadriciclo a petróleo que han introdudcido a nuestro país los señores Moreau y Labat ¿no les parece a ciertos vecinos como algo escapado del manicomio? Pues confiamos que sí sucede, porque los señores desarrollan velocidades fantásticas a pesar del ruido que hace su motor, semejane a un aserradero. ¿Cómo le caerá al señor Presidetente ver que muchas señoras mayores de nuestra sociedad se persignen cuando ven pasar un auto? ¿Cómo reaccionará el señor Secretario de la Presidencia al ver las jaurias enloquecidas que siguen el extraño aparato por cuadras y cuadras? No lo sabemos. El excelentísimo Sr. Presidente, así como su Gabinete de Gobierno, tras la llegada de los primeros automóviles a nuestra ciudad, deberían tomar medidas y precauciones sobre el peligro que acarrea la libre circulación en nuestros caminos y avenidas de eso que llaman "el último adelanto de la Segunda Revolución en Europa". Entendemos que debe tomarse medidas por el peligro que representa el automóvil en nuestra ciudad. Sería acertado que, siguiendo el ejemplo del ciudadano italiano Luis Puig, recientemente afincado en nuestro Montevideo, se le exigiera a todo chouffeur portar un látigo, a fin de espantar a los perros, so pena de suprimírsele el permiso para circular. Solo así será posible que no sigan dejando el tendal de perros aplastados, como ha sido hasta ahora.

Tememos que si nuestras sensatas voces no son oídas, podrá sin dudas ocurrir dentro de poco una catástrofe todavía mayor...