El sueño recurrente de Pascuala es encontrarse perdida dentro de su propia vivienda. Cuando niña vivió en una casa con un zaguán larguísimo. En el patio central, su madre era poseedora de cientos de macetas con plantas de varias especies. Sin embargo, las únicas que recuerda Pascuala son los geranios: sobre todo los blancos. Dentro de la pesadilla, Pascuala es capaz de percibir el característico aroma de ese tipo de flor cuando recién la riegan, pero a pesar de saberse dentro de un sueño no puede despertar ni controlar lo que termina por suceder: la casa queda en tinieblas. Comienza a vagar por las habitaciones vacías y aunque sabe dónde están las recámaras, la sala o la cocina, se siente extraviada. Al abrir los ojos perdura en su cabeza un sentimiento de abandono.
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