La mejor vacuna es la que llega antes a mi brazo” Pocos saben qué vacuna de la gripe se han puesto. Ni la farmacéutica que inventó las inyecciones para sus hijos. Pero raro es quien no conoce qué compañía fabrica la que le corresponde para inmunizarse frente al coronavirus. Incluso hay quien tiene preferencias por unas u otras. Para ellos hay una noticia mala y una buena. La mala es que no pueden elegir: el proceso de vacunación no es una acción individual, se trata de una estrategia colectiva que pretende proteger a toda la población, especialmente a los más vulnerables, para que todos podamos volver a una vida normal cuanto antes. La buena es que, entre las disponibles, no hay una mejor que otra. No, al menos, que sepamos todavía. Como dice el epidemiólogo Carlos Álvarez, “la mejor vacuna es la que llegue antes a mi brazo”. En primer lugar, habría que definir qué es mejor. Es mejor de una dosis que de dos; y todavía sería muy superior una oral, que no requiriera pinchazo. Es mejor que se mantenga a temperatura ambiente que ultra congelada; que prevenga la infección de cualquier tipo a que solo evite los síntomas, pero es mucho más útil que elimine la posibilidad de caer gravemente enfermo y morir a que simplemente tenga un alto porcentaje de eficacia contra la covid leve. Una probada en todas las edades es preferible a otra que solo se ha experimentado con ciertos rangos, pero para estos puede ser igual de buena. Hoy por hoy no existe ninguna vacuna que se sitúe en los más altos estándares en todos estos factores. Cada una tiene unas características que se han probado en ensayos diferentes, por lo que incluso con indicaciones parecidas, es difícil compararlas. No disponemos de datos que nos permitan establecer a día de hoy que las tres vacunas que tenemos —o cuatro, incluida la de Janssen— sean diferentes entre ellas en términos de eficacia”, asegura Federico Martirón, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Clínico Universitario de Santiago. “No solo cada estudio es distinto, sino que no han terminado. Son resultados que se congelaron en un momento para mandar los datos a las agencias reguladoras [una vez que se probaron seguras y eficaces], pero que siguen en marcha”, explica. Martirón pone el ejemplo de la de AstraZeneca, en un mes después de mandar los datos a la agencia del medicamento había subido en eficacia de un 59% a un 70%. Pero es que ni siquiera la eficacia de las vacunas es una cifra tan sencilla de interpretar. “Es lo que sale en los titulares, pero si miramos con más detalle los intervalos de confianza vemos que realmente en todas es muy parecida”, añade. Es decir, si se repitieran los ensayos clínicos, los márgenes estadísticos indican que podrían coincidir los valores estimativos de eficacia entre las vacunas. De hecho, un estudio de la Agencia de Salud Pública de Escocia, tras analizar los datos de 1,1 millones de personas vacunadas en el país, la mitad con AstraZeneca y la otra mitad con Pfizer, concluye que la protección de ambas es similar. Cinco semanas después de recibir la primera dosis, el riesgo de hospitalización baja en un 94% con la vacuna de AstraZeneca y en un 85% con la de Pfizer con respecto a personas no vacunadas. En la población mayor de 80 años, el riesgo baja un 95% con la de AstraZeneca y en un 81% con la de Pfizer-BioNTech. Los datos son muy favorables al remedio anglosueco, pero todavía no han sido publicados en una revista científica y revisados por investigadores independientes. En opinión de Isabel Sola, viróloga del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, en esta fase IV de distribución masiva se podrán obtener resultados de efectividad mucho más realistas, con los que se podría ajustar mejor cuál es la vacuna más óptima para cada grupo de población. “Pero mientras tanto, no se puede renunciar a administrar las vacunas ya autorizadas, todas ellas con una eficacia por encima del 60%. Ahora la prioridad es ir extendiendo la vacunación tan deprisa como sea posible para cerrar el paso al virus. Cuanto más pueda moverse, más oportunidades tiene de cambiar y escapar a la inmunidad de las vacunas”, argumenta
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