Después de más de un año de que en la ciudad china de Wuhan apareciera una extraña enfermedad, el orden mundial no ha vuelto a ser ni será el mismo. La ciencia aún no ha podido explicar como “casi de la nada” lo habitantes de aquella ciudad empezaron a sufrir graves afecciones respiratorias y con alto grado de mortalidad en los pacientes. Rápidamente, el bicho fue saltando de pulmón en pulmón hasta conquistar los cinco continentes, dejando a la fecha de redacción de este artículo cerca de tres millones de fallecidos y gran parte de la población ya ha sido infectada.
En cuanto a nuestra Medellín, que en un principio fue ejemplo de control de la situación, el panorama de salud es hoy el más desalentador del país, con sus hospitales colapsados y un jurgo de medidas restrictivas a la movilidad que terminan en graves daños a la economía. Talvez el descubrimiento de diferentes vacunas para tratar el mal llamado coronavirus hizo que la población desestimara sus alcances; pero lo cierto es que la velocidad a la que el ser humano pretende inmunizarce es menor que la del bicho. Es cierto que la economía no puede paralizarce por completo como tampoco se puede negar que la comunidad se “relajó” y descuidó las rogadas medidas de protección y distanciamiento. Los niveles de desempleo están en un nivel histórico en el mundo entero y al parecer estamos lejos de volver a la normalidad (que sería ya otra nueva, no la que se tenía antes).
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