El 11 de abril se establece como una fecha que va a marcar, que ha marcado la historia peruana y va a definir su curso. Distintos candidatos con ideas diferentes y con el objetivo de hacer de nuestro país una mejor nación se encuentran peleando por ganar un puesto que pueda ser dirigido por sus propuestas.
El miedo, la incertidumbre es algo que siempre se alberga en nosotros, ¿qué pasa si no escogemos bien y condenamos al país a una ida sin retorno a un mundo que va en picada? De seguro eso es uno de los pensamientos que rondan por nuestras cabezas al sentarnos frente al televisor y ver las noticias o cuando pasamos frente a un quiosco y leemos titulares alarmantes con propuestas radicales. Ese dolor, ese golpeteo en nuestro pecho para fingir que no pasa nada es lo nos hace humanos… No, peruanos, personas, seres preocupados por nuestro mañana.
Hablemos de la época en la que vivimos, la pandemia no ha sido fácil, nunca lo fue. El tomar el teléfono y encontrar las publicaciones de conocidos pidiendo oxígeno es como una puñalada directo al corazón. Frente a este problema y a muchísimos más que conlleva el Covid-19, los candidatos han tratado de razonar y proponer propuestas que permitan sobrellevar esta situación: algunos se han focalizado en la reactivación económica, otros a mejorar el sistema de salud cosa que, desde ya, es una tarea difícil.
Recordemos los debates que ha habido, todos esperábamos buenas discusiones dignos que gobernantes altamente capacitados. Quizá una discusión con fundamentos que pudieran llevar a tomar una decisión acertada, ¿qué fue lo que obtuvimos? Dimes y diretes que a más de uno hizo reír, me incluyo, incluyo al 99.9% de peruanos que vieron los memes que navegaban por Internet, que también pacientemente esperaban frente a su televisor el inicio de la contienda o que como yo vimos la repetición por distintas plataformas.
¿Fue a propósito que el diálogo se tornó en un circo? Nunca lo sabremos.
Al hacer memoria para saber quiénes se postulaban hubo sorpresas, ¡muchas, inesperadas! Sinceramente no cruzó por mis narices que volviera a postularse Keiko Fujimori (en su intento número mil de ocupar la banda presidencial) o que fuera en serio la candidatura del famoso Forzay y que por otro lado Vanessa Terkes hiciera lo mismo, pero para el Congreso. O que, a estas alturas, Pedro Castillo estuviera con un pie dentro del Palacio de Gobierno.
Con esas pequeñas casualidades o azares del destino uno se da cuenta de que todo puede pasar, que nada está escrito hasta saber la opinión final de la segunda vuelta y que no podemos decir con certeza qué es lo que ocurrirá.
Una pequeña anécdota para contar es el miedo que produjeron las declaraciones del equipo técnico de Rafael López Aliaga. Recuerdo perfectamente cuando la candidata por Lima Fabiola Morales dijo que la homosexualidad es algo que se debe tratar de solucionar porque es un problema psicológico, en ese momento pensé en cuántos niños podrían sufrir crisis por estas palabras. Cuantas personas se habrán sentido vulneradas y desprotegidas por alguien que posiblemente los gobierne. Y fue ahí donde la memoria de las marchas por el orgullo gay vino de golpe al investigar más sobre esta comunidad.
No es una celebración cualquiera, es un conmemorativo que busca decirles a los mandatarios que esta no es una minoría, que es una fuerza que solo busca igualdad de oportunidades a nivel social y al nivel de leyes que puedan asegurar que no se los va a pasar por encima. Ha habido partidos que tienen propuestas justamente para sectores vulnerados como estos, creo yo que tienen la suficiente empatía que los hará buenos gobernantes.
Pero qué sé yo si soy joven… Claro, esa es la típica premisa que tienen los adultos contra los que pensamos diferente, contra los que, literalmente, sufrimos por sus decisiones. Una consecuencia que hizo sufrir a muchos fueron las marchas de noviembre para protestar en contra de Merino que entró en un Golpe de Estado, su chiste no terminó bien, hizo que la policía asesinara a jóvenes promesas que solo amaban a su patria. “Es que para qué se meten ahí”, “Los pulpines tuvieron la culpa por empezar a agredir” y un sinfín de comentarios más se siguen escuchando.
Plaza San Martín en las marchas de noviembre. Foto gracias a Adriana Perez Cumpa para Lima Gris.
Ir a esas marchas para hacer que se tome una consciencia políticamente demostró cuantas personas realmente se ensuciaban los zapatos. Cubrir fotográficamente cada suceso, cada grito, cada bandera izada y cada cántico fue toda una experiencia que se guardará para la historia.
Hay muchas cosas más que decir como los escándalos electorales, pero esos son temas de nunca acabar. Es prácticamente una carrera constante, el más poderoso e inteligente sobrevive al final, se demostró aquello en las elecciones, en la boca de urna y en los conteos rápidos, ¿vieron que cada voto sí cuenta? Y eso es lo que a cada uno le falta: una conciencia electoral.
Queda esperar, analizar, pensar en el futuro y en cómo queremos vernos dentro de cinco años. No será fácil, nada nunca lo fue. Ahora solo necesitamos aguardar a la línea de llegada para ver quien llega primero al fin del largo camino electoral.
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