El crack de 1929
Estrella platinada: EL MUNDO

El crack de 1929

24 de octubre de 1929: en Estados Unidos sucede el Jueves Negro (la caída de la Bolsa de Valores de Nueva York) marca el inicio de la Gran Depresión.

Johanna Morales | 20 sep 2021

Todos hemos escuchado de la caída de la bolsa de 1929. Hemos oído de la gran depresión y de sus consecuencias. De cómo en solo 6 días, a finales de octubre de 1929, la Bolsa de Nueva York se hundió estrepitosa e inesperadamente. 

Para entender el crack, debemos remontarnos a la era de 1919. Estados Unidos al convertirse en primera potencia mundial después de la Primera Guerra Mundial atraviesa un período histórico muy útil y agradable, que creen que durará para siempre. Era una feliz década de 1920. Las fábricas estadounidenses producían productos para la vieja Europa para pagar los gastos de guerra. El estado había admitido unos bonos conocidos como "bonos libertad". Si pagabas por dichos bonos el estado te devolvería el precio de los bonos con intereses. Los presidentes de diferentes bancos se dieron cuenta de la rentabilidad que estos les daban y empiezan a sacar al mercado bonos corporativos o acciones, dándoles por primera vez, a las personas normales, acceso al crédito. 

La razón principal de esta expansión crediticia fue que la Reserva Federal recién establecida en 1922 redujo las tasas de interés a niveles históricamente bajos. Explota la burbuja inflacionaria y comienza el frenesí del mercado de valores. La gente está feliz de crear un mercado alcista que nunca parece caer. En la década de 1920, se obtuvieron enormes ganancias con muy poco capital. Si deseaban comprar acciones, podían pedir dinero prestado a un interés muy bajo. En un mercado alcista, cuando vendes, recuperas tu dinero y al final ganas. El mundo está endeudado y estas instituciones permiten el uso del apalancamiento. Se calcula que dos terceras partes de las acciones de Wall Street se compraban con dinero prestado. 

Los más profesionales y astutos se dieron cuenta de la burbuja que se estaba creando, y aunque intentaron advertir a los demás, nadie les escuchaba. Joe Kennedy (padre del que después se haría presidente de EE.UU) llegó a decir "Si un limpiabotas sabe tanto como yo del mercado de valores, tal vez es hora de que yo lo deje." 

En este punto, ya se ha alcanzado el valor máximo y el punto de inflexión de la burbuja, la tendencia del valor se ha revertido ligeramente, la volatilidad del mercado se ha intensificado junto con el malestar. El Miércoles 23 de octubre de 1929, la bolsa social sufrió un duro golpe, cayendo casi un 7% en un solo día. Ese día fue solo un presagio de lo que pasaría al día siguiente, el decisivo e inolvidable Jueves Negro en Wall Street. El jueves 24 de octubre de 1929 estalló un frenesí de ventas y en pocos minutos hubo pedidos de venta de 1 millón de títulos. Los precios de las acciones van cayendo y el precio de una canasta de acciones es solo un tercio de su valor, pero no se encuentra ningún comprador. Los agentes de bolsa se desesperan y piden una garantía para títulos que anteriormente habían comprado con créditos. Pero no había forma de cubrirlos. Empezaron a circular rumores sobre suicidios. 

Al poco tiempo, la bolsa empezó a subir nuevamente. Una intervención los valores por parte de gente poderosa había logrado revertir la sangría de precios, invirtieron grandes sumas de dinero para remontar los valores y volver a generar confianza en los inversores. Pero no fue suficiente. 

Tras una breve recuperación, El Lunes, la bolsa cayó un 12.8%. El Martes (conocido como Martes Negro) se registró una caída adicional del 12%. 

"No había sonrisas. Tampoco había lágrimas. Solo la camaradería de los compañeros que sufren. Todos querían decirle a su vecino cuánto habían perdido. Nadie quería escuchar. Era una historia demasiado repetitiva", se leía en el periódico. 

La Bolsa continuó su declive, los precios agrícolas se hundieron, y la imposibilidad de los clientes de pagar sus préstamos puso a muchos bancos contra las cuerdas. Además, se produjo un acusado descenso de las exportaciones cuando los efectos del crac norteamericano se dejaron sentir en Europa a finales de 1929 y dieron paso allí a una crisis igualmente severa. Las cosas tampoco mejoraron en 1930, con una sequía que azotó los estados agrícolas de las Grandes Llanuras del centro y sur del país y quiebras de bancos. La incertidumbre había llegado hasta tal punto que se retiraron grandes sumas de dinero de las entidades, lo que, unido a los impagos de préstamos, obligó a muchas de ellas a cerrar y declararse insolventes. El número de bancarrotas alcanzó proporciones de epidemia en 1931. Se fueron a pique más de dos mil bancos y, con ellos, miles de millones de dólares que tenían depositados sus clientes. 

La caída de la bolsa llegó hasta Sudamérica, Europa y Australia. Se disparó principalmente en Inglaterra y Alemania, a vista del malestar por la crisis económica, un joven austriaco empezó a abrirse paso como el símbolo de la salvación económica y el poderío Alemán, se llamaba Adolf Hitler.

En 1932, la situación económica se deterioró aún más. Un gran número de trabajadores están desempleados y muchos tienen trabajos a tiempo parcial. Miles de estadounidenses fueron desalojados porque no pudieron pagar sus hipotecas. Entre 1929 y 1932, los precios de los productos agrícolas cayeron más del 50%, lo que redujo en gran medida los ingresos de los agricultores, la mayoría de los cuales estaban muy endeudados.

El día que Franklin Roosevelt asumió el cargo presidencial el 4 de marzo de 1933, la situación ya era insostenible. En su discurso inaugural, Roosevelt prometió actuar rápida y agresivamente, y lo hizo. Después de que Roosevelt cerrara varios bancos y luego los reabriera para asegurar su solvencia, el país recuperó cierto grado de confianza.

Después de casi 10 años de esfuerzo y sufrimiento, la economía se recuperó nuevamente en 1940, en parte debido al aumento del gasto público en programas de empleo. Pero lo que realmente permitió que el país continuara creciendo y restaurando la prosperidad fue el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Cuando los japoneses atacaron Pearl Harbor, la depresión ya había terminado. La recuperación económica, respaldada por un fuerte aumento de la producción, condujo al pleno empleo durante la Segunda Guerra Mundial. Una vez finalizada la crisis, la agenda reformista quedó en suspenso y el gobierno consolidó una economía cada vez más basada en el consumo. Roosevelt murió poco antes del final de la guerra, el 12 de abril de 1945. 

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