En ese sentido, desarrollaron una prueba piloto teniendo en cuenta que este residuo proveniente de la preparación de alimentos resulta ser una sustancia nociva y tóxica después de ser expuesta a altas temperaturas o a la reutilización. Según estudios un litro puede contener hasta cinco mil veces más carga contaminante que las aguas residuales y contaminar 40.000 litros de agua. Señalan los estudiantes que además de ser cancerígena, es causante del taponamiento de las redes de alcantarillado domésticas y públicas y del sobrecosto en el tratamiento de aguas residuales.
El proyecto fue desarrollado durante dos meses con 26 familias con quienes se puso a prueba un modelo de disposición final del aceite usado de cocina, el cual fue dispuesto en contenedores ubicados estratégicamente en el conjunto residencial. Posteriormente, gracias a un proceso químico fue transformado en jabones para manos de uso diario. Los estudiantes Nicolás Alejandro Bustos, Ever Alfonso Martínez y John Jairo Romero Gutiérrez explican que con esta iniciativa, que fue muy bien recibida entre los habitantes del sector, se busca fortalecer los hábitos de la comunidad en la dispocición final del aceite que se usa para cocinar y de esta manera contribuir a la consevación del medio ambiente.
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