Al menos 43 personas murieron el pasado martes como resultado del colapso del puente Morandi en una autopista en la ciudad de Génova, en el noroeste de Italia. Entre las víctimas hay tres niños de 8, 12 y 13 años.
La última reparación del puente fue iniciada en 2016 y todavía estaba en proceso.
La compañía que gestiona el viaducto, Autostrade per l'Italia, confirmó que en el momento de la tragedia se estaban llevando a cabo trabajos, pero subrayó que monitorizaba constantemente el estado del puente.
El jueves pasado el Gobierno italiano otorgó a la empresa 15 días para presentar pruebas del fiel cumplimiento de sus obligaciones de gestión del puente.
La construcción, inaugurada el 4 de septiembre de 1967, tiene una longitud de 1.102 metros, de la que se derrumbó un fragmento de unos 100 metros.
Según los datos oficiales, en el momento del colapso por el puente circulaba una veintena de vehículos, algunos de los cuales se precipitaron desde una altura de 45 metros al derrumbarse la estructura.
La mayor parte de los fragmentos del puente cayeron en un río, pero algunos bloques fueron a parar sobre edificios residenciales e industriales, así como en las vías férreas.
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