En un fenómeno que no es reciente pero cuyas consecuencias se han ido agravando en los últimos tiempos, el derretimiento de los glaciares está provocando grandes cambios en las condiciones climáticas y biológicas de nuestro planeta, al aumentar los niveles de la superficies de agua y reducir las áreas habitables.
Estudios recientes han determinado que tanto en la Antártida como en el Océano Ártico el derretimiento del hielo glaciar se ha acelerado y alcanza actualmente un ritmo sin precedentes.
Durante la primavera y el verano en el Ártico, se van formando sobre el hielo estanques de agua debido al derretimiento del mismo, dándole al paisaje una gama de resplandeciente color azul. A pesar de la belleza visual de este fenómeno, un estudio reciente realizado por investigadores de un instituto alemán determinó que estos estanques de agua cada vez más presentes son un presagio de los grandes cambios climáticos que le esperan al Océano Ártico.
Estos estanques de agua que se forman sobre el hielo absorben en mayor grado el calor del sol, generando así un derretimiento más acelerado. Se puede decir que en la cantidad de hielo total del Ártico hay de dos clases: el hielo nuevo, una capa delgada y lisa que se ha formado durante las últimas estaciones frías y otra capa más espesa y rugosa, de más tiempo, que permanece allí aún en las estaciones calientes.
Lo que el estudio ha comprobado es que esta gruesa capa se ha ido haciendo cada vez más pequeña, dejando lugar a formaciones nuevas de hielo, que favorecen con su superficie más lisa la formación de los estanques de agua. De manera que con más estanques de agua absorbiendo el calor el del sol, más rápidamente se producirá el derretimiento total del hielo, en un ciclo muy preocupante.
En la Antártida, la principal preocupación proviene del Glaciar de Pine Island, que viene derritiéndose desde hace mucho tiempo y contribuyendo al aumento del nivel del océano. En los últimos años, el rápido retroceso que fue sufriendo este glaciar llevó a muchos a pensar que podía colapsar en cualquier momento, liberando las capas de hielo que amortigua actualmente para que pudieran flotar hacia mares del sur.
En los últimos 20 años, la línea que separa la base rocosa del glaciar del océano ha ido retrocediendo a razón de más de un kilómetro por año; mientras que el glaciar en sí se ha reducido a razón de 3 metros cada dos años, desde el año 1990 y esta frecuencia ha aumentado en un 30% desde hace 10 años. Estos valores son verdaderamente excepcionales, considerados a largo plazo.
El calentamiento global se convierte en un tema que reclama una mayor atención por parte de los gobiernos y de los seres humanos en general. Las consecuencias de este fenómeno podrían ser nefastas. De continuar el incremento de la velocidad de deshielo, el planeta perdería buena parte de su superficie habitable, generando varios conflictos, esto sumado a los cambios -que aún se investigan- en las condiciones de vida de todos los organismos del planeta, que alteran ecosistemas y la biósfera en general.
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