EL MAR.
El mar se extiende sobre unas tres cuartas partes de la superficie terrestre: sin él no hay vida posible, á lo menos, tal cual la conocemos.
La acción constante del calor solar sobre la vasta superficie de las aguas alimenta la atmósfera de vapores que se precipitan en lluvias periódicas, las cuales mezclan y disuelven las sustancias de la tierra.
El agua, pues, es el vehículo que pone en contacto los elementos de la vida orgánica, que luego se desarrollan á favor del calor, de la luz, de la electricidad, de la afinidad química: la tierra se cubre de una vegetación riquísima y variada, nuevo elemento que, á su vez, da vida á millones de animales.
Así, donde quiera que busquemos la vida, debemos suponer la existencia de un disolvente que ponga los elementos en contacto para que se desarrollen las leyes á que están sujetos. Si sospechamos la vida en los astros y suponemos en ellos vegetación y animalidad, debemos imaginar la existencia de un mar (agua ú otro líquido) y de un moderador, depósito y distribuidor de las fuerzas físicas, esto es, de una atmósfera (aire ú otros gases): todo lo cual parece estar reunido en los planetas Venus, Marte, Júpiter y Saturno, especialmente en Marte.
PROFUNDIDAD DEL OCÉANO.- Esta masa de aguas que forma los mares continentales, polares y mediterráneos, tiene la forma de lúnula ó menisco, cuya parte convexa, mira hacia la atmósfera, y la cóncava hacia tierra. El mayor grueso de esta lúnula se ignora; sólo se sabe que, está en el hemisferio austral, que ofrece profundidades que una línea de 15,000 metros no ha podido medir. En efecto, el teniente Parker, de la marina de guerra norte-americana, sondeó el Atlántico Austral, y en ciertos puntos, con una línea de 50,000 pies, no encontró fondo.
Las materias disueltas en el agua del mar y que se encuentran en los residuos sólidos, son: cloro, bromo, yodo, fósforo, azufre, carbono, potasa, sosa, cal, magnesia, óxido de hierro, ácido sulfúrico, sílice é indicios de plomo, cobre, plata y de muchas otras sustancias de las que arrastran las aguas de los ríos; los seis primeros cuerpos se encuentran en estado de cloruros, bromuros, yoduros, —94→ fosfatos, sulfatos y carbonatos. El cloruro de sodio (sal común) es la más abundante de las materias disueltas en el agua del mar.
Contiene además en disolución varia, aire atmosférico, que sirve para alimentar la respiración de los peces y de las plantas marinas. Parece que la cantidad de aire disuelto, crece con la profundidad, pero no se sabe en qué proporción. En la superficie, según Gay-Lussac, el aire disuelto contiene 30 por ciento de oxígeno y 10 por ciento de ácido carbónico; pero según los experimentos verificados en agua traídas de diferentes profundidades y de los tres Océanos, par la fragata de guerra Bonita, en su viaje de circumnavegación verificado en 1836 y 37, las proporciones de oxígeno máxima y mínima son 4 y 10 por ciento respectivamente á las aguas superficiales y profundas, y las de ácido carbónico 10 y 30 por ciento. Peluze y Fremy, citando á Lewy y Morreu, dicen que por una serie de días buenos y junto á una vegetación marina abundante, la proporción de oxígeno puede aumentar hasta el 39 por ciento, y el ácido carbónico disminuir en igual proporción, y que aquél es más abundante durante el día, y éste durante la noche.
COLOR.- El color de las aguas del Océano, puras, tomadas en pequeña cantidad, es el mismo que el del agua destilada; pero vistas en masa las aguas, tienen un bello color azul ultramarino.
Sólo accidentalmente son verdes, lechosas, rojas ó amarillas; sin embargo, el mar, en tiempo sereno, afecta el color verde vivo, tanto más pronunciado cuanto mayor es la agitación de las aguas; si el cielo está sombrío, el color es verde oscuro.
Edgar sanchez.
12 abril 2018.
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/ensayo-sobre-el-arte-de-navegar-por-debajo-del-agua--0/html/ff458156-82b1-11df-acc7-002185ce6064.html