Lo primero que hay que decir de "el Origen del Planeta de los Simios” es que tiene toda la pinta de que se trata de la primera parte de la película y que falta, por tanto, la segunda parte. No sé si la intención de 20th Century Fox es continuarla con “El origen del planeta de los simios 2”, pero si no es así, la propuesta se queda corta y acaba uno con la sensación de haber asistido al desarrollo de una historia inconclusa.
La película es muy entretenida, no aburre en ningún momento aunque tampoco emociona en ningún momento. Así pues un mero entretenimiento que, en otros tiempos, podría haber sido una digna película de serie B.
Los personajes, excepto César (el simio protagonista) que se erige en protagonista absoluto de la película, apenas están desarrollados: el protagonista es muy previsible, el padre hace lo que se espera que haga, el ayudante hace lo que se espera que haga, el vecino exactamente lo mismo, los malos, (malísimos) del refugio de simios no sólo son malos, sádicos y desagradables sino también tontos, y la novia, que se nos presenta como una experta en simios, acaba como un simple elemento decorativo. Es decir, se ha optado por el estereotipo más extremo para todos y cada uno de los personajes; por ejemplo si queremos que el espectador piense que al jefe de nuestro científico sólo le interesa el dinero, pues no hay problema, el personaje se encarga de decirlo sin más y varias veces para que no quede ninguna duda.
Así pues, el único personaje que está desarrollado es César, y en este punto también hay que decir que es el mejor actor de la película. A diferencia de lo que ocurría en las anteriores entregas de la saga, por primera vez las imágenes de los simios han sido generadas íntegramente por ordenador y hay que reconocer que la empresa Weta Digital (responsable de “Avatar” o “King Kong”) ha hecho un gran trabajo, de la misma manera que hay que señalar el excelente trabajo con la captura de movimiento que Andy Serkis (responsable del Gollum de "El Señor de los Anillos”) ha realizado para esta película.
A pesar de que la sensación que deja la película es la de una obra incompleta y desaprovechada, donde se renuncia al desarrollo de los personajes humanos y a una elaboración más cuidada del guión, tiene algunos aciertos que merecen un comentario.
El comienzo es muy potente, toda la primera secuencia de la captura de la madre de César y la presentación que James Franco hace en el laboratorio a la junta de accionistas es muy dinámica y engancha al espectador.
La evolución de César está muy bien contada y el incremento de su inteligencia, del pensamiento racional está presentado de manera admirable hasta el punto que podemos seguir esta evolución en su mirada y el espectador lo sabe sin necesidad de atender a sus acciones, sólo con observar su mirada.
El segundo acierto, sin duda, lo encontramos en las secuencias de acción. Todas las secuencias de acción están rodadas de tal manera que sabemos en cada momento dónde estamos y lo que está pasando, intuimos los planes de unos y otros y su desarrollo no decepciona las expectativas. Tanto las correrías de los simios al paso por la ciudad, camino del bosque, como la admirable secuencia final en el Golden Gate están rodadas de forma impecable.
Pero para erigirse en una auténtica precuela de “El planeta de los simios”, de 1968 que dirigió Franklin J. Schaffner nos falta el desarrollo de la propagación del virus que apunta la escena del ayudante tosiendo en la cara del vecino y que continúa en la secuencia incrustada en medio de los créditos finales, dónde se nos muestra cómo se va a propagar la enfermedad. También tendremos que saber cómo evolucionan las relaciones entre la comunidad de simios y los humanos. Además, también nos falta esa sensación de que estamos asistiendo al final de una civilización tal y como la hemos conocido.
A pesar de todos los defectos y carencias he de reconocer que ha supuesto una agradable sorpresa y que se agradece, de vez en cuando, una película que tiene su objetivo tan definido: entretener, y que es capaz de dejar de lado veleidades filosóficas y mensajes trascendentales para centrarse en la narración de la historia que quiere contar.
Firma: Cristina Porras y María Jurado.