Dimensión literaria.

Oro miel.

Cuento del alismo mágico.

Al cumplir 18 años Ipa, un indígena wayuu hijo de mercaderes de la plaza de Maicao, logró cumplir su sueño de estudiar medicina, y lo celebró junto a su esposa, Itati, y a su hija Yatzil, quien para ese entonces tenía un mes de haber nacido.

Pasaron 4 años cuando Ipa e Itati tomaron la decisión de dejar Riohacha, esto para partir directamente a Francia, donde se radicarían en Versalles, pues los ingresos de Ipa dieron como resultado unos millonarios ahorros que les permitirían vivir dignamente en el nuevo país, y pagar los cursos de francés que necesitaría Ipa para ejercer su labor. Itati por su parte pensó que no era necesario aprender la lengua, pues ella se quedaría en su pequeña casa en el campo cuidando su cultivo de piña y a la pequeña Yatzil.

Al llegar la temporada de nacimiento de las piñas Itati notó algo en Yatzil, una marca de forma semejante a la de una piña crecía en la longitud de la pierna de la pequeña niña; anonadada le comentó aquello a su marido, pero este lo tomó como señal de buena suerte, pues su familia mantenía el negocio de cultivo de piñas en la serranía de la Majayura.

Al cabo de unas semanas Yatzil adoptó comportamientos de animales; graznaba como pato, muía como vaca, y lanzaba patadas al aire como si de un burro se tratase. La pareja ahora muy alarmada la llevó a muchísimos doctores de diferentes especialidades, pero ninguno supo diagnosticar, la niña empeoraba, la marca crecía y los padres no encontraban una solución al mal que padecía su hija.

Decidieron regresar a Colombia para buscar ayuda de los grandes sabios guajiros. Se dirigieron a la serranía Karrapía en busca de Kaleya, una mujer mayor quien decía ver más allá de lo que la visión humana le permitía.

Fue cuestión de segundos para que la sabia relatara el padecimiento de la niña:

-Esto es una maldición que traerá desgracias a tu familia, Ipa, pues esta fue puesta por un pretendiente que tenía Yaluma, tu abuela, quien, al ser rechazado por su enamorada, lanzó una maldición bañándose en los jugos del cultivo de la fruta de tu familia, derramando lagrimas de dolor y palabras de rencor sobre el zumo de piña oro miel.

Camila Narváez.