¿Qué lleva a una madre a buscar que su hija deje de sufrir pidiendo para ella la eutanasia?¿Por qué también lo es permanecer? ¿Por qué tan contrario a sí mismo es el amor, como alguna vez escribió Luís de Camões, poeta portugués?Esta es la historia del amor que Sonia y María Lucía sienten por sus hijos. El relato de un sentimiento que llevan incrustado en las fibras más sensibles de su humanidad y que no es otro sino el poderoso amor de madre. Y una lección de amistad, pues se hicieron amigas y confidentes en el camino.La primera, precursora del derecho a la muerte digna en el país gracias a la batalla legal que emprendió para cesar el dolor de su hija Lina María. La segunda, la otra cara de una moneda que se niega a caer mientras gira: la de esperar paciente la muerte de su hijo Édgar Iván.Aunque María Lucía jura que recuerda a Sonia y a sus inmensos ojos azules de la época de colegio, pues ambas viven en Funza y se llevan pocos años de edad Una terapeuta sirvió de mensajera. A Sonia le contó la historia de Édgar Iván y a María Lucía la de Lina María. Había una conexión. Los dos jóvenes estaban en condiciones muy parecidas: daño cerebral grave a causa de una hipoxia
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