Ante el avance del proyecto de ley eutanasia en Chile, el Arzobispo Concepción, Mons. Fernando Chomali, presentó la segunda edición de su carta pastoral “Morir con dignidad”, que recoge reflexiones del Magisterio de la Iglesia sobre el fin de la vida.
En la carta, el obispo experto en bioética aborda la relación entre la medicina y la muerte en el contexto cultural actual, la respuesta a nivel jurídico-legislativo de algunos países y la urgencia de una reflexión sobre la falta de solidaridad hacia los enfermos, y la incapacidad de la sociedad de hacerse cargo de ellos.
Asimismo, repasa distintos documentos del Magisterio que demuestran la preocupación constante de la Iglesia en esta materia, tales como la “Declaración sobre la eutanasia” de la Congregación para la Doctrina de la Fe y “Algunas cuestiones éticas relativas a los enfermos graves y a los moribundos” del Consejo Pontificio Cor Unum.
Destaca además la encíclica Evangelium Vitae, de San Juan Pablo II, sobre el valor de la vida humana, así como su exhortación apostólica Salvificis Doloris, acerca del sentido cristiano del sufrimiento humano; y la exhortación apostólica Amoris Laetitia del Papa Francisco, sobre el amor humano; además del Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica.
Mons. Chomalí recuerda que la eutanasia no es un debate nuevo. Hoy “el tema está patente, sólo que presenta otra cara, otras circunstancias, otro contexto cultural”, indica.
“Ya no son razones de Estado o sociales las que permitirían llegar a la eutanasia, sino que el hecho que cada vez más se le reconoce al paciente un cierto derecho a disponer de su propia vida, especialmente en la fase terminal de su existencia en nombre de la libertad y del sentido que le atribuya”, explica.
En ese sentido, advierte que detrás están los grupos que reclaman el “derecho de morir” y que el concepto de calidad de vida “se ha ido abriendo camino, pero a costa de ir dejando cada vez menos espacio al valor de la vida y a su sacralidad, como premisa antropológica y ética fundante de la convivencia social, de la justicia y de la paz”.
Subraya el creciente número de personas con enfermedad terminal que piden la muerte como “única salida a su situación de soledad”, solicitud que ha sido “acogida” en algunas legislaciones como la de Holanda.
Por tanto, vale preguntarse “si una sociedad que permite que se disponga de la vida, aunque se encuentre en condiciones precarias, y que más aún lo constituya en un derecho, es verdaderamente humana”.
O bien, “si se está deslizando hacia una concepción utilitarista de la vida que necesariamente irá en desmedro de las personas más vulnerables de la sociedad”, advierte Mons. Chomali.
Otro cuestionamiento que plantea el obispo es “si no terminará el médico siendo un mero ejecutor de los deseos del paciente y no un profesional con un ethos ampliamente conocido y valorado, el cual es el de no dañar, el de sanar en la medida de lo posible y el de suavizar los sufrimientos del paciente cuando se enfrenta a una situación tal”.
desde mi punto de vista un medico estudia para salvar vida mas no para quitarla
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