El encargado de servicio al cliente recibió el bolso de manos de uno de los señores que hacía la limpieza en las unidades, y buscó algún documento para contactar a la propietaria. Halló el número de un familiar de la dueña y finalmente el bolso pudo devolverse en la Estación del Playón de La Marín. Carteras, billeteras con documentos personales, paraguas y guantes son algunos de los objetos que la gente olvida con más frecuencia en los buses de los corredores exclusivos de la ciudad. En las 123 unidades de la Ecovía, en las 114 del Trolebús y en las 318 del corredor Sur-Occidental, la gente olvida también objetos insospechados como cartones con cachorros, gatos, radiografías y medicamentos. Una vez, incluso, alguien dejó una dentadura postiza. En otra ocasión, apareció en un bus una serpiente viva dentro de un galón de agua vacío. Desde enero hasta julio se han encontrado 247 objetos. Durante todo el año pasado, se registró el ingreso de 754 pertenencias, según Mariela Yánez, encargada del área de atención y servicio al usuario de la Empresa de Pasajeros. Cerca del 20% de esos elementos es devuelto a sus dueños. Cada día, en estos medios de transporte se movilizan unas 866 000 personas. Las oficinas de atención al cliente, adonde llegan esos hallazgos, reciben unos cuatro o cinco objetos diarios, entre los cuales hay también sacos de uniformes de escuelas, ropa de bebé, loncheras, lentes, celulares y llaves. Los objetos reposan dentro de unas fundas negras, en cajas y están clasificados por fechas. Según Yánez, hay billeteras que se encuentran dentro de los basureros de las estaciones y unidades. No descartan que en esos casos se trate de dueños de lo ajeno que luego de sustraer una cartera, se lleven el dinero y desechen el resto en un tacho. Valeria Sanguano, de 28 años, pudo recuperar una chaqueta gris de cuerina que le costó USD 50. Hace 15 días, mientras viajaba desde su trabajo en la 6 de Diciembre hacia su casa en Jardín del Valle, olvidó la chompa en la unidad. Cuando se percató al hacer el transbordo en el Playón, el bus ya se había ido, pero se acercó a atención al cliente y le comunicó lo ocurrido a un empleado. El trabajador le tomó los datos y le dijo que estarían pendientes. Al día siguiente, logró recuperar su prenda. En las estaciones de El Labrador, Carcelén, Río Coca, Playón de la Marín, Capulí, Quitumbe, Guamaní y El Recreo hay espacios donde se guardan los objetos olvidados. La dinámica es la misma: al finalizar el recorrido de cada unidad, tanto el conductor como personal de limpieza y de seguridad de las estaciones inspeccionan los buses en busca de objetos perdidos. Lo primero que hacen es usar el perifoneo para alertar de la pérdida e intentar hallar al dueño. Si no funciona, inspeccionan el objeto para tratar de ubicar un número telefónico. Si no lo consiguen, pero logran hallar un nombre en los documentos personales, utilizan las redes sociales para ubicar al propietario. Cada objeto debe ser ingresado al sistema. La persona llena un formulario para dejar constancia del hallazgo. Se apuntan las características del objeto (color y forma), la fecha y el lugar en el que fue encontrado, a qué hora y en qué corredor. Esa información se sube a una plataforma en el sistema de registro. Así, si una persona extravió algo puede ingresar a la página web www.trolebus.gob.ec. Allí hay una pestaña donde dice clientes y objetos perdidos. El usuario debe llenar un formulario con información del objeto perdido, datos personales, la fecha y el lugar en el que ocurrió, y en qué corredor . Automáticamente, el sistema busca en la base de datos y si encuentra coincidencias, aparece una pestaña donde se le indica en qué estación está. Caso contrario, esa información llega al personal de atención al cliente, quien se encarga de hacer la búsqueda manual. Yánez explica que en los casos en los que han encontrado animales, se ponen en contacto con Urbanimal para que se haga cargo de la mascota. En la bodega no hay cosas de valor. La Empresa de Pasajeros advierte que eso se debe a que, lamentablemente, nadie devuelve dinero o joyas. No todos logran recuperar lo olvidado. Carmen Ricaurte, de 53 años, olvidó su paraguas a inicios de año y nunca más supo de él. El hijo de nueve años de Catalina Clavijo perdió su mochila con los cuadernos y tampoco la recuperó. Finalmente, si no aparece el dueño, ¿qué se hace con esos objetos olvidados? Según la Empresa de Pasajeros, justamente se está trabajando en un protocolo para saber qué hacer, ya que las reglas internas dicen que deben ser destruidos.
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