La selección femenina es Laura Nicholls diciendo que no le importa desmayarse en un partido. Es Cristina Ouviña alborotando partidos con el café que se ha tomado antes. Es Silvia Domínguez haciendo un esfuerzo colosal para llegar al Mundial. Es Alba Torrens dando su máximo, que dados sus problemas físicos era menos, pero siendo ella es mucho. Es Laia Palau convirtiendo palabras normales en una filosofía de vida y dando ejemplo. Es Marta Xargay rindiendo de lo que la pongan y metiendo un triple de bronce. Es Anna Cruz jugando cada verano aunque su rodilla le pida parar. Es Queralt Casas amargando a las exteriores rivales con su defensa y haciendo un 2+1+1: canasta más tiro libre más castañazo. Es Belén Arrojo volviendo al banquillo con una sonrisa tras jugar un segundo. Es Laura Gil lanzándose a por cien balones sueltos. Es Bea Sánchez celebrando como loca su primera canasta en juego, en la semifinal. Es Astou Ndour peleando contra rivales con muchos kilos más. Es Lucas Mondelo y su cuerpo técnico durmiendo poco y mal preparando los partidos y sacando lo mejor de su equipo. Es el trabajo de los profesionales que cuidan de las jugadoras. Son 500 personas esperando a la salida después de ganar a Canadá. La selección femenina es todo eso. Y junto conforma un equipo enorme.
Blanca Barrio y Candela Lebrero
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