A pesar de que los métodos utilizados a veces se superponen con los de los intentos de suicidio (p. ej., cortarse las muñecas con una hoja de afeitar), las autolesiones no suicidas son distintas de las suicidias ya que los pacientes no tienen la intención de que los actos sean letales. Los pacientes pueden indicar específicamente una falta de intención o esto puede ser inferido por el uso repetido de métodos evidentemente no letales. A pesar de la falta de letalidad inmediata, el riesgo a largo plazo de los intentos de suicidio y los suicidios se incrementa, y por lo tanto, la autolesión no suicida no debe tomarse a la ligera.
Los ejemplos más comunes de autolesión no suicida incluyen
Cortar o apuñalar a la piel con un objeto punzante (p. ej., cuchillo, cuchilla de afeitar, agujas)
Quemadura de la piel (por lo general con un cigarrillo)
Los pacientes a menudo se lesionan repetidamente en una sola sesión, con aparición de múltiples lesiones en el mismo sitio, por lo general en un área visible y/o accesible (p. ej., antebrazos, cara anterior de los muslos). El comportamiento se repite con frecuencia y produce patrones de cicatrización extensos. Los pacientes suelen estar preocupados por pensamientos sobre los hechos lesivos.
Las autolesiones no suicidas tienden a comenzar en los primeros años de la adolescencia, y la prevalencia se distribuye más uniformemente entre los sexos que la de la conducta suicida aunque en la mayoría de los estudios más mujeres participan de esta actividad que varones. La evolución natural es incierta, pero el comportamiento parece disminuir después de la edad adulta joven.
Las motivaciones para la autolesión no suicida no están claras, pero la autolesión puede ser
Una forma de reducir la tensión o los sentimientos negativos
Una forma de resolver las dificultades interpersonales
Autocastigo por fallas percibidas
Una petición de ayuda
Algunos pacientes consideran a la autolesión como una actividad positiva y por lo tanto tienden a no buscar ni aceptar asesoramiento.
Las autolesiones no suicidas suelen asociarse con otros trastornos, sobre todo trastorno de personalidad fronterizo, trastorno de personalidad antisocial, trastornos alimentarios y abuso de sustancias.
El diagnóstico de la autolesión no suicida debe excluir el comportamiento suicida.
La evaluación de la autolesión no suicidad, similar a la del comportamiento suicida, es esencial antes de comenzar el tratamiento.
Facilitar la discusión de la autolesión con el paciente es esencial para la evaluación adecuada y para ayudar a los médicos a planificar el tratamiento. Los farmacéuticos pueden facilitar este análisis a través de las siguientes acciones:
Validación de la experiencia del paciente mediante la comunicación que han oído de él y aceptación de las experiencias del paciente con seriedad
La comprensión de las emociones del paciente (p. ej., lo que confirma que las emociones y las acciones del paciente son comprensibles a la luz de las circunstancias del paciente)
La evaluación de la autolesión no suicida debe incluir lo siguiente:
Determinar qué tipo de lesión y el número de tipos de lesiones que el paciente se ha infligido
Determinar con qué frecuencia se produce la autolesión no suicida y el tiempo que ha estado ocurriendo
Determinación de la función de las autolesiones no suicidas para el paciente
Comprobación de los trastornos psiquiátricos coexistentes
Estimación del riesgo de un intento de suicidio
La determinación de cuán dispuesto está el paciente a participar en el tratamiento
En ocasiones, ciertas formas de terapia cognitivo-conductual
Tratamiento de los trastornos coexistentes
Las siguientes terapias cognitivo-conductuales pueden ser útiles para el tratamiento de lesiones autoinducidas no suicidas:
La TDC consiste en una terapia individual y de grupo durante 1 año. Esta terapia se enfoca en identificar e intentar cambiar los patrones de pensamiento negativos y promover cambios positivos. Su objetivo es ayudar a los pacientes a encontrar formas más apropiadas de responder al estrés (pp. ej., para resistir los impulsos de comportarse de forma autodestructiva).
La TGRE consiste en sesiones grupales durante 14 semanas. Esta terapia implica enseñarles a los pacientes cómo aumentar la consciencia de sus emociones y les proporciona las habilidades para manejar sus emociones. La TGRE ayuda a los pacientes a aceptar las emociones negativas como parte de la vida y, por lo tanto, a no responder a tales emociones de forma tan intensa e impulsiva.
No han sido aprobados medicamentos para el tratamiento de la lesión autoinducida con fines no suicidas. No obstante, la naltrexona y ciertos antipsicóticos atípicos han sido eficaces en algunos pacientes.
Los trastornos psiquiátricos coexistentes (p. ej., depresión, trastornos alimentarios, abuso de sustancias, trastorno de personalidad fronterizo, trastorno de personalidad antisocial) deben ser tratados adecuadamente. Los pacientes deben ser derivados a un profesional de la salud apropiado, según sea necesario.
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